Vaquillonas: cuatro claves para lograr la eficiencia reproductiva

Es sabido que en muchos campos de cría se prioriza la evolución de los terneros y no siempre se hace de manera correcta la recría de las vaquillonas de reposición. Así, se generan retrasos en el crecimiento por alimentación deficiente, lo cual posterga el momento de entore. Otro problema frecuente es la baja preñez durante el segundo servicio, como consecuencia de la superposición de los requerimientos de crecimiento, gestación y lactancia.

El resultado de estos hechos y de otros desmanejos es la baja performance de esta categoría, con un porcentaje de destete habitual del 65-70%, algo que se puede mejorar sustancialmente con la aplicación de conocimientos y tecnología.

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Precisamente, este fue el objetivo de unas recientes Jornadas de Reproducción y Genética organizadas por Select-Debernardi y Zoetis en Las Lajitas, Salta, en las que se enumeraron las prácticas que contribuyen a solucionar estos inconvenientes y a elevar los índices de destete de la zona. Select-Debernardi y Zoetis son dos empresas dedicadas, desde hace muchos años, a la genética y a la salud animal.

Cuatro pasos

Primera clave: selección por conformación y desarrollo reproductivo. Nicolas Zabala, de Zoetis, remarcó la importancia de la selección de vaquillonas durante el preservicio, teniendo en cuenta edad, peso y plan sanitario (es decir, asegurarse de haber recibido las correspondientes vacunas reproductivas). “Una vez que se decide si el entore se realizará a los 15 meses (precoz); 20 (de invierno) o 27 (tradicional) hay que tener un plan para llegar con la mayor cantidad de vaquillonas ciclando y con buen desarrollo corporal”, aconsejó.

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Luego recomendó utilizar el score del tracto reproductivo denominado STR o GDR, que permite seleccionar las vaquillonas que están ciclando y predecir los resultados reproductivos. Por ejemplo, el GDR, siglas de “Grado de Desarrollo Reproductivo”, es una herramienta que puede ser utilizada para seleccionar vaquillonas debido a su capacidad de predecir su eficiencia reproductiva.

Se mide con una escala de 1 a 5 (scores 1,2 y 3 corresponden a estadios prepuberales y 4 y 5 a vaquillonas cíclicas) o con escala de 1 a 3 (1 prepuberales, 2 en transición y 3 cíclicas). Las escalas tienen en cuenta el desarrollo uterino y el estado ovárico, lo que genera un indicador de las chances de concepción temprana de la vaquillonas, lo que a su vez repercute en términos de eficiencia reproductiva y porcentaje de preñez.

Si bien la edad de entore de las vaquillonas de primer servicio varía de 15 a 27 meses, en el servicio precoz es en el que debería prestarse mayor atención al desarrollo reproductivo, al estar los animales en el límite de la pubertad. Es reconocido por varios estudios realizados que las vaquillonas que paren temprano en la época de partos generan más terneros en su vida útil, porque se vuelven a preñar más rápido y duran más tiempo en el rodeo.

Otro aspecto muy importante, sobre todo en las razas Braford y Brangus, es la posibilidad, a través de esta estrategia de seleccionar a favor de pubertad temprana, que es una problemática específica en estas razas. La selección de vaquillonas que ciclan a temprana edad y la selección de toros con alta circunferencia escrotal son dos factores que deberían ser tenidos en cuenta por los criadores de estas y de otras razas.

Segunda clave: inseminación artificial para mejorar el nivel genético. El segundo paso sería el uso de la inseminación artificial a tiempo fijo (IATF), que posibilita mejorar la eficiencia reproductiva, elevar la “cabeza” de parición y elevar la calidad genética del rodeo. En esta etapa algo muy importante es usar toros con datos favorables de facilidad de parto.

La técnica consiste en provocar el celo simultáneo de un lote de vaquillonas con compuestos hormonales, para inseminarlas seguidamente y conseguir una parición concentrada nueve meses después. Últimamente, se ha cuestionado alguno de los inductores del celo utilizados, ante lo cual se han ensayado otros con muy buena performance.

En ese sentido, ensayos realizados en el NOA por Julián Bartolomé, asesor de Select- Debernardi, mostraron tres años de muy buenos resultados con protocolos a base de GnRH en vaquillonas y vacas con cría al pie. Estos protocolos combinan GnRH (hormona liberadora de gonadotropina, que es secretada por el hipotálamo) con dispositivos de progesterona y prostaglandina y pueden realizarse en tres encierres con resultados muy buenos.

Asimismo, se demostró la importancia y el impacto en la fertilidad y en la nutrición. En ese aspecto, Bartolomé alertó sobre pérdidas de hasta el 20% que pueden ocurrir cuando la ganancia de peso no es ideal tras la inseminación. También resaltó la importancia de registrar la mayor cantidad posible de información (edad, GDR, tipo de protocolo, toro utilizado, condición corporal, cambios en el estado corporal, etc.) al momento de hacer IATF, que pueden contribuir a explicar los resultados de preñez y potenciales pérdidas.

Es importante recalcar que el diagnóstico de gestación se realiza 40-50 días después de la IATF y que la reconfirmación de esas preñeces muchas veces se efectúa tres o cuatro meses más tarde; si no se tiene toda la información registrada es muy difícil volver atrás y tratar de explicar potenciales problemas.

Tercera clave: control de enfermedades de la reproducción. Una vez que se logran buenos porcentajes de preñez es necesario que la gestación no se pierda. Eduardo Puente, de Zoetis, enumeró las enfermedades infecciosas más importantes que producen mortalidad embrionaria y abortos: tricomoniasis, campylobacteriosis, leptospirosis, diarrea viral bovina, IBR y neosporosis, entre otras.

Según el profesional, el objetivo sería tener pérdidas máximas de 8% entre el tacto y el destete; sin embargo, es muy común que se llegue a 12-13% en vacas y a 15-20% en vaquillonas. “Por lo tanto, hay mucho para trabajar en esta etapa. Para algunas enfermedades existen vacunas que contribuyen a minimizar las pérdidas”, recordó Puente.

“Sin embargo, ensayos de los últimos años mostraron bajos resultados de preñez en rodeos que habían sido vacunados contra diarrea viral bovina, pero que tenían presencia animales persistentemente infectados con el virus; de ahí la importancia de no solo vacunar, sino de identificar a los animales infectados y eliminarlos”, complementó.

Cuarta clave: selección genómica. El círculo virtuoso propuesto para las vaquillonas se completa con los test genómicos. La selección genética es uno de los pilares de la producción ganadera. Puntualmente, en vaquillonas, seleccionar a favor de precocidad, facilidad de parto, habilidad materna y fertilidad son claves en la productividad de la cría.

En los últimos años, la genómica aparece como una contribución importante para acelerar y darle precisión al mejoramiento genético. Ya existen experiencias en la Argentina con resultados muy promisorios en la raza Aberdeen Angus, que seguramente se extenderán en corto tiempo a otras razas.

Gustavo Blengino, de Zoetis, recordó que la genómica se basa en la identificación de SNP (single nucleotide polymorphism), que son porciones del ADN que se repiten en animales con determinadas características productivas y permiten incrementar la precisión de los DEP (diferencias esperadas de progenie). El ADN está dentro de los cromosomas de cada célula y la suma de los cromosomas genera el genoma del organismo.

Para utilizar esta herramienta, en la práctica se realizan test genómicos que permiten identificar la arquitectura genética de un animal con baja tasa de error. Se realizan a partir de muestras de sangre, pelos o de otros tejidos.

“La ventaja de la genómica es que no es necesario esperar a que un reproductor tenga una determinada progenie para ser evaluado”, destacó Blengino. A su vez, permitiría, en principio, seleccionar para rasgos que no tienen alta heredabilidad. El futuro de esta herramienta es enorme en cuanto a poder mejorar la fertilidad, la productividad, la adaptación a cada ambiente y la salud de las razas productoras de carne.

En síntesis, en mucho campos hay cabos sueltos en la recría, servicio y sanidad de las vaquillonas de reposición de un rodeo de cría, que se pueden poner en su lugar con técnicas probadas disponibles. El primer paso sería actitudinal: admitir que hay que poner la lupa en la reposición del rodeo. Lo demás se puede implementar gradualmente.

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