Juntos por el Cambio está en un tembladeral. El frustrado operativo para incorporar de Juan Schiaretti desnudó los síntomas de la crisis que atraviesa el frente opositor cuando restan cuatro días para la inscripción de alianzas. Sin un liderazgo claro ni reglas de juego definidas ni mecanismos institucionales en la coalición para dirimir las diferencias, los jefes del espacio volvieron a quedar enredados en una lucha facciosa a la hora de debatir sobre la propuesta que formularán ante el electorado para reconquistar una mayoría social que les permita regresar al poder nacional.
La postergación del plan de Horacio Rodríguez Larreta y Gerardo Morales para sumar a Schiaretti sirvió temporalmente para calmar los ánimos y disipar la amenaza de fractura con vistas a los comicios presidenciales. Sin embargo, los puentes de diálogo entre el campo moderado y el ala dura de JxC quedaron visiblemente dañados. A la falta de coordinación y de articulación política para diseñar la estrategia electoral o un relato común de proyecto de país que JxC venía exhibiendo en las discusiones extramuros se sumó ahora una exacerbación de las enemistades políticas y los rencores personales entre las principales figuras del espacio.
Con este telón de fondo resulta complicado, admiten en la cúpula opositora, encontrar denominadores comunes u objetivos superadores entre los dos grupos que dominan la fuerza en la antesala de la pelea por las listas. El enfrentamiento por la incorporación de Schiaretti profundizó los “compartimentos estancos” en el tablero de JxC. De un lado, quedaron Larreta, Morales, Elisa Carrió, Martín Lousteau y el peronista Miguel Pichetto. Y del otro, Patricia Bullrich, Mauricio Macri, Ricardo López Murphy y los radicales díscolos de la Vendimia. ¿Bastará la competencia en las PASO para consolidar una síntesis? “La división entre dos polos es irreversible”, grafica un dirigente que transita en el Pro desde su fundación.
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Entre los máximos referentes de la fuerza tampoco concuerdan en el diagnóstico sobre las fallas que exhibe el dispositivo de JxC antes de un nuevo test en las urnas. Larreta y Morales atribuyen la caída de la valoración de la marca y la consolidación de Javier Milei a la pelea endogámica por la sucesión de liderazgos en Pro. Por eso, promovieron la apertura a sectores del peronismo no kirchnerista. Bullrich, en cambio, está convencida de que los veredictos de las urnas exhibirán una reivindicación del sello. Ese mensaje intentará enviar esta noche desde Mendoza, donde JxC espera festejar un triunfo del radical Alfredo Cornejo. También aguardan un batacazo en San Luis de Claudio Poggi, una buena performance de Sánchez y Alfaro en Tucumán y una victoria en las legislativas de Corrientes, terruño de Gustavo Valdés. Así Bullrich podría enrostrarle a Larreta que la herramienta de JxC aún es competitiva y no requiere una reconfiguración.
El lunes, mientras se desarrolle la convención partidaria de la UCR en Parque Norte, Bullrich estará junto a Carolina Losada y Luis Juez en San Francisco, Córdoba, para escenificar su respaldo a sus candidaturas tras el vendaval que provocó en el tablero de Córdoba el operativo para pactar con Schiaretti. Con esa postal, buscará subrayar el traspié político de Larreta, impulsor del fallido acuerdo con el gobernador de Córdoba. “Lo que hizo Horacio fue un tiro en el corazón del votante de Pro. Una jugada así te sale bien o te hunde”, apuntan en el búnker de la exministra.
Larreta y Bullrich hablaron el miércoles para destrabar el postergado desembarco de José Luis Espert a JxC. Fue un diálogo escueto, en el que solo abordaron los términos del anuncio por el ingreso del economista liberal. La exministra insistió en que el diputado podría ser más competitivo en Buenos Aires, pero no puso condicionantes sobre una eventual candidatura presidencial. En medio del fuego cruzado entre “halcones” y “palomas” ante la opinión pública por las negociaciones con Schiaretti, no intercambiaron visiones sobre el caso del gobernador peronista ni consensuaron una hoja de ruta para aplacar el nivel de confrontación de cara a las primarias. Nadie sabe en JxC cómo será el día después de las PASO. No está claro que los sectores de Bullrich y Larreta puedan permanecer cohesionados si la interna sigue escalando. “Nadie cuida la lengua y la marca se sigue deteriorando”, se lamenta uno de los popes de la UCR.
En el intercambio telefónico del jueves Larreta y Bullrich lograron una mini-tregua. Ella cedió ante la presión de Larreta y sus aliados en el polo moderado de JxC -Morales, Lousteau y Carrió– para autorizar la llegada de Espert, pese a que Macri había puesto reparos antes de irse a Estambul, Turquía, para presenciar la final de la Champions League. “Nosotros no se la hubiéramos dejado pasar. Horacio lo sube a Espert para restarle votos o mandarlo a confrontar con Patricia en la campaña”, dice un macrista paladar negro.
Ante el gesto de apertura de su competidora y, sobre todo, inquieto por la magnitud del rebote de la jugada en el círculo rojo, Larreta también debió retroceder con su plan y puso en “stand-by” su cruzada para sumar a Schiaretti. Ahora evalúa otras alternativas para tener el apoyo del “Gringo” más temprano que tarde. ¿Le ofrecerá un casillero en la lista de diputados a Schiaretti o Diego Bossio? A Larreta sus números en Córdoba lo empujan a un entendimiento.
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Los presidenciables de Pro volvieron a intercambiar mensajes por chat el viernes. Atenta a la posible ruptura de JxC en Santa Cruz, la cuna del kirchnerismo, donde el jefe porteño impulsa un acercamiento con el sindicalista Claudio Vidal, Bullrich le escribió a Larreta para evitar que la sangre llegue al río. En sintonía con Macri, repite que el Pro debe consolidar su identidad y no diluirse en pactos con el PJ. Larreta, en cambio, está convencido de que deben coparticipar a integrantes del peronismo no kirchnerista, como Schiaretti, para ser competitivos y garantizar una masa crítica que le dé sustentabilidad a las reformas a lo largo del tiempo.
“Los canales formales de diálogo entre los equipos de campaña están destruidos. Y Patricia y Horacio solo hablan por temas puntuales”, dicen allegados a la exministra. A Bullrich le preocupa que Larreta haya coqueteado con una fractura formal de JxC. También que la línea interna de la coalición opositora que responde al jefe porteño se mueva cada vez con mayor autonomía.
Reproches cruzados y suspicacias
En el ala moderada de JxC responsabilizan a Macri por el cisma de JxC. Le adjudican agitar la feroz interna de Pro entre sus herederos e inmiscuirse en las discusiones por los alineamientos del radicalismo. A su vez, lo acusan de coquetear con una alianza con Milei (La Libertad Avanza) -creen que le sube el precio cuando pronostica que el economista entrará al ballottage- y de favorecer a Bullrich en la pulseada con Larreta. Le reclaman que se ponga por encima de la disputa de liderazgos y mantenga una posición equidistante. Es decir, que se ponga en el papel de expresidente. El domingo, Carrió dijo en público lo que venía alertando en charlas privadas: acusó a Macri de “jugar para que JxC pierda” las elecciones. El exmandatario les quita relevancia a las expresiones de la líder de la CC. Considera que ya no tienen impacto en la opinión pública. Pero Pichetto -que orbita más cerca de Larreta por diferencias de fondo y de formas con Bullrich- también le aconsejó debía ayudar a amalgamar a Pro y no inclinar la cancha a favor de la exministra.
En el entorno de Macri cargan contra Larreta. Aseguran que el fundador de Pro dosifica sus intervenciones en el debate público, pese a las quejas constantes que recibe de Bullrich por las “picardías” subterráneas que ejecuta el alcalde para perjudicarla. Por caso, los laderos de Bullrich consideran que Carrió, que acusó al sector macrista de querer hacer un “ajuste brutal” y de estar dispuesto a “reprimir hasta matar”, es alentada por el jefe porteño para esmerilar a Bullrich. “Larreta solo usa a Carrió para dañar a Patricia y a Mauricio. Ella está en paritarias”, braman en el bullrichismo.
Trastienda del caso Schiaretti
La cronología del affaire Schiaretti sirve para retratar la magnitud de la grieta interna en JxC. Larreta y Morales cenaron con el gobernador de Córdoba el miércoles 31 de mayo para avanzar con las tratativas para conformar un “frente de frentes”. Unas horas después, el jefe porteño habló con Macri, pero no le avisó que pensaba impulsar una discusión en la cúpula opositora sobre la necesidad de explorar un acercamiento a Schiaretti.
El viernes de esa misma semana, después de haber hecho una ronda informal de consultas con los altos mandos de la UCR, como Gustavo Valdés, Lousteau, Facundo Manes y Mario Negri, entre otros, Morales planteó el tema de Schiaretti en una reunión exprés de la mesa ejecutiva de JxC. Fue luego de discutir con Federico Angelini, titular de Pro interino y representante del eje Bullrich-Macri, sobre la demora del partido amarillo en darle el visto bueno al ingreso de Espert.
En el larretismo acusan al jujeño de haberse precipitado. Los radicales, en tanto, le reprochan no haber interferido para lograr consensos en el Pro. Es que, apenas trascendió , Bullrich salió a descartar de plano cualquier entendimiento con el “Gringo”, sobre todo, porque el proceso electoral en Córdoba ya estaba en marcha. Los referentes cordobeses de JxC mascullaban bronca: se enteraron a través de los medios que Morales y Larreta pactaban con su adversario local. El domingo, presionado por el jefe de la UCR y Pichetto, Larreta publicó la carta pública en la que confirmó que estaba detrás del operativo para sumar a Schiaretti. Diego Santilli, su gran apuesta electoral en Buenos Aires, se enteró apenas un rato antes de que se difundiera el texto. Macri se enfureció porque Larreta ni siquiera le notificó que ejecutaría una jugada de alto voltaje político. “No entiende qué está haciendo, pero sabe que Horacio no va a romper”, dicen allegados al expresidente.