Luego de haber proyectado hace unas semanas en un informe de precampaña un crecimiento de la superficie con trigo en 600.000 hectáreas versus el año pasado, afectado por la sequía, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires dio a conocer una estimación donde la expansión versus 2022 sería de solo 200.000 hectáreas, en medio de que falta recomponerse la humedad en varias regiones agrícolas. Versus las 6,7 millones de hectáreas proyectadas el último mes en un reporte, la entidad ahora calculó 6,3 millones de hectáreas. En el ciclo 2022/2023 se habían sembrado 6,1 millones de hectáreas.
El dato sobre la siembra, que representaría una mejora del 3,3% lo dieron a conocer expertos de la entidad en la jornada del seminario de Agrotendencias 2023. En tanto, la producción fue calculada en 18 millones de toneladas, un salto del 45%. Vale recordar que el año pasado por la sequía el trigo perdió casi 50% de producción. En cebada se prevé una superficie estable de 1,3 millones de hectáreas con una cosecha de 5 millones de toneladas. Tras la sequía del año pasado, el trigo y la cebada aportarían exportaciones por US$4545 millones, un salto del 49%. Es dinero que entrará fresco cuando asuma el próximo Gobierno.
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Entre los comentarios que acotaron los distintos expertos que disertaron en el evento estuvieron las complicaciones que se generaron en las últimas dos campañas, donde los “rindes fueron inferiores a los esperados”.
El panel compuesto por Cecilia Conde, jefa del Departamento de Estimaciones Agrícolas de la Bolsa de Cereales; Sebastián Gariboldi, analista de departamento de Estudios Económicos; Daniela Regeiro, analista del departamento de Investigación y Prospectiva Tecnológica, y Ramiro Costa, director de Estudios Económicos de la Bolsa de Cereales porteña, mencionaron que basados en los análisis que se realizan en las zonas productivas del país se observó que en “la zona centro hay mucha indecisión”, por lo que “va a depender de lo que pase en el próximo mes” respecto de las lluvias. Además, indicaron que “la campaña 2022/23 fue muy complicada”.
La proyección, según explicó Costa durante el evento que convocó a más de 200 personas, se recortaría 400.000 hectáreas respecto del informe de precampaña que se dio a conocer en abril pasado. Esto se debe a las cuestiones climáticas que han sido negativas “fundamentalmente en la zona centro productiva”.
“Es crucial lo que suceda dentro de los próximos 15 a 30 días”, mencionaron. Para los expertos, los desafíos que tendrán a mediano y largo plazo los productores deberán estar basados en la estrategia, en la práctica que mejore la eficiencia de los recursos, en los insumos y en el rendimiento de los suelos.
Por otra parte, contaron que en el caso de la cebada se prevé una proyección de 1,3 millones de hectáreas, manteniendo la superficie versus el ciclo pasado, y la cosecha esperada sería de 5 millones de toneladas, una mejora del 32%.
De esta manera, la campaña fina alcanzaría un total de 7,6 millones de hectáreas con 23 millones de toneladas producidas, todo esto si el clima acompaña.
Estos números, por la cosecha entre ambos cereales, se traducirían en US$5427 millones de contribución al PBI, es decir que habrá un 33% más que la campaña pasada.
Además, señalaron que estos cambios impactan en el efecto de incremento en la cantidad producida por US$2178 millones, que representan una mejora de US$138 millones por disminución en los costos de los insumos, y un efecto negativo de US$982 millones, por menores precios de exportación de los granos; aunque recalcó que el efecto neto es positivo.
Al mismo tiempo, explicaron que el valor de exportaciones proyectado, aunque lejos del pico de 2021/22 (US$6022 millones), se encontraría por encima del promedio de los últimos 5 años. En efecto, entre trigo y cebada están proyectadas ventas al exterior por US$4545 millones, una recuperación del 49%. La recaudacón fiscal treparía a US$1593 millones, un aumento del 27%.
Uno de los puntos que se vienen reiterando en los distintos escenarios es la capacidad productiva que tendría la Argentina si se eliminaran gradualmente los derechos de exportación y cómo de esta manera impulsarían el ingreso de divisas. Costa, en este caso, recordó los números del plan que propone el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), que planteó meses atrás una estrategia progresiva cuyo impacto fiscal sea neutro desde la puesta en marcha, “con un programa de eliminación de los DEX, paulatino, llegando a eliminar el impuesto distorsivo en 10 años”.
En este caso, reiteró el economista, la Argentina podría pasar de producir 23 millones de toneladas en trigo y cebada, a alcanzar una cosecha fina 35 millones de toneladas para la campaña 2033/34.