CÓRDOBA.- “La Argentina tiene potencialidad cultural para exportar a China; no solo debería concentrarse en alimentos. El litio es otra clave; debe agregar más tecnología, más valor”, plantea Víctor (en chino su nombre es Qingjun) Wu, fundador y presidente de Codechi, una plataforma para facilitar el intercambio industrial, económico y cultural entre China y Chile que apunta a “mejorar y profundizar el entendimiento”. Es docente invitado de la Pontificia Universidad Católica de Chile y la Católica y Nacional de Córdoba. Sus clases se enfocan sobre “un puente hacia China, cultura de negocios”; también da charlas a empresarios y funcionarios.
En diálogo con LA NACION Wu -quien es doctor en Estudios de las Relaciones Sino-Latinoamericanas en mención de Economía y Comercio- insiste en que las reservas argentinas de litio son muy significativas, “pero requieren de tecnología para extraerlo, para agregarle valor y China es número uno en baterías de litio. Esa combinación puede ser de beneficio mutuo para ambos países”. Advierte que no se debe perder de vista que su país “cada día más se enfoca en calidad”; está persuadido de que así como hace unos años el “made in China” era sinónimo de barato, “en unos años más será como ‘made in Germany’”.
Respecto de lo que los empresarios argentinos deben tener en cuenta a la hora de comerciar con China, Wu apunta: “Conocer el mercado que es muy grande; cada región o provincia tiene una cultura diferente, hábitos de consumo distintos; decidirse con quién quieren comerciar y es importante tener un buen socio chino porque conocen mejor el ambiente, el ecosistema”.
Agrega un aspecto que, a su consideración es significativa: “Si se quiere ganar dinero con China hay que dejar que el otro gane; así será una relación de largo plazo”.
– ¿Por qué el interés de China en Latinoamérica y en la Argentina en particular?
-La relación tiene una larga historia, desde la dinastía Ming había una ruta comercial; a comienzos de los ‘70 dieron un salto muy sólido, China estableció lazos con la Argentina, Perú, Chile, Venezuela. Hay una relación de confianza que ya lleva más de medio siglo. Siempre digo que somos todos países subdesarrollados y eso facilita.
-¿Diría que China es un país subdesarrollado?
-Es un país en desarrollo, es grande territorialmente hablando y, además, con mucha población. Tenemos tanta gente que el PBI per cápita no es tan alto y por eso seguimos trabajando para crecer.
-¿El interés chino está concentrado en los recursos naturales?
-Hay que comprender, para el caso de los recursos naturales, que China es un país en desarrollo y necesita de esos recursos para desarrollar la economía. La contracara es que, en general, los latinoamericanos requieren de tecnología.
-¿Ese es el foco del vínculo entre la Argentina y Chile?
-La Argentina, luego de Brasil, es el país más importante de Sudamérica; tienen muy importantes de recursos naturales -gas, minería, productos agrícolas- y eso es significativo. Hay que distinguir entre empresas y gobierno chino. A los privados les interesa hacer negocios en las áreas de energía, en el campo, en infraestructura. En el caso de infraestructura, en China tenemos tecnología y experiencia, y eso lleva a querer salir a vender, a compartir lo que sabemos y conocemos. Un viejo dicho chino plantea “si quieres ser rico tienes que tener el camino preparado”, eso corre para la Argentina. Si el país tiene infraestructura puede generar más oportunidades tanto internas como externas. La Argentina, por su lado, tiene alimentos para exportar al mundo y en China hay una demanda interna creciente que busca buena calidad y está dispuesta a pagar y ese segmento va en aumento. Del litio se habla mucho en la actualidad; las reservas argentinas son muy significativas, pero requieren de tecnología para extraerlo, para agregarle valor y China es número uno en baterías de litio. Esa combinación puede ser de beneficio mutuo para ambos países. No hay que perder de vista que China cada día más se enfoca en calidad; hace muchos años el “made in China” era sinónimo de barato, ahora eso ya no es así. En unos años más será como “made in Germany”.
-¿Cómo describe ese proceso?
-Tenemos la ventaja de la población, de ser el país con más habitantes del mundo. En el ‘78 se puso en marcha la apertura de la economía; llevamos 45 años de experiencia como “China moderna” y al inicio dependíamos mucho de los recursos humanos; la mano de obra era más competitiva y eso nos daba mejores costos. Es el estadio en el que hoy están Camboya, Indonesia. China ya acumuló experiencia y empezó a dar un salto de calidad; los recursos humanos son más caros porque hay profesionalización, capacitación. El foco hoy es el mayor valor agregado; es un proceso natural. Los consumidores de todo el mundo exigen más calidad y las empresas deben satisfacer esa demanda.
-¿El Estado colabora para que las empresas incorporen tecnología?
-Hay que tener en cuenta que en el país hay empresas privadas y del Estado; las primeras usan sus propios recursos y en general, no son apoyadas por el Estado. Hay muchas compañías y compiten. Sobreviven las mejores.
-¿Define a China todavía como un país comunista?
-Hay un concepto que debe ser dividido, el de la política y el de la economía. En lo político hay una decisión por parte del Gobierno pero en la economía China es bastante libre. El Gobierno incentiva el crecimiento de la actividad, promueve el intercambio, los vínculos comerciales. Lo mismo hace el gobierno argentino, el de todos los países.
-Las balanzas comerciales en la región en general favorecen a China, ¿cree que se podría equilibrar esa situación?
-No todos los países tienen la misma situación, pero es cierto que en la región los productos primarios son los claves. En ese segmento tienen una gran oportunidad en la contraestación. Lo veo, por ejemplo, con la cereza en Chile; esa es una de las frutas favoritas de los chinos. Para mejorar los términos de intercambio hay que aplicar más tecnología para agregar valor y mejorar los precios de lo que venden. Insisto en que el litio es una gran oportunidad; Chile invierte más en agregar valor y la Argentina debería ir hacia esa dirección.
-¿Qué recomienda a los empresarios que quieren exportar a China?
-Tienen que conocer el mercado que es muy grande; cada región o provincia tiene una cultura diferente, hábitos de consumo distintos. Tienen que decidirse con quién quieren comerciar y es importante tener un buen socio chino porque conocen mejor el ambiente, el ecosistema. También deben tener en cuenta que la cultura es fundamental para hacer negocios, ayuda en la comunicación. China es muy protocolar, hay que tener en cuenta todos esos detalles porque son importantes. El respeto es un valor universal. Y algo importante, si se quiere ganar dinero con China hay que dejar que el otro gane; así será una relación de largo plazo.
-¿Qué regiones cree que los empresarios argentinos no miran?
-Por ejemplo, con la muy buena carne y muy buenos vinos argentinos no siempre hay que mirar a las ciudades grandes, como Shangai, donde hay mucha competencia. Yo soy de Anhui, una región del centro con 80 millones de habitantes; mi ciudad tiene 9 millones. Insisto, no siempre hay que buscar a la costa por entender que es la más desarrollada, en el interior hay una porción muy interesante de gente, hay demanda y capacidad económica. Es como pasa con la Argentina; muchos chinos solo sabemos de Buenos Aires, pero también hay que mirar el interior, no se termina el país en Buenos Aires.
-¿La logística para llegar al interior de China es apta?
-China tiene una infraestructura desarrollada, no hay diferencias entre la costa y el interior, el tren rápido llega a todos lados. Hace décadas éramos muy pobres y se concentraban recursos en el este; después se cambió el foco y se fue avanzando en el desarrollo. Se pueden hacer negocios con todo el país sin problemas.
-¿A dónde ve oportunidades para la Argentina y entiende que no se aprovechan?
-Tienen excelentes productos culturales. Hay mucho interés en el tango, en el fútbol, en el idioma español. Todo eso abre oportunidades. Hay muchos fans de la Argentina en China; quieren conocer más del país. Hay mucha potencialidad en lo cultural y eso puede ayudar también consolidar la relación. Hay varios institutos Confucios en la Argentina y se pueden aprovechar. El español es uno de los idiomas más importantes del mundo y muy pocos chinos lo hablan y ahora hay un auge de su aprendizaje. Lo pueden aprovechar.