El susto fue mayúsculo, y el golpe de la aeronave al tocar la pista fue tan fuerte que muchos de los pasajeros quedaron durante varias horas con el recuerdo del brusco aterrizaje del avión presidencial.
Todo ocurrió el martes por la tarde, al regreso de la Cumbre del Mercosur en Puerto Iguazú.
Cristina Kirchner elogió a Massa, ignoró al Presidente y lanzó duras críticas contra los empresarios
Hasta entonces todo había transcurrido sin sobresaltos, luego del encuentro de presidentes al que habían asistido Alberto Fernández y el ministro de Economía, Sergio Massa, que había aprovechado para sacarse fotos con los mandatarios sudamericanos reunidos en Puerto Iguazú.
En el viaje de regreso, ubicado en el ala vip del Tango 04, el Presidente no tuvo prácticamente contacto con el resto del pasaje, donde había funcionarios y periodistas.
El vuelo fue normal, pero el desenlace, atemorizador.
Más tarde, mientras los pasajeros se recuperaban, las explicaciones informales sobre lo ocurrido corrieron por cuenta de la Casa Militar, que encabeza el coronel Alejandro Guglielmi, a cargo de la seguridad presidencial.
Los fuertes vientos y la lluvia que se habían desatado sobre la zona del aeroparque metropolitano habían obligado a la tripulación a realizar una maniobra usual, pero peligrosa. El avión debió dar un rodeo e ingresó a la pista del aeropuerto en dirección contraria.
Sin embargo, más allá de las explicaciones posteriores de las autoridades, un escalofrío corrió por las espaldas de todos los pasajeros en el momento del fuerte impacto que produjo el avión cuando aterrizó, que por suerte para los pasajeros no tuvo consecuencias.
“Lindo aterrizaje ¿eh?”, bromeaban algunos funcionarios, sobre todo los que se subieron al avión en el vuelo de regreso, como los massistas Marco Lavagna y Gustavo Martínez Pandiani; el ministro de Ambiente, Juan Cabandié, y el exembajador en Ecuador Gabriel Fuks, algunos de los cuales seguían parados y sin cinturón cuando los vientos comenzaron a zarandear a la aeronave y debieron correr para el momento del aterrizaje. Luego llegó el golpe contra la pista, pero todo quedó afortunadamente en un susto, aunque será difícil de olvidar para los pasajeros.
Vicisitudes de un embajador en el país de los ayatollahs
No todo son rosas y glamour en la tarea diplomática. Y si no que lo diga Mariano Jordan, designado al frente de la embajada argentina en Irán, llegado a fines de mayo a la sede diplomática en Teherán. Sus trastornos son, tal vez, consecuencia del enfriamiento del vínculo bilateral, deteriorado por la insistencia de la Justicia en reclamar a exfuncionarios iraníes involucrados en el atentado a la AMIA.
El encargado de negocios al frente de la delegación en Irán recibe, según trascendió, un trato amable pero distante del régimen iraní.
De hecho, algunas gestiones del embajador para reabrir el mercado de carnes argentinas en Irán aún no pudieron avanzar demasiado.
Eso sí: en la charla cotidiana con sus pares en la delegación argentina queda claro que Irán tiene sus interlocutores preferidos: los diplomáticos de Cuba, Venezuela y Nicaragua son los “mimados” del régimen de los ayatollahs.
Se trata de un grupo “selecto” en el que la Argentina, aun con los esfuerzos del gobierno de Alberto Fernández en conservar buenos vínculos con el gobierno de Nicolás Maduro, no está incluida.
La amenaza puntana de repetir la “gran Cristina”
Finalmente, el gobernador puntano, Alberto Rodríguez Saá, reconoció días atrás la derrota de su delfín, Jorge “Gato” Fernández, a manos del exgobernador y hoy dirigente opositor Claudio Poggi. Fiel a su estilo, y dando muestras de que la herida por la derrota sigue a flor de piel, Rodríguez Saá dejó, sin embargo, una frase inquietante, que puso renovadas dudas sobre su disposición a entregarle la banda de gobernador a Poggi, luego de cuatro décadas de hegemonía familiar, compartida con su hoy adversario Adolfo Rodríguez Saá. “Voy a gobernar hasta la medianoche del 9 de diciembre”, dijo el gobernador, una frase que a los opositores les recordó la renuncia de Cristina Kirchner ese mismo día, pero de 2015, para no entregarle la banda a Mauricio Macri.
“Si sueñan con desguazar la provincia de San Luis se van a encontrar con muchos problemas”, dijo el gobernador en su reaparición pública con tono desafiante. Mientras buscan un “Federico Pinedo” que complete el mandato de Rodríguez Saá por unas horas, cerca de Poggi ya creen que el gobernador puntano hará “la gran Cristina” y renunciará antes que formar parte de la foto del traspaso.
Solano, el subte y la izquierda “kirchnerista”
Cargado de carpetas y material proselitista se lo vio en el subterráneo porteño a Gabriel Solano, legislador porteño y precandidato a presidente en una de las fórmulas del Frente de Izquierda (FIT).
Entusiasmado con la respuesta de la gente, Solano destaca a su compañera de fórmula, Vilma Ripoll, a quien “la gente quiere y respeta porque sigue trabajando en el hospital como enfermera y es coherente”.
Estuvo en la semana en la ciudad de Buenos Aires, donde viajó de un lado a otro en el subte. Antes estuvo en Córdoba, Santa Cruz y Chubut.
Solano se diferencia no solo del kirchnerismo, con quien el dirigente del Partido Obrero pelea los votos juveniles, sino también con sus competidores internos, los dirigentes Myriam Bregman y Nicolás del Caño. “Persiguen el voto de clase media y a veces quedan pegados con el gobierno nacional”, comenta fuera de micrófono Solano, quien de todos modos sabe que con Ripoll corren desde atrás en la interna del FIT.
La nueva vida del exvocero de Macri
Por casi veinticinco años, su figura apareció pegada cual estampilla a la de Mauricio Macri, desde el paso inicial del expresidente por la dirigencia de Boca Juniors hasta su último día en la Casa Rosada. Iván Pavlovsky cambió de vida, o, mejor dicho, volvió de alguna manera a la que tenía antes de comenzar a trabajar con Macri, allá por mediados de los años noventa. Testigos indiscretos vieron al exvocero presidencial la semana pasada en el aeropuerto de San Pablo, en su nuevo papel de empleado de la Conmebol, en la previa del partido entre el local, Palmeiras, y el Bolívar de Bolivia, a cuyo plantel Pavlovsky se quedó esperando en el aeropuerto de Guarulhos.
La implosión kirchnerista tras el repliegue de Cristina
Dedicado a la consultoría desde que Cambiemos dejó de ser gobierno, Pavlovsky utilizó su contacto con Macri para comenzar a trabajar en la poderosa confederación del futbol del continente. A quienes conversaron con él en los últimos días les confesó que si el próximo presidente fuera de Pro y lo convocara, lo pensaría. “Pero nada que sea tan estresante como lo que tuve con Macri”, confesó.