Pocas veces las tensiones en Juntos por el Cambio quedaron tan expuestas como en la última semana. Sin embargo, la coalición opositora encara la recta final hacia el cierre del plazo legal para la presentación de alianzas sin riesgos de ruptura. En la cúpula de JxC descuentan que no habrá sorpresas en la configuración del espacio, después de que se frustrara el pacto con Juan Schiaretti. Hasta la noche de este martes, los apoderados de Pro, la UCR, la Coalición Cívica y Encuentro Republicano Federal, entre otros socios, discutían los aspectos técnicos y el reglamento interno que aplicarán para integrar las listas. Resta saber si se reflotará la idea de modificar la denominación del frente tras el ingreso de José Luis Espert. Hasta ahora los encargados del armado de JxC minimizan las chances de que se anote un nuevo nombre. Pero Espert pide incorporar la palabra “libertad”.
Si bien falló en su intento de incorporar a Schiaretti antes del cierre de alianzas, sobre todo por el rechazo de Patricia Bullrich, su rival en la interna presidencial de Pro, y Mauricio Macri a sumar a sectores del PJ no kirchnerista y por el acople de la maniobra con el proceso electoral en Córdoba, Horacio Rodríguez Larreta está dispuesto a demostrar que va en serio su intención de ampliar a JxC y alejar al bloque de los extremos de la derecha. Incluso, con sus últimos movimientos, buscó exhibir que Bullrich está aislada en JxC y tiene una visión “sectaria”. Desde el domingo a la noche, Larreta pretende subrayar que el triunfo de Claudio Poggi en San Luis prueba que JxC debe ensancharse para vencer al kirchnerismo en las urnas. “Fueron tres días positivos para nosotros”, dicen allegados al jefe porteño.
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Larreta armó una puesta en escena en el búnker de Poggi para fortalecerse en la discusión ideológica con Macri y Bullrich. El sábado organizó el viaje de referentes del ala aperturista a San Luis junto con Gerardo Morales y Martín Lousteau, sus socios en la UCR. Convocaron a Margarita Stolbizer (GEN), Espert, Maximiliano Ferraro (CC) y Miguel Pichetto. Así, Larreta procuró excluir a Bullrich, quien había decidido escoltar a Cornejo en Mendoza. En el larretismo evalúan que la exministra quedó dañada por una “mala elección” de Cornejo.
Pichetto no pudo ir a San Luis, pero avaló el pronunciamiento que difundió Larreta para ratificar su vocación de ampliar a JxC. Larreta no solo logró la firma de Morales, Lousteau, Ferraro, Elisa Carrió, Stolbizer y Espert, entre otros, sino que pudo sumar a Gustavo Valdés, uno de los referentes de la UCR que se disputan el jefe porteño y Bullrich. Hasta ahora, Valdés mantuvo una posición neutral. Decidió suscribir al comunicado impulsado por Larreta ya que concuerda con que el próximo gobierno deberá apostar por una concertación.
Bullrich prepara una contraofensiva. No solo pretende cerrar un pacto con Maximiliano Abad, clave en el tablero bonaerense, sino procura reflotar su sociedad con el Grupo Vendimia, los díscolos de Morales, y colocar un radical como compañero de fórmula. Ayer, Bullrich ratificó que irá con listas propias en todas las provincias. Una declaración de guerra a Larreta. El epicentro de esa tensa pelea es Buenos Aires.
Antes de regresar a la Capital tras festejar el triunfo de Poggi en San Luis, Larreta tuvo un breve intercambio en el aeropuerto local con Lousteau, Morales, Stolbizer y Espert, entre otros. “No bajamos lo de Schiaretti”, avisó. Pese a las críticas de Bullrich y Macri, Larreta ya no puede retroceder con su intención de anexar al “Gringo”. No habrá “frente de frentes”, pero le quedan otras alternativas, como negociar un lugar en la lista e incorporarlo como extrapartidario. ¿Vice de Larreta o diputado? “Todo está abierto. A partir del jueves retomaremos las conversaciones”, dicen en el entorno de Larreta. Por lo pronto, Schiaretti se alista para anotar este miércoles su frente “Hacemos por nuestro país” para disputar la Presidencia.
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En el grupo aperturista de JxC creen que la agudización de la crisis los obliga a redoblar los esfuerzos para ampliar la base electoral y fortalecer la presencia de la fuerza en el Congreso. Pese que no habrá una fractura formal, JxC cruje porque en el espacio conviven dos modelos de país. La grieta entre los dos bandos se agudiza por la pérdida de poder de Cristina Kirchner. Ya no los une la amenaza de hegemonía del kirchnerismo. Por caso, los radicales que responden a Morales y Lousteau rehuyen de Bullrich por su inclinación a impulsar un “shock de orden” y un ajuste drástico de las cuentas públicas. Les incomoda que se declare a favor del bimonetarismo o que prometa levantar el cepo cambiario desde el primer día de gobierno. Con Larreta, Carrió y Pichetto concuerdan en la necesidad de construir una coalición de gobierno con una visión de centro que tenga sustento para gestionar la crisis. “JxC debe ser parecido al Partido Popular, no a VOX”, sintentizan en el eje moderado.
Está claro que el jefe porteño y Bullrich tiene distintos diagnósticos sobre las falencias del gobierno de Macri. Larreta cree que el fundador de Pro no amplió lo suficiente ni hizo pactos sólidos con el PJ para lograr que las reformas se sostengan en el tiempo. Bullrich, en cambio, considera que a Macri le faltó coraje para avanzar con transformaciones y pecó de gradualista. El abordaje del fenómeno de Javier Milei también los distancia a duros y moderados. Larreta, Morales y Lousteau apuestan a coparticipar al PJ no K para evitar que Milei crezca y consolidar a JxC como una coalición de centro. Por su parte, Bullrich y Macri insisten en que el Pro no debe descuidar la identidad ni regalar el carril del “cambio” a Milei.