En los próximos días comenzará el proceso de venta del control de Edesur, la segunda entre las empresas de distribución eléctrica más grandes del país, con 2,6 millones de clientes. Pese a ser un actor relevante, su valuación es muy baja, producto del deterioro del servicio en los últimos años por el congelamiento tarifario.
La empresa italiana Enel anunció que se desprendería de todos sus activos en la Argentina en noviembre pasado. La decisión se tomó luego de haber sufrido un fuerte impacto en su rentabilidad a nivel internacional por el encarecimiento del precio del gas, que es su principal insumo.
Enel es una de las empresas multinacionales de generación eléctrica más grandes, con presencia en más de 30 de países. De todos los lugares donde está, decidió recortar operaciones en Perú, Rumania y la Argentina.
“La Argentina es un lugar fantástico. Hemos estado allí durante más de 12 años. Pero el marco regulatorio de la Argentina es muy, muy, muy hostil con nosotros. Quiero decir, no es un reflejo de los costos. Es un sistema muy complejo y quebrado que no te permite planificar las inversiones necesarias que tendrías que hacer. Nosotros esperamos e intentamos cambiar eso, pero no se logró”, dijo en enero pasado el CEO de Enel, Francesco Starace, en un seminario en la Universidad de Harvard.
“No nos vamos de la Argentina porque no nos gusta la Argentina. Simplemente, encontramos otros inversores que ven esto como un riesgo menor. Son inversionistas argentinos. Para ellos, tal vez esta percepción sea diferente. Para nosotros es realmente complejo justificar la inversión del exterior en la Argentina sabiendo que es casi imposible recuperar el dinero”, agregó el ejecutivo italiano.
Edesur es la segunda distribuidora que cambia de manos en menos de tres años, luego de la venta del 51% del control de Edenor por US$100 millones y el pago de deudas por otros US$100 millones. El valor estimado de Edesur no sería muy distinto. Según fuentes del mercado, Enel podría vender el 51% de su participación en la distribuidora por alrededor de US$190 millones.
De confirmarse estos números, las dos distribuidoras eléctricas más grandes del país no valdrían más de US$400 millones. Esto muestra la devaluación que tuvieron las empresas en los últimos años con el congelamiento tarifario, ya que, cuando fueron privatizadas, en 1992, Edenor y Edesur fueron adquiridas por grupos internacionales por alrededor de US$1000 millones cada una.
En América Latina, según un informe que circula en el sector eléctrico, el valor promedio de las distribuidoras se calcula en US$500 por cada cliente. Como Edenor tiene 3,3 millones de usuarios y Edesur, 2,6 millones, las empresas deberían valer US$1650 millones y US$1322 millones, respectivamente.
La valuación de los activos locales es muy inferior también a la que conseguiría Enel por la venta de la distribuidora eléctrica en el norte del área metropolitana de Lima, Perú. Pese a que tiene menos clientes que en la Argentina (1,2 millones de usuarios), la empresa italiana podría vender el control de esa empresa por US$3000 millones, según informó Bloomberg.
Una de las empresas que podría comprar los activos en Perú es la internacional China Southern Power Grid, que hace unos años tuvo interés en adquirir una participación en la local Transener, la empresa de transporte eléctrica cuyo control está en manos del Estado y de Pampa Energía.
En sus 28 años de historia, Edesur cambió de manos tres veces, pero nunca estuvo bajo el control de capitales nacionales; sus dueños fueron chilenos, españoles y, desde 2009, italianos. Esta es la principal diferencia con su empresa espejo, Edenor, que hasta 2020 tuvo como principal accionista a Pampa Energía, la compañía de Marcelo Mindlin, y ahora está bajo el control de los empresarios Daniel Vila, José Luis Manzano y Mauricio Filiberti.
Entre los grupos empresarios que podrían comprar la participación de Enel en Edesur se encuentra la energética Central Puerto (que ya tiene una participación menor en la distribuidora) y las empresas de medios Grupo Olmos (Crónica TV y Bae Negocios) y Grupo Indalo (C5N), de Fabián De Sousa y Cristóbal López.
Edesur nació como tal el 1° de septiembre de 1992 cuando, en plena época de privatizaciones, el entonces gobierno de Carlos Menem decidió vender en siete unidades de negocios la estatal Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires (Segba): cuatro generadoras y tres distribuidoras (Edenor y Edelap son las otras dos). El servicio de Edesur quedó bajo el control del grupo chileno Chilectra y, en participación minoritaria, la empresa Perez Companc.
La empresa chilena estuvo en Edesur hasta que se prendió fuego la subestación eléctrica Azopardo, el 14 de febrero de 1999, en un día de máximo calor. Este incidente provocó que hubiera usuarios sin suministro durante casi 11 días en pleno verano. A los pocos meses, las acciones de Chilectra fueron absorbidas por la española Endesa, y el control de la empresa cambió de manos. Perez Companc, por su parte, vendió su participación a Petrobras, que siguió como accionista.
Años después, en 2009, el Grupo Enel adquirió en una transacción internacional la mayoría accionaria de Endesa y a nivel local heredó Edesur, así como también activos de generación eléctrica (Generación Costanera, un tercio de Dock Sud y la concesión de la hidroeléctrica El Chocón).
En 2013, Petrobras cedió la totalidad de sus acciones al grupo Sociedad Argentina de Energía SA (Sadesa), dueños de Central Puerto, entre otros activos energéticos, que tiene como máximo directivo al ex Merrill Lynch Guillermo Reca.
En los últimos dos meses, Enel vendió sus participaciones en Generación Costanera, a Central Puerto, por US$48 millones, y en la generadora Dock Sud, por US$54 millones, a YPF Luz. La concesión de Enel en la hidroeléctrica El Chocón vence en agosto próximo, pero todavía el Gobierno no definió quién continuará con la operación.