En el ocaso del viernes, y de una de las semanas más difíciles de su gestión, Alberto Fernández tuvo una noticia que mejoró levemente su complejo panorama por delante. Su par brasileño, y amigo personal, Luiz Inácio Lula da Silva, lo invitó este martes a Brasilia, en lo que le permitirá tener un evento de mayor envergadura en contraste con la alicaída agenda que tuvo tras renunciar a correr por la reelección. Con un dólar desbocado, una entrevista en tono jocoso mientras lo primero sucedía y con el Frente de Todos rearmándose sin él, la última semana de Fernández lo mostró más lejos que nunca del poder y despertó dudas respecto de cómo serán sus próximos siete meses de gobierno.
Quienes conocen de cerca el vínculo entre Fernández y Lula saben que el brasileño le tiene un enorme agradecimiento por el gesto que el mandatario argentino tuvo con él cuando estaba en prisión. Por eso incluso, en la noche del viernes, cuando se conoció el viaje, varios hombres del oficialismo leyeron en la invitación de Lula un gesto hacia su par en días aciagos. “Le tiró un centro, el único”, sintetizó un hombre del Frente.
La lectura no parece equivocada. El viernes al mediodía, cuando se cumplía una semana de su renunciamiento a la carrera por la reelección, Fernández cerró un acto junto a Sergio Massa. Su participación no estaba prevista hasta la noche anterior y sorprendió en el filo de una semana en la que los problemas y polémicas se habían acumulado alrededor del mandatario en contraposición a una agenda casi inexistente. A lo que además, en el anochecer del jueves se sumó ver cómo varios de los propios fueron al acto de Cristina Kirchner en La Plata. Un hecho que, a pesar de que cerca suyo buscaron mostrar desde como “un ejemplo de que Alberto pone por sobre todo la unidad” hasta que fueron “un gesto hacia Alberto”, las invitaciones a Victoria Tolosa Paz y Enrique “Pepe” Albistur, no alcanzan a tapar la realidad de un rearmado del Frente sin él, pero con algunos de los suyos adentro.
Quienes lo conocen de cerca aseguran que está “bien” y “aliviado” con la decisión que tomó. Convencido también de que “el kirchnerismo no tenía lista la segunda jugada” después de que él se bajara. Lejos del escenario electoral y del poder real, el lunes, mientras el dólar se desbocaba, el mandatario se mostraba relajado dando una extensa entrevista radial en la que habló del Covid, la siesta del domingo con Fabiola Yáñez y Robert De Niro.
Bajo una Buenos Aires atravesada por el humo que llegaba desde Uruguay, y varias horas después de haber reído y llorado con el conductor Mex Urtizberea, el mandatario se reunió con Miguel Pesce, titular del Banco Central. Desde su entorno buscaban bajarle el precio al encuentro aun en medio de la corrida. “Hablaron como hablan siempre”, repetían, relativizando un dólar que se asomaba a los 480 pesos.
Después tuvo un breve encuentro con el titular de la Asamblea Nacional de Vietnam en una jornada que terminó con el dólar por las nubes, la amenaza de lo que podría suceder en la jornada siguiente y con una polémica por el uso del helicóptero presidencial. Al día siguiente, mientras el dólar rozaba los 500 pesos, Fernández recibió al presidente rumano. Recién poco después se refirió, brevemente, por primera vez a la situación económica. Culpó a la “derecha” y los “especuladores”.
Para entonces desde su entorno buscaban darle volúmen. Hablaron de acciones coordinadas con Economía -área a la que apuntaban el día anterior- y trataban de mostrar armonía tras las diferencias internas. Explicaban que el diálogo era permanente entre presidente y ministro, que recién se vieron personalmente este viernes, cuando Fernández se sumó al acto que estaba previsto que encabezara Massa con gobernadores. “No estaba previsto que fuera”, fue la frase cerca de Hacienda.
