ROMA.- En momentos en que el tema de la inmigración sigue al rojo vivo debido a una ola de desembarcos en las costas del sur que no se detiene, una nueva tormenta se desató sobre el gobierno de derecha de Giorgia Meloni después de que uno de sus ministros -que, además, es su cuñado-, advirtió del peligro de que Italia caiga en una “sustitución étnica”.
“Para contrastar la baja natalidad que amenaza con hacer desaparecer al pueblo italiano hay que ayudar a quien quiere armar una familia”, porque “no podemos rendirnos a la idea de la sustitución étnica” según la cual “los italianos hacen menos hijos así que los sustituimos con algún otro… No es el camino”, dijo ayer el ministro de Agricultura, Francesco Lollobrigida, lo que provocó enorme revuelo.
La expresión “sustitución étnica” o “gran sustitución”, en efecto, es considerada racista y se remonta a teorías conspiracionistas según las cuales la inmigración responde a un plan de sustitución de las poblaciones con las que provienen de África o Asia. Se trata de un mito neonazi por el que los blancos son sustituidos por los no blancos, que suele prosperar en ambientes de extrema derecha supremacistas de Europa y Estados Unidos.
La primera en salir a poner el grito en el cielo tras el uso de esa expresión fue Elly Schlein, joven y flamante nueva líder de la oposición, del Partido Democrático, de centroizquierda. “Es un lenguaje de supremacista blanco” denunció Schlein, que atacó a Lollobrigida por haber utilizado expresiones “espantosas” e “inaceptables”. “Nos vuelven a llevar a los años ‘30 del siglo pasado que tienen el sabor del supremacismo blanco. Espero que Meloni y el gobierno tomen distancia de estas declaraciones”, dijo.
“Estamos en niveles brutales”, le hizo eco el expremier Romano Prodi, mientras que el Movimiento Cinco Estrellas del expremier Giuseppe Conte denunció una “propaganda racista”. En medio de gran indignación Lollobrigida, el “gran cuñado” porque está casado con Arianna Meloni, hermana de Giorgia y referente de Hermanos de Italia, intentó placar las aguas con un video en sus redes en el que acusó a la izquierda de crear una tempestad mediática de la nada, pero en el que reiteró el concepto. “Todas las etnias son dignas de respeto, incluso la nuestra, que pensamos defender”, aseguró.
Tapa de todos los diarios su poco políticamente correcta salida, el diario La Stampa recordó que en el pasado también Meloni habló de sustitución étnica. “El año pasado más de 100.000 italianos han dejado nuestra nación, pero desembarcaron 153.000 inmigrantes, en su gran mayoría, africanos. Pruebas de sustitución étnica”, dijo en 2016 la actual primera ministra, que justo en la misma jornada, pero desde otro escenario y mientras en el Senado la mayoría de gobierno intenta endurecer las normas migratorias, también se refirió a la misma cuestión.
“La falta de trabajadores no se resuelve con los extranjeros, sino con las mujeres”, dijo la primera ministra, en declaraciones que, también fueron cuestionadas, pero esta vez por asociaciones de empresarios, que reclaman la llegada de más inmigrantes porque los flujos actuales no alcanzan y necesitan una mano de obra que no encuentran en Italia.
Según Confcommercio en 2023 harían falta 560.000 trabajadores y el 40% de estos son inhallables.
Lo cierto es que el tema de la dramática baja natalidad de Italia también preocupa: en 2022 por primera vez los nacimientos en Italia estuvieron por debajo de los 400.000, tanto es así que la natalidad descendió a su mínimo histórico: hubo menos de 7 bebes y más de 12 decesos cada mil habitantes. Y las proyecciones de Eurostat e Istat (el Indec local) advirtieron que con estos ritmos Italia pasará de los actuales 59 millones de habitantes a menos de 50 millones antes de fines de siglo. En los últimos 25 años la edad promedio, además, pasó de 38 a 44 años, por lo que cada vez hay menos jóvenes en edad laboral y fértil y más jubilados.
En este marco, aún en el caso de un improviso boom de nacimientos, los beneficios podrían verse sólo después del 2050, puntualizó el Corriere della Sera, que subrayó que los trabajadores extranjeros sirven “ya”. Además, recordó que sólo un aumento consistente de los flujos migratorios podrá sostener y garantizar tanto el sistema de pensiones como de salud pública del país. Incluso en la ley de presupuesto actual se calcula que un aumento del 33% de la población extranjera podría hacer bajar la deuda pública –actualmente equivalente al 140% del PBI)-, en 30 puntos.
En medio de la polémica y un debate existencial, dio que hablar la noticia, adelantada hoy por el diario Il Foglio, según la cual el ministro de Economía, Giancarlo Giorgetti –hombre de la derechista Liga-, justamente para incentivar nacimientos y revertir la alarmante baja natalidad, estaría estudiando una propuesta que podría llegar a ser revolucionaria: nada de impuestos para quien tenga hijos. Pero habrá que ver y esperar.