ESTAMBUL.- En la contienda electoral más igualada en años, Turquía se encaminaba hoy a una segunda vuelta de unas elecciones presidenciales que concentraron la atención de todo el mundo.
A falta de una sorpresa en el tramo final de un atribulado recuento, el próximo 28 de mayo el presidente islamista Recep Tayyip Erdogan y Kemal Kilicdaroglu, el líder de una heterogénea coalición opositora, se enfrentarán en un cara a cara en las urnas. La noche, llena de nervios y tensión, se anticipaba muy larga para observadores y funcionarios electorales.
Con cerca del 90% del voto escrutado, ni siquiera estaba todavía claro cuál de los dos favoritos había sido el ganador, pero parecía improbable que alguno de ellos pudiera sobrepasar la barrera del 50% que evitaría una segunda vuelta. Detrás, en tercer lugar, se situó el ultranacionalista Sinan Ogan, con cerca del 5% de los votos, un resultado mejor que el que le otorgaban los sondeos. Su apoyo resultará ahora clave para decidir el futuro del país.
La jornada electoral transcurrió sin grandes incidentes, pero tan pronto se inició el recuento estalló la guerra de narrativas entre gobierno y oposición, en un país altamente polarizado tras más de una década de deriva autoritaria. Mientras la agencia estatal de noticias Anadolu, la única autorizada para transmitir los resultados oficiales, informaba que Erdogan se hallaba en cabeza, la oposición disputaba los datos y aseguraba ser la verdadera ganadora. Y es que el proceso de recuento en Turquía es poco transparente, lo que da pie a todo tipo de conjeturas.
Cerca de medianoche, Kilicdaroglu compareció ante los medios para acusar al gobierno de manipular el recuento a base de bloquear la certificación de los resultados en sus feudos con objeciones absurdas. “Están evitando que nuestros votos se cuenten allí donde son más altos … Están bloqueando la voluntad del pueblo”, espetó. De hecho, cuando empezaron a llegar los primeros datos, el presidente turco se acercaba al 60% de los sufragios, pero a medida que avanzaba el recuento, su ventaja iba estrechándose progresivamente.
Una hora más tarde, fue el turno de Erdogan de dirigirse a la nación, pero desde el balcón de la sede de su partido en Ankara ante miles de seguidores. “Aún no se ha acabado el recuento, pero está claro que ganamos con un margen cómodo. Ellos también saben que lideramos, pero intentan manipular la nación una vez más. No lo permitiremos”, aseguró el mandatario islamista. “En nuestra relación con la nación, siempre hemos sido honestos … Respetamos la voluntad del pueblo”, añadió Erdogan, que elogió el comportamiento cívico del pueblo turco por su compromiso con las urnas.
El acrimonioso recuento muestra hasta qué punto la desconfianza y la hostilidad entre ambos campos eran elevadas, lo que anticipa una segunda vuelta de alto voltaje. Los días anteriores a la contienda se había especulado con que Erdogan, en el poder desde 2002, podría no reconocer el resultado en caso de derrota, igual que ya hicieron otros líderes populistas, como Donald Trump o Jair Bolsonaro.
El día estuvo marcado por las largas colas en muchos colegios, en algunos casos con esperas superiores a una hora. La participación final fue récord, y no solo en Turquía: un 93%. En las últimas elecciones, en 2018, la participación alcanzó el 86%. La cifra adquiere un valor todavía más elevado, y muestra el fuerte compromiso de los turcos con la democracia, si tenemos en cuenta que la contienda llega apenas tres meses después de un terremoto que causó una gran devastación en 11 provincias del tamaño de Portugal.
“Se ha podido votar con normalidad”, explicó Gokce, una activista de la sociedad civil de Antioquía, una de las ciudades más dañadas. Allí, en lugar de colegios, se tuvo que votar en algunos casos en tiendas de campaña. Además de 56.000 víctimas mortales, el temblor provocó casi dos millones de desplazados.
“La mayoría de los desplazados no pudieron cambiar su domicilio en el registro electoral. Por eso, la sociedad civil ha organizado cientos de buses que trasladen a los desplazados a sus pueblos y ciudades”, añadió por teléfono Gokce, una emprendedora agroalimentaria.
Las legislativas, la otra batalla
Aunque las elecciones presidenciales han atraído la atención de la mayoría de los medios internacionales, no fueron las únicas celebradas el domingo. En las urnas también se elegían los 600 diputados del Parlamento nacional. De acuerdo con los primeros datos oficiales, la coalición de partidos liderada por el AKP ganó claramente e incluso podría acercarse a la mayoría absoluta. La discrepancia entre el resultado de las presidenciales y las legislativas se explica porque en estas últimas la ley electoral favorece al AKP, y además, la oposición se presenta fragmentada.
El principal cambio en la ecuación de las legislativas es la presencia de la coalición liderada por el HDP, el principal partido nacionalista kurdo, y de la que también forman parte diversos pequeñas formaciones de la izquierda turca. En las últimas elecciones, el bloque del HDP, que ha pedido abiertamente el voto por Kilicdaroglu en las presidenciales, fue la tercera fuerza, con 67 diputados.
Los resultados de las legislativas son importantes no solo porque la oposición necesita la mayoría en la cámara para lograr su principal promesa, enmendar la Constitución para sustituir el sistema presidencialista, sino porque podría influir en la segunda vuelta.
“Si Erdogan gana las legislativas, en la segunda vuelta hará campaña en favor de la estabilidad argumentando que una cohabitación entre el presidente de un color y el Parlamento del otro será un problema”, sostuvo el analista Umut Ozkirimli.