Sin suspenso, Gildo Insfrán va por su octavo mandato en Formosa y ya convocó a los festejos

FORMOSA.- El resultado de las elecciones a gobernador de Formosa no tiene suspenso: gana Gildo Insfrán. La duda es si supera el 70 por ciento de los votos, que logró en 2019, o si baja de ese récord que lo mantiene en el poder desde 1995 con un octavo mandato consecutivo. Hasta los principales dirigentes de la oposición de Juntos por el Cambio, radicales históricos de la provincia, se resignan por lo bajo a que no tienen chances de ganarle al caudillo peronista.

El único que no está en plan resignación es el desafiante, el nuevo candidato que irrumpió en Formosa por fuera de la política. Se llama Francisco Paoltroni, un empresario ganadero de 42 años, que se autofinanció su campaña recorriendo con su motor home el oeste provincial y jura que se está ante una oportunidad histórica para quebrar la hegemonía provincial. En la local juega solo, y en la nacional promete alinearse con Javier Milei. “Puedo decir que Gildo Insfrán pierde. La gente está tan cansada de Insfrán como de los radicales. Quieren rebelarse de un sistema donde les espera la guillotina o el fusil”, dice sin eufemismos.

Para Gildo Insfrán las elecciones cada cuatro años son un trámite. No hizo actos partidarios, cierre de campaña, no se lo ve. Su campaña electoral se basó en los actos de gobierno, inaugurando centros de salud, la última semana entregando títulos de propiedad de tