AMÁN, Jordania.- El heredero al trono de Jordania se casó este jueves con toda la pompa, en una ceremonia llena de brillo con la que el gobierno del país espera reforzar sus alianzas regionales y globales. Jordania es un aliado histórico de Occidente, que la considera una influencia estabilizadora en una región muy volátil.
El príncipe Hussein, de 28 años, nombrado heredero en 2009 por su padre, el rey Abdalá II de Jordania, contrajo enlace con la arquitecta saudita Rajwa Al Saif, de 29 años, que pertenece a una encumbrada familia vinculada con la dinastía gobernante de Arabia Saudita.
Jordania depende desde hace mucho de Occidente para apuntalar su economía y es uno de los mayores receptores de ayuda per cápita de parte de Europa y Estados Unidos. Los analistas esperan que la boda también logre un acercamiento del país con la potencia regional que tiene como vecina en su frontera sur.
A la boda asistió el príncipe heredero saudita, Mohammed ben Salman, y las mesas del banquete estuvieron repletas de miembros de la realeza europea y asiática, así como de destacadas figuras norteamericanas, como la primera dama Jill Biden. También asistieron el príncipe y la princesa de Gales, Guillermo de Windsor y Kate Middleton.
Tras años de tensiones, el príncipe Mohammed estuvo por primera vez en Jordania el año pasado, alentando la esperanza de que ese acercamiento también redundara en un apoyo económico más decidido de parte de los sauditas.
La boda también marca un hito en el camino de Hussein hacia el trono, luego de que el rey Abdalá consolidara aún más la tan preciada estabilidad de su país. En 2004, Abdullah le sacó el título de heredero designado a su medio hermano Hamza.
Hamza luego fue acusado de conspirar para derrocar al monarca como parte de un complot digitado desde el extranjero, pero Jordania no ha sufrido los levantamientos que tumbaron a los gobernantes vecinos y salió mayormente ilesa del caos que se vivió en la región durante la década pasada.
El príncipe Hussein se educó en Estados Unidos, se recibió en la Universidad de Georgetown, y después pasó por la Real Academia Militar de Sandhurst, Gran Bretaña, pero en los últimos años empezó a cumplir con muchos de los deberes del futuro rey de un país de 11 millones de habitantes y a codearse con líder mundiales, entre ellos, el presidente norteamericano Joe Biden.
En la cumbre de la Liga Árabe que se celebró el mes pasado en Jordania, Hussein caminó junto a su padre para recibir al príncipe heredero Mohammed, y los tres hombres fueron fotografiados juntos por los medios de prensa. A Hussein también se lo ve regularmente presidiendo las reuniones de varias agencias del gobierno.
En línea con las costumbres del linaje hachemí, que se considera descendiente directo del profeta Mahoma y gobernó la Meca durante años, las celebraciones públicas arrancaron cuando el príncipe Hussein y la novia hicieron el “ritual del lazo” y ataron sus manos en el Palacio de Zharan.
El cortejo nupcial luego hizo un recorrido de diez kilómetros por las calles de la ciudad de Amán, donde los jordanos tuvieron oportunidad de ver pasar a los futuros rey y reina de su país, en medio de un fuerte operativo de seguridad.
Muchos jordanos dicen preferir la continuidad del sistema político de su país, a pesar de sus defectos, y señalan los años que conflicto que asolaron a las vecinas Siria e Irak. “Para nosotros, los hachemíes son una válcula de escape”, dice Alia Ibrahim, docente de una escuela privada de Amán.
La necesidad de Washington de contar con un aliado estable en una región tan volátil hizo que muchas veces mirara para otro lado ante la lentitud de las reformas democráticas en Jordania y las luces y sombras de su historial en materia de derechos humanos. Estados Unidos tiene bases militares en Jordania, con cuyo ejército suele realizar entrenamientos conjuntos.
La economía del reino se va recuperando poco a poco después de muchos años de crecimiento lento y elevado desempleo, luego del último de sus muchos programas con el FMI. Sin embargo, se han producido protestas por el aumento del costo de vida, incluidas dos manifestaciones que dejaron víctimas fatales por el precio de la nafta, y algunos critican la boda del príncipe como un despilfarro de dineros públicos.
“¿Cómo vamos a estar felices si no llegamos a fin de mes?”, dice Abdullah al-Fayez, un soldado retirado que vive de sus magros ahorros en las afueras de Amán. “El que se casa es el príncipe, no nosotros”.
Suleiman al-Khalidi
Traducción de Jaime Arrambide