En el medio, el miércoles lo encontró a Fernández bajándose de un acto en Florencio Varela. Cerca suyo aseguraban que era para seguir de cerca lo que sucedía con la moneda estadounidense, puertas adentro y sin mayores precisiones. El jueves fue similar. Como distintivo tuvo el zoom con Lula y mientras Cristina Kirchner arremetía en el Teatro Argentino de La Plata el mantenía una reunión con la SIGEN y Juan Manuel Olmos, uno de sus leales que estaba invitado al acto en la capital provincial, pero que se quedó a ultimo momento allí.
En paralelo, el kirchnerismo fue impiadoso. En los minutos posteriores a la entrevista del lunes un hombre de esas filas se sinceró ante LA NACION. “Si de algo no puede hablar Alberto es del Covid. El corazón de ese discurso está muerto desde el vacunatorio vip y la foto del Olivos Gate”, reflexionó. Para eso el kirchnerismo también tiene una comparación para mostrar diferencias: “Maxi (Kirchner) le festejó el cumple al nene (su hijo) por zoom, como hizo todo el mundo. Alberto le hizo la fiesta a la novia en Olivos”.
Las críticas del mandatario al “dedazo” tampoco cayeron bien. “Que él critique eso cuando llegó a presidente porque surgió de un dedazo, es increíble”. Algunos incluso consideraron “provocativo hacia Cristina” eso y el hecho de que ”él se achaque ser “armador”. “La discusión del poder está por fuera de él”, completaron con contundencia.
Desde allí también insistían en que Fernández tuvo muchas advertencias para torcer el rumbo de su gestión. Ubicaban el primer aviso en diciembre de 2020, cuando en el Estadio Único de La Plata la vicepresidenta llamó a alinear precios con salarios y habló de funcionarios que no funcionaban. Y luego aludían a la carta pública que en la semana posterior a la derrota de las elecciones de medio término, en septiembre de 2021, la vicepresidenta mencionó 18 reuniones con el mandatario en Olivos, en las que había planteado su preocupación por los atrasos salariales, el descontrol de precios y la delicada situación social.
Desde las filas de Fernandez consideran que “Cristina nunca quiso ser socia de las malas noticias”. Y agregan gestos a favor del mandatario como que “Alberto por un off le pidió la renuncia a (Matías) Kulfas, pero a él le dijeron barbaridades desde el “cuervo” (Larroque) hasta (Fernanda) Vallejos y todo siguió impune”.
En el kirchnerismo, a las advertencias que creen que Fernández tampoco vio suman lo que se empezó a ver el año pasado, con los gobernadores que iban desdoblando sus cronogramas para no quedar encerrados en el laberinto nacional y así preservar sus territorios.
De cara a lo que viene en el futuro de Fernández, sin chances de ser reelecto, ni margen de negociación en la interna, existen pocas certezas de que podrá hacer el funcionario. A la par del concepto de “seguir poniendo en valor su gestión”, algo que repiten en su entorno casi como un mantra, está el hecho de que Fernández continuará buscando potenciar su agenda internacional. “Alberto está muy bien visto afuera y tiene actividades interesantes por delante”, insisten cerca suyo. Aunque podrían surgir más, entre sus posibles viajes está, además del de este martes a Brasilia, otro hacía allí a fines de mayo próximo y a Bruselas en julio; mientras que para septiembre podrían estar Nueva York y Nueva Delhi.
Cerca del mandatario se esperanzan con que en los próximos meses los propios “no sacudan” el escenario. No por piedad hacia Fernández sino porque cualquier reacción impactaría en el frágil escenario económico con las consecuencias que eso podría tener para Sergio Massa, a quien todos descuentan como próximo candidato. “No es negocio para nadie sacudir mucho”, repiten. En Massa depositan también algunas lecturas sobre el kirchnerismo y su relación con ellos. “Si hubieran tenido una estrategia, no terminarían yendo con Massa que no simboliza kirchnerismo y dijo que los iba a meter a todos presos”.