CÓRDOBA.- El anuncio del Gobierno de subir los límites de las tarjetas de crédito es, según distintos economistas, un reconocimiento implícito de que la inflación corroe el poder de compra y de que la mayoría de la gente requiere de financiamiento extra para llegar a fin de mes.
A marzo, el endeudamiento total estaba en torno a los $8,8 billones con una caída del 12,8% real, según datos de Politikon Chaco sobre números oficiales. Sin embargo, los números muestran que ya se “tarjetea” consumo diario, como el supermercado.
Los economistas advierten que la medida tomada va en la dirección opuesta de la de hace una semana, cuando la decisión fue subir las tasas para promover el ahorro en pesos.
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El endeudamiento agregado de los hogares argentinos con el sistema financiero a diciembre pasado -último Informe de Estabilidad Financiera del Central- es el equivalente al 4% del PIB, nivel “relativamente acotado” en la comparación histórica, ya que alcanzó casi 7% en 2019.
El reporte agrega que son “moderados” los niveles de carga de servicios de la deuda de las familias –”poco más de 10% de la masa salarial anual-, lo cual influye en “sostener la capacidad de pago”.
El Central también presenta un monitoreo sobre el nivel de endeudamiento según los estratos de ingresos entre fines del tercer trimestre de 2019 e igual período de 2022: entre puntas del período y sobre 5,3 millones de personas empleadas en relación de dependencia que tomaron algún tipo de crédito en el sistema financiero, hay una caída en el ratio de saldo de deuda a remuneraciones. La excepción es el primer decil.
A diciembre ese ratio era de 302% en el segundo decil de ingresos (el equivalente a tres ingresos mensuales) por debajo del valor de cuatro años atrás; en el decil de mayores ingresos cae a 165%, algo menor que en igual mes de 2019.
Los niveles de irregularidad, siempre según datos oficiales, bajaron en todos los estratos de ingresos de las familias, con un máximo de 4,3% en el segundo decil de ingresos y mínimo de 0,9% en el de mayores ingresos. Llega a 5% en hogares sin ingresos en relación de dependencia (alrededor de 6,3 millones de personas, incluyendo autónomos y no empleados).
A abril, según el Informe Monetario del Banco Central, los préstamos al consumo acumulan una baja de 14,4% en el último año. En esas líneas, las financiaciones instrumentadas con tarjetas de crédito registran una disminución de 11,6% interanual y los préstamos personales están 19% por debajo de un año atrás.
El director de Politikon Chaco, Alejandro Pegoraro, analiza que hay un doble fenómeno. Por un lado, subir los límites de las tarjetas es incrementar el nivel de endeudamiento y de riesgo, ya que “ante la falta de recursos, puede aumentar la deuda por pagos del mínimo y no del total”. Por el otro, señala que los límites estaban “bastante contraídos”, por lo que la medida “llega algo tarde”.
“En definitiva -añade- la conclusión más contundente es que se incrementan los niveles de deuda de hogares y sobre todo de aquellos con baja solvencia. Están ‘blanqueando’ el hecho de que la gente necesita comprar productos básicos en cuotas”.
Sobre ese punto, sostiene que en el primer trimestre del año las ventas de alimentos, bebidas y productos de higiene y limpieza con el Ahora 12 representaron el 1,3% de la facturación cuando un año atrás era 0,6%. El crecimiento interanual, en términos reales, fue del 118,7% para este rubro, y el ticket promedio pasó de $6.565 en 2022 a $17.967 este año.
Freno al consumo
El Indicador de Consumo de la Cámara Argentina de Comercio en abril marcó una mejora de 1,5% interanual, lo que lo deja en un nivel similar al mismo mes de 2019 (prepandemia) pero 5% debajo del observado en 2018. Con todo, hay una desaceleración en los últimos meses. “Lejos del crecimiento de dos dígitos observado durante prácticamente la totalidad de la pospandemia, el último dato muestra un avance de apenas 1,5% y todo parece indicar que en mayo se observarán números negativos”, señala el reporte.
Las expectativas no son positivas hacia futuro, en buena medida porque el “poder de compra de los hogares, que muestra un nivel de correlación no menor con el de consumo, entró en terreno negativo hace ya ocho meses”.
El informe destaca dos dinámicas para explicar la brecha entre la evolución del gasto y los ingresos de los hogares. El primero es que el ahorro se contrajo a la mínima expresión; el encarecimiento relativo de bienes aspiracionales de la clase media (inmuebles, viajes al exterior, autos) disminuye el incentivo a ahorrar y, en el proceso, aumenta los niveles de consumo.
El segundo, es el “rápido desendeudamiento” de los hogares que libera recursos para el consumo. “Sin crédito hipotecario ni prendario y con límites en tarjetas de crédito que crecen sistemáticamente por debajo de la inflación, el desendeudamiento de los hogares es forzado”, señala el texto que es previo al anuncio del gobierno.
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Desde la consultora Empiria, Milagros Gismondi plantea que en una economía inflacionaria hay que “estimular el ahorro y no el consumo. El Gobierno está actuando a la inversa”. Insiste en que, en función de la inflación acumulada, no hay una suba de límites sino “simplemente una actualización”.
Describe que, posiblemente, el endeudamiento en los sectores más rezagados vuelva a repuntar ante el “corte” del financiamiento en cuotas sin interés o con un interés “bajo”. “Al no alcanzar el dinero se apela a la tarjeta, no queda otra”, sostuvo.