Cuando asumió Sergio Massa como ministro de Economía, el 4 de agosto de 2022, las reservas brutas del Banco Central (BCRA) eran US$37.332 millones. El funcionario destacaba a fin del año pasado que, bajo su gestión, los dólares en la entidad monetaria habían aumentado a US$44.166 millones. Sin embargo, ese nivel duró poco.
La semana pasada, las reservas brutas del Banco Central cerraron en US$26.612 millones y las reservas netas están en niveles negativos en más de US$6000 millones (se utilizan transitoriamente dólares de los encajes).
“La Argentina está entrando en territorio desconocido”, dice el último informe de la consultora 1816 acerca del nivel de reservas netas, que está en niveles récord negativas desde la salida de la Convertibilidad. Esto vuelve “fundamental” que el Gobierno acuerde con el Fondo Monetario Internacional (FMI) antes de fin de mes, dice 1816, ya que entre el 31 de julio y el primero de agosto hay que pagarle al organismo US$3400 millones, lo que llevaría las reservas netas a negativas a US$10.000 millones.
La situación del Banco Central luce complicada en la segunda parte del año, que históricamente suele ser más desafiante porque no es la época fuerte de liquidación del agro. Este año, además, al ser electoral, hay una mayor tendencia a dolarizar los ahorros dada la incertidumbre política y la expectativa de una brusca devaluación con el cambio de gobierno en diciembre.
Por lo tanto, la principal fuente de ingresos para fortalecer las reservas del Banco Central es el FMI, que tenía previsto desembolsar US$4050 millones este mes, US$3375 millones en septiembre y US$3375 millones en diciembre, siempre y cuando la Argentina cumpliera con las metas acordadas en el programa. Massa anunció hace un mes que el Gobierno estaba negociando la posibilidad de que el Fondo anticipara para junio todos esos desembolsos (US$10.799 millones) más los US$2200 millones programados para marzo próximo, lo cual no sucedió.
Las tres metas que fijó la Argentina con el FMI son la acumulación de reservas, la reducción del déficit fiscal y una menor dependencia del financiamiento del Banco Central. Solo la última meta se cumplió en el primer trimestre, pero ninguno de los tres objetivos se cumplió en el segundo trimestre del año.
“Massa negocia con el FMI el waiver [perdón] por el desvío del primer trimestre y que se destraben los US$4000 millones (o los US$7300 si se adelantara el anticipo de septiembre; atrás quedó la expectativa que nos adelanten los US$13.000 millones programados hasta marzo) y con China la activación de un segundo tramo del swap por US$5000 millones”, dijo la consultora EcoGo en su último informe.
“A cambio, el FMI exige que el Banco Central frene la venta de dólares baratos. Con el gobierno reacio a devaluar, se estaría discutiendo un nuevo desdoblamiento fiscal: baja de retenciones a la soja (o nuevo dólar soja, el maíz habría quedado afuera), e impuesto país o percepciones a cuenta sobre las importaciones (o al menos algunas importaciones)”, dijeron los analistas Marina Dal Poggetto y Sebastián Menescaldi, de EcoGo.
Massa volvió a ratificar anoche que próximamente viajará parte del equipo económico a Washington para cerrar el nuevo programa con el FMI, luego de decir que se “está muy cerquita” de acordar. “Tenemos que repensar el programa con el Fondo porque es inflacionario y estamos rediscutiéndolo. Estamos planteando variables distintas a las que teníamos y estamos muy cerquita de poder ponernos de acuerdo”, dijo el ministro en una entrevista con C5N.
La consultora Anker, que fundó el exsecretario de Finanzas Luis Caputo, indicó que “el Gobierno intenta a toda costa evitar un salto discreto del tipo de cambio oficial”, que tendría mucho impacto en los precios de alimentos y energía. “Alcanzar un acuerdo que sea útil para el Gobierno y digerible para el staff del FMI es una tarea muy desafiante. El swap con China ayuda, pero no resuelve la escasez de reservas”, dijeron. Según sus estimaciones, el Gobierno ya utilizó de yuanes el equivalente a US$1500 millones para cancelar deuda comercial, del total de US$2900 millones comprometidos luego de aprobar permisos de importación (SIRA).
“La activación parcial del swap facilitó el pago de importaciones, que o bien no se hubieran aprobado (derivando en mayor inflación y menor actividad) o bien hubieran requerido dólares, disminuyendo aún más la munición del BCRA para intervenir en el mercado de cambios. En este sentido, aunque implica una menor demanda de dólares y permite que las reservas netas puedan ser ‘más negativas’, el swap no brinda una mayor oferta de dólares líquidos para intervenir en el mercado de cambios. Vale recordar que el tramo efectivamente utilizado del swap es una deuda que el BCRA deberá cancelar”, dijeron en Anker.
“Otra vez Massa ganó tiempo y los 40 días que quedan hasta las PASO va a intentar manejarlos sin un salto discreto del dólar por encima del crawling peg -agrega EcoGo-. Para esto, va a continuar usando dólares de los encajes para financiar la transición en un contexto donde la negociación con el FMI -con un desvío de la meta de reservas de US$14.357 millones en junio-, vuelve a entrar en tensión tras la exigencia del FMI de que deje de vender dólares baratos”.
Los economistas destacan también que, pese al ruido acerca de las reservas negativas del Banco Central, los depósitos en dólares se mantienen estables. Según la consultora EcoGo, esto es producto de una enorme atomización en los depósitos de las personas, que representan el 65% del total de depositantes, de los cuales un 30% tiene montos menores a US$10.000 y el 50%, montos menores a US$30.000. “En el caso de las empresas (30% del total), la atomización es mucho menor, pero existen limitaciones operativas a la salida, como las restricciones cruzadas de acceso al mercado de cambios (MULC) y un costo del canje en torno al 4%”, dijeron en la consultora.