Sergio Raúl Vargas es candidato a senador provincial bonaerense por La Libertad Avanza y, al mismo tiempo, funcionario de la Aduana. En realidad, pidió licencia sin goce de sueldo en el organismo en junio, cuando dio el paso para encabezar la lista de Javier Milei en la sexta sección electoral, cuya ciudad más importante es Bahía Blanca, pero estará en condiciones de volver al cargo el 10 de diciembre si le va mal. Algo por ahora improbable, porque obtuvo un muy buen resultado en las primarias y podría entrar en la Legislatura: logró casi 100.000 votos que lo ubicaron tercero, con 27,52%, muy cerca de Unión por la Patria (28,32%) y debajo de Juntos por el Cambio.
Oficial de la Armada retirado, Vargas es uno de los tantos puntos de conexión entre Milei y estructuras del PJ en la provincia de Buenos Aires. En realidad, del massismo: tiene vínculos profesionales y de amistad con Guillermo Michel, jefe de la Aduana, con quien se desempeñó durante muchos años como abogado en el sector privado. “Comulgamos distintas posiciones políticas, pero no obsta a que tengamos una buena relación -aclaró Vargas ante la consulta de LA NACION-. Reconozco en él una gran capacidad de trabajo y elevado nivel técnico y profesional”. ¿Son socios en el estudio?, se le insistió. “No en el estudio. Hemos trabajado juntos en distintos temas. De hecho, los dos fuimos asesores de Miguel Pichetto en el Senado y trabajamos juntos en la AFIP”.
Vargas ocupa desde hace un año el cargo de consejero técnico de Fiscalización y Operativa de la Dirección de Aduana de Ezeiza, un sector históricamente sensible en el organismo. Pero la política bonaerense es tanto o más enrevesada que el universo de los despachantes: en esos ámbitos, ideologías e intereses pueden coincidir o no. Nació en la base naval Puerto Belgrano, Coronel Rosales; fue capitán de corbeta de la Armada; se recibió de abogado en la UBA, y tiene una maestría en la Universidad Austral. Dueño de un estudio especializado en la falsificación de marcas, asumió en 2009 como director ejecutivo de la Asociación Argentina de Lucha contra la Piratería, donde trabajó para marcas de lujo como Louis Vuitton, Chanel, Tommy, Christian Dior y empresas como La Martina, Lacoste y algunas tabacaleras. Un año después, gracias a los contactos de ese sector y a otro dirigente a quien conoció en sus años de Liceo Naval, Ricardo Echegaray, entró en la AFIP. Ahí estuvo cinco años, asesorándolo en el área de marcas, que se encarga de la piratería y la falsificación, y en la relación con organismos internacionales.
Echegaray fue en realidad quien le dio trabajo luego de una pelea que Vargas había tenido en 2010 con Nilda Garré, entonces ministra de Defensa, incidente que lo llevó a irse de la Armada. Era el gobierno de Cristina Kirchner, Vargas estaba en la Marina a cargo de la coordinación jurídica de las causas de lesa humanidad y había homologado una resolución que disponía que los detenidos fueran a una prisión en el Liceo Naval de Río Santiago, Ensenada, algo a lo que la ministra se oponía: pretendía que estuvieran en Marcos Paz, en una cárcel común. Esa diferencia terminó de explotar durante una reunión entre Garré y el almirante Jorge Godoy, entonces jefe del Estado Mayor de la Armada, de la que también participó el abogado. “Más que Justicia, estás buscando venganza”, llegó a decirle él, y eso arruinó el encuentro. Tanto, que días después Vargas fue destinado a Río Grande y, al ver que no tenía posibilidades de ascender, perdió el retiro.
A fines de 2015, cuando ganó Mauricio Macri, pidió el pase en comisión al Senado, donde asesoró a Pichetto, a María Laura Leguizamón y a Camau Espínola. Su destino volvió a cambiar el año pasado, cuando volvió a la AFIP, que lo ubicó en la Dirección de Aduana de Ezeiza. Fueron sólo unos pocos meses porque enseguida apareció otro egresado del Liceo Naval, Carlos Kikuchi, promoción 29, cuatro anteriores a la suya. “Acepté la candidatura porque comulgo con las ideas de este nuevo espacio político y por la influencia del lugar donde nací”, dice Vargas.
Si los resultados de la primaria se repiten, ocupará una banca en la Legislatura. Más que su debut como senador, la mayor duda es bajo la conducción de quién deberá trabajar. La política bonaerense ofrece siempre la posibilidad de volver a negociar.