“Vivimos una cultura en la que todos gritan y nadie escucha”, advirtió el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Ojea, en momentos de fuertes tensiones económicas, políticas y sociales en el país.
Cerca de un centenar de obispos de todo el país comenzaron en Pilar las deliberaciones de la asamblea episcopal, en la que muchos de ellos transmitieron su preocupación por la sensación de “desánimo y tristeza” que perciben en la gente, confió a LA NACION una fuente eclesiástica.
“En este momento, el deseo de los obispos es llevar y tener una voz de esperanza”, se indicó, ante la severa crisis marcada por un índice de pobreza del 40% y una inflación superior al 100% en un año.
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Al celebrar una misa en el cierre de la segunda jornada de la asamblea, Ojea contrastó el clima de tensión con la disposición al diálogo que muestra el Papa en el reciente documental Amén. Francisco responde, en el que conversa con jóvenes y adolescentes de distintas nacionalidades sobre realidades y desafíos que interpelan a la Iglesia.
“Francisco se integra [en el diálogo con los jóvenes] como uno más en la charla. Esa ronda de conversación manifiesta un catálogo de las realidades de los jóvenes y las jóvenes. Un elenco de problemas, de heridas, de planteos, de inquietudes y de enojos con la Iglesia que encontramos muchas veces en nuestro diálogo con el mundo”, precisó Ojea.
El obispo de San Isidro había advertido el domingo que en la sociedad argentina existe un “clima de violencia muy grande” y que la gente se “pelea por cualquier cosa”. Exhortó, en ese sentido, a “tener una verdadera escucha activa de los demás, que permita salir de los pantanos y aprender a dialogar”. Llamó entonces a “aprender a escuchar”, aunque admitió que se trata de “un ejercicio difícil”.
Francisco y la Argentina
La asamblea de los obispos, que se extenderá hasta el viernes, fue inaugurada el lunes, con una misa que presidió el nuncio apostólico, Miroslaw Adamczyk, en la Catedral metropolitana. El decano del cuerpo diplomático, de origen polaco, destacó “la misión del Papa y el orgullo que significa para los argentinos”, ante los obispos que participan de la asamblea episcopal. Estuvieron, también, el secretario de Culto de la Nación, Guillermo Oliveri, y el embajador de los Estados Unidos, Marc Stanley, entre otros.
Frente a la posibilidad de que en 2024 se concrete finalmente la esperada visita de Francisco a la Argentina -deslizada por el propio pontífice en una entrevista con el periodista Joaquín Morales Solá, como publicó LA NACION el domingo-, en el Episcopado todavía no tienen novedades. Remiten a la carta que los obispos le enviaron a Francisco, en la que le expresan el deseo de recibirlo en el país.
En su mensaje, Ojea instó a los obispos a “ejercitarnos en el arte de escuchar, que es más que oír”, e insistió en que Francisco “pone en práctica estas actitudes en su diálogo con los jóvenes en el documental”. Describió que se integra como uno más en la conversación, no va a bajar línea y exhibe una actitud profética, no demagógica.
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El obispo de San Isidro admitió que “a diferencia de otras épocas, la Iglesia ya no es la referencia obligada de las sociedades. A muchos ni siquiera les interesa lo que nosotros pensamos, no les molesta discrepar con nosotros. Al contrario, a veces piensan que esa discrepancia los valida. Somos una voz más en la conversación”. Dijo que “esta realidad es bien conocida por el Papa, la acepta y actúa en consecuencia”.
Al margen de la misa de apertura en la Catedral y del posterior mensaje de Ojea, los obispos realizaron el tradicional intercambio pastoral, en el que conversaron sobre los desafíos de cada diócesis, frente a la realidad marcada por la fuerte crisis social. La agenda de la asamblea contempla el análisis del Pacto Educativo Argentino, una propuesta en la que se viene trabajando para proponer reformas destinadas a superar la grave crisis de la educación en el país, cuyo documento final será presentado a los candidatos que se postularán en las elecciones presidenciales, entre otros temas.
La revisión del pasado
El presidente del Episcopado se refirió, también, a la reciente publicación de La verdad los hará libres, la obra en tres tomos publicada por el Grupo Editorial Planeta y en la que la Iglesia presenta documentos y testimonios sobre la actuación de los obispos durante la violencia de los 70, a partir de la revisión de los archivos del propio Episcopado, de la Nunciatura Apostólica y de la Secretaría de Estado del Vaticano.
“Fue un verdadero ejercicio de escucha de nuestros archivos y de las víctimas que estaban detrás de ellos. No tuvimos solamente la intención de publicar los textos de nuestros archivos, sino la de hacernos cargo de una historia, haciendo una memoria agradecida por tantas hermanas y hermanos nuestros, laicos, religiosos, sacerdotes y obispos que en momentos dramáticos de nuestra historia respondieron con enorme coraje evangélico y entregando sus vidas”.
Mencionó especialmente “la vida y el ministerio del beato Enrique Angelelli y de monseñor Carlos Ponce de León”, dos obispos que actuaron en las décadas del 60 y del 70 y no tuvieron el reconocimiento unánime de sus pares.