Por espacio de 45 minutos, y por primera vez desde su decisión de bajarse de su carrera por la reelección, el presidente Alberto Fernández conversó con su par de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, con los acuerdos comerciales y la complementación política regional como temas de conversación. El diálogo se produce luego de semanas de fuerte tensión entre el brasileño y la Casa Blanca, que acusó a Da Silva de repetir “como un loro” la propaganda de Rusia y de China durante su reciente visita a Pekín, en la que le pidió a Estados Unidos que dejara de “incentivar” la guerra en Ucrania.
En un escueto comunicado de tres párrafos, desde Presidencia informaron que durante el cónclave virtual “se analizó la evolución del comercio bilateral y los avances en la implementación de los acuerdos de cooperación firmados en los últimos meses”, días después de la reasunción de Lula como presidente, el primer día de enero de este año. No hubo alusiones a Washington, que por estas horas recibe a una comitiva de funcionarios massistas que buscan un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
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“De vuelta en Brasil, hoy en Alvorada llamé a mi amigo y presidente de Argentina @alferdez. Hablamos de Unasur, las relaciones fraternales en nuestro continente y la profundización del comercio entre nuestros países”, escribió el presidente brasileño a través de las redes sociales, recién llegado de su gira por Europa.
Según fuentes que supieron del diálogo entre ambos presidentes, Lula volvió a consultar a Fernández sobre la situación económica argentina. Hace quince días, en un discurso en la feria de innovadores industriales, el Presidente mencionó una conversación con su par brasileño relacionada, justamente, con la negociación con el FMI. “Lo hablábamos ayer con mi querido amigo Lula, le conté lo que estábamos viviendo (…) Él me dijo que el FMI no puede asfixiar a la Argentina, yo le dije que muchas gracias pero que ya se los dije, no nos van a asfixiar, no podemos dejar que nos asfixien”, dijo el Presidente entonces.
La Unasur, el organismo regional al que ambos regresaron en las últimas semanas, también fue parte de la charla. Tanto Brasil como Argentina intentan reflotar el organismo, frenado durante las presidencias de Jair Bolsonaro y Mauricio Macri, y que hoy no tiene ni siquiera sede, ya que la anterior, en Quito, fue desmantelada. Bolivia y Venezuela también son miembros, aunque falten países importantes en esa lista, como Chile y Colombia.
El 23 de enero, y a instancias del embajador argentino en Brasilia, Daniel Scioli, ambos presidentes firmaron en Casa Rosada los denominados “convenios de cooperación mutua”. Quedó pendiente la idea de una moneda común, rechazada por Brasil, aunque sí se avanzó en otras áreas estratégicas, “económicas y financieras, de defensa, de salud y de ciencia, tecnología e innovación, en el marco del relanzamiento de la alianza estratégica entre ambas naciones”, según finaliza el comunicado.
Lula viene sosteniendo, en las últimas semanas, una postura contraria a Estados Unidos en lo referente a la invasión ordenada por Vladimir Putin a Ucrania. Su viaje a China y sus expresiones sobre “dos partes” en conflicto en Ucrania motivaron la incomodidad de Washington, clave a su vez para la Argentina en sus negociaciones con el FMI en medio de la crisis de las reservas del Banco Central. “Lula está haciendo su juego como líder regional”, afirmaron fuentes oficiales, y relativizaron la incomodidad del Gobierno.
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Ambos presidentes iban a encontrarse el fin de semana que viene en Cancún para discutir, junto a otros mandatarios del continente, la propuesta de un esfuerzo en común para combatir la inflación, lanzado por el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador. La actividad fue suspendida a nivel de presidentes y hasta el momento sigue en pie, a nivel ministerial.
Sí quedan en pie otras dos citas. A fines de mayo, Lula y Fernández tienen previsto un festejo conjunto por los 200 años de vínculos bilaterales. Y a principios de julio, en Puerto Iguazú, participarán de la cumbre del Mercosur, probablemente la última de Fernández como presidente.