Una empresa de Canadá que se fondeó con el gobierno de ese país prepara una inversión millonaria en la Argentina

La empresa canadiense Lucent BioSciences quiere replicar en la Argentina el modelo de bioagrotecnología que desarrolla en su país con un biofertilizante a base del reciclaje de cáscaras de lentejas, arroz y avena. Planean invertir entre US$12 millones y US$15 millones en una planta -están analizando el lugar- en el marco de un plan de expansión que incluye también a Brasil y México. Este año están realizando los ensayos y el proyecto es para 2024.

La compañía cuenta con una planta en Canadá en la que produce entre 20 y 30 toneladas diarias de biofertilizantes (lo mismo fabricarían las instalaciones que piensan para la Argentina). Arrancó con un capital inicial de US$20 millones en su primera etapa: US$ 8 millones de la mano del gobierno canadiense a través de PIC (Protein Industry Canadá) y el resto de privados.

Además, el mes pasado recibió US$1,3 millones de parte del gobierno canadiense por el programa de tecnologías limpias agrícolas (ACT), un fondo que permite que los agricultores puedan aumentar su competitividad y reducir su huella de carbono, aportando al impacto ambiental positivo. El Estado canadiense ya invirtió US$11,5 millones en la empresa.

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José Godoy, cofundador de la compañía, explicó a LA NACION que la firma nació hace nueve años en la costa oeste canadiense con la idea de “acelerar la agricultura sustentable”. Con su socio AGT hicieron una alianza con 4D Labs de la Simon Fraser University y lograron el desarrollo de este fertilizante que tiene como “gran diferencia” con los que hay en el mercado es que utiliza como portador una celulosa (no un producto químico), es bioactivado (se activa cuando entra a la tierra) y no requiere del agua

“Tenemos un modelo circular de negocios, los restos de lo que sale del campo vuelven al campo; el producto no contamina y secuestra carbono”, añadió. La marca del biofertilizante que producen es Soileos, que es capaz de “fortalecer la tierra, mejorar la calidad actual de los productos alimenticios, cuidar las aguas residuales e incrementar la rentabilidad de los agricultores a corto plazo”.

Para la Argentina, señaló Godoy, analizan invertir en una planta solos o con un socio que puede ser una “gran procesadora” de alimentos y, a la vez, otorgar licencias a procesadores de alimentos o productores. “La Argentina es un país importantísimo para nosotros -detalló el empresario-. Ya estamos realizando ensayos”.

El biofertilizante -con forma de pellets- desarrolló tres micronutrientes independientes (Zinc, Fierro y Manganeso), mientras que durante este año se implementará cobre y boro. También se produce un blend específico para los cultivos de maíz, trigo y soja.

“Nacimos para ayudar a revolucionar la agricultura y potenciar el trabajo de los agricultores en el proceso de adoptar prácticas sostenibles, y que al mismo tiempo mejoren la rentabilidad de sus propios cultivos”, dijo Godoy, quien enfatizó que si no se avanza en ese sentido en unas tres décadas estará en riego la alimentación.

Un documento de la compañía indica que ensayos recientes de la aplicación del biofertilizante en Canadá, demostraron que su uso en cultivos bajos de zinc, dio una ventaja de 0,29 toneladas por hectárea de zinc, lo que implica que “por cada dólar invertido, el agricultor logra rentabilizar tres veces. Además, puede elevar los niveles de nutrientes con su uso, ya que recicla los coproductos del procesado de alimentos para convertirlos en nutrientes bioactivos”.

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