Tenían campos de bajo potencial y ahora son Fórmula 1 en producción

“Cuando nos hicimos cargo de los campos, las vacas destetaban terneros de 140 kilos sobre campo natural; ahora, gracias a cambios drásticos en la alimentación, en la genética y en el manejo, destetan terneros de 220 kilos”, compara Maximiliano Mammoliti, responsable de una empresa familiar dedicada a la cría y a la cabaña en la provincia de Buenos Aires.

La firma opera tres campos propios -uno en De La Garna, (partido de González Chaves), otro en estación Lavalle (Pringles) y otro en La Dulce (Necochea), y alquila otro en Laprida. Son campos difíciles, deprimidos, overos, con sectores alcalinos o con tosca.

Las principales actividades de La familia Mammoliti son la cría y la cabaña. Durante muchos años, seleccionaron sus vacas buscando un biotipo adaptado a los campos de la región, que tiene una limitada producción forrajera original. Simultáneamente, se implantaron pasturas de agropiro y festuca, complementadas con algunas alfalfas, verdeos de invierno y maíces para aprovechamiento diferido.

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Las vacas aprovechan las pasturas durante gran parte del año. Al parir pasan a verdeos de avena en los cuales son inseminadas, para volver luego a las pasturas en el verano. La muy buena alimentación durante todo el año y el mejoramiento genético permiten inseminar a las vaquillonas a los 15 meses en estos campos difíciles. Luego del primer parto, pasan a los mejores lotes.

La selección se impuso como objetivo desarrollar animales de raza Angus que produjeran mucha carne en el menor tiempo posible y con un biotipo de buena conformación. Mammoliti también es muy exigente con la capacidad materna: “la vacas con ubres descendidas o con pezones que dificultan el amamantamiento no crían bien el ternero”, recuerda.

El empresario busca vacas de tamaño moderado, que se preñen fácilmente y que den terneros pesados y sanos. No obstante, “el tamaño moderado no debe sacrificar características deseables como ancho de lomo o profundidad de las costillas”, condiciona.

“Buscamos genética que dé un ternero chico al nacer, para evitar los problemas de distocia, y que desarrolle gran crecimiento durante los primeros 15 meses de vida. Estos rasgos genéticos se han incorporado luego de 30 años de trabajo compartido con los integrantes de Select-Debernardi, con quienes viajamos a Estados Unidos y tenemos en permanente intercambio de genética”, justifica Mammoliti.

Cabaña ganadora

La selección genética realizada durante muchos años permitió el desarrollo de un eficiente de sistema de cría, que le abrió las puertas a la comercialización de reproductores. La cabaña vende particularmente toros y vaquillonas preñadas y asiste exposiciones. Obtuvo varios premios, como la Gran Campeón Hembra de la Exposición de Palermo del año pasado.

La cabaña comenzó en 2000 comprando toros y vacas de pedigrí; hoy ya tienen cuatro generaciones de toros muy plásticos, que pueden trabajar en campos de ciclo completo que producen novillitos de 300 kilos o novillos pesados para exportación, en función de distintas dietas y ambientes.

La alimentación de los toros de la cabaña es muy similar a la de los rodeos de cría. Se agrega silaje de maíz y alimento balanceado durante el período de encierre previo a la venta, de otoño hasta agosto-septiembre. Las vacas de la cabaña también se alimentan a campo y paren terneras de las cuales las mejores quedan para la cabaña y las demás van para rodeo general.

En los vientres de la cabaña se selecciona por bajo peso al nacer y alto ritmo de ganancia de peso de la descendencia, que permita llegar con 220 kilos al destete y 700 kilos con los toros del 14 meses. En las vacas se busca habilidad materna, longevidad y calidad de la carne de los novillos, con parámetros que se miden “en el gancho”, como marmoleo, color, área de ojo del bife, engrasamiento dorsal, etc. La comercialización de toros y vaquillonas preñadas se concreta principalmente mediante ventas particulares y en exposiciones.

En las mejores vacas, que se destacan por su descendencia, se apuran los tiempos mediante trasplante embrionario. Es una técnica que permite gestar mayor cantidad de terneros por año que con la preñez convencional.

La operación comienza con un tratamiento que induce la superovulación a la vaca donante. Luego, los óvulos son aspirados con una cánula y pueden ser congelados o se pasan en fresco a las vacas receptoras, que se alzaron siete días atrás. Otra técnica parte del pulsado el ovario y la fertilización de los óvulos in vitro, tras lo cual se pueden congelar o pasar a vacas receptoras.

Una vaca donante puede dar un promedio de 6-7 óvulos con estos tratamientos, pero algunas pueden llegar hasta 25. El porcentaje de preñez que se logra con el trasplante es del 50-60, con los peores registros para los procesos in vitro. Es una técnica de costo alto, que se justifica solo en vacas sobresalientes, de gran calidad genética. En la cabaña San José esta técnica recién se emplea cuando la vaca crió dos terneros, para asegurarse que es una buena madre.

Agricultura de apoyo

La familia Mammoliti también lleva adelante 700 hectáreas de agricultura en los mejores sectores de los campos. Cultivan trigo, cebada, girasol, maíz y soja de primera. Se evitan las siembras de segunda para no entorpecer la implantación de verdeos de invierno.

El maíz se destina a silaje y grano para la hacienda. Se implanta directamente, con fertilización en función del análisis de suelos y del rendimiento objetivo. También se siembra maíz para aprovechamiento diferido en pie, en parcelas, con intersiembra de avena con Altina.

La cosecha de trigo y cebada permite confeccionar rollos de cola de la máquina, para aportar materia seca a verdeos de invierno aguachentos y para “diluir” la ingesta de brotes tiernos de agropiro, que pueden provocar alteraciones en el metabolismo del magnesio en rumiantes.

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