El experimento hubiese sido riesgoso, pero si Sergio Massa era candidato a presidente, había una certeza: el ministro iba a hacer todo lo que tiene en su poder para evitar que las bombas plantadas en distintas variables de la economía no exploten en sus narices.
Aunque nada garantizaba que lo hicieran por motivos que lo excedan, nadie quiere pegarse un tiro en el pie. Con él fuera de la carrera por el sillón de Rivadavia, surgen interrogantes con respecto a su futuro.
Massa difundió un mensaje dirigido a su equipo en el que aseguraba que el lunes “continúa el trabajo”. Hasta cierto punto, algunos consideran que dar un paso al costado sería arruinar su propio trabajo, ya que no tendría buen impacto en su futuro político que el tigrense arroje al aire la papa caliente que aceptó recibir en agosto del año pasado.
En definitiva, lo que en algún momento intentó transmitir a sus socios políticos del Frente de Todos -el hecho de que lo que queda de la economía dependía de él-, ahora se volvió en su contra y es él el quien parece rehén de su propio cargo.
La visión de María Castiglioni, de C&T Asesores Económicos, es que si se confirmaba que era candidato, “por un lado era como un premio, un respaldo dentro de la coalición, pero, por otro lado, implicaba que tenía que dejar seguramente el Ministerio de Economía”. “Probablemente, va a ser candidato, pero no va a tener ese grado de relevancia. Todavía es desafiante todo lo que hay por delante respecto del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y eso obviamente puede generar alguna duda acerca de la fecha de vencimiento del deadline que tiene final”, opinó.
En los cinco meses y 17 días que le quedarían al mando del superministerio gestado para él (con la incorporación de áreas como Producción y Agricultura, por ejemplo), a Massa no le faltarán desafíos. El primero tiene que ver con uno de sus principales aliados, el Fondo Monetario Internacional, con quien sigue negociando algún tipo de acuerdo en un contexto de promesas vacías, metas trimestrales incumplidas y aires presidenciales diluidos.
Massa aseguró a principios de mes que tendría resultados visibles para hace dos días, que viajaría a Washington durante esta época y que estarían asegurados dólares frescos. Nada de eso ocurrió hasta el momento.
Desde el Ministerio de Economía aseguraron que este miércoles se haría un pago de US$1900 millones al FMI. Eso no ocurrió. Finalmente, fue el organismo de crédito el que confirmó que la Argentina unificaría todos los vencimientos de junio, por unos US$2700 millones, para fines de este mes. Los motivos no fueron explicados, pero la falta de dólares en el Banco Central apremia.
Si pagan el 30, será la primera vez en toda la era de Alberto Fernández que se usen dólares propios para hacer un desembolso al FMI (ya que solo hay el DEG equivalentes a US$1600 millones), como apuntó la consultora 1816. La administración de los que quedan en las arcas es otro de los principales desafíos a fin de año.
“Acordemos que no se cumplieron las metas del primer trimestre, ya estamos terminando el segundo trimestre, hay que hacer los pagos, los fondos no vienen, no hay una definición sobre el tema, se estaría negociando en teoría, pero mientras que eso se haga los plazos te van corriendo, las cuotas hay que pagarle, no tenemos con qué. Así que ya te digo, no lo veo como que esta noticia sea algo desfavorable, tampoco es que lo pone en una situación mucho mejor, pero no lo veo como algo negativo”, apuntó Christian Buteler, analista financiero.
Otro vinculado a ellos es la contención del precio de la divisa estadounidense. El ministro ha evitado hacer un sinceramiento del tipo de cambio, con distintos artilugios de intervención en el mercado financiero a través de bonos, dólares y restricciones a la compra venta de instrumentos, entre otros. Algunos analistas apuntan que no quedan muchos más conejos en la galera.
La inflación será uno de los males protagonistas de la campaña. Es otro de los frentes en los cuales Massa ha expuesto su poder político y sus proyecciones presidenciales para negociar con empresas y sectores para lograr acuerdos de precio y congelamientos. Si bien mayo resultó positivo desde la visión de Economía, con una baja de 8,4% a 7,5% respecto de abril, y junio parece confirmar una tendencia de desaceleración, los especialistas ya alertan de que el segundo semestre será complejo a medida que el escenario electoral se caliente aún más.
Sin embargo, Sergio Massa continúa en posesión de la lapicera para algunos puntos clave en la gestión económica, como la inyección de fondos para las carteras ministeriales. Solo si él lo aprueba se pueden realizar modificaciones presupuestarias, reasignaciones de partidas y aumentos de monto para programas y cajas de las distintas áreas de gobierno. En este punto, hay también otro desafío: Massa prometió al FMI cumplir con una meta de déficit fiscal de 1,9% respecto del PBI este año, proyecciones incumplida en los primeros tres meses de 2023 y que parece menos tentadora de obedecer ante un mercado que se convence cada día más de que el 10 de diciembre se confirmará un cambio de signo político.
Mientras que Massa recalcula sus incentivos, la oposición se pregunta cómo evolucionará la herencia económica que recibirán en los próximos meses. Según distintas fuentes, son pocos los contactos entre el equipo del Palacio de Hacienda actual y los equipos de quienes podrían asumirlo en la próxima gestión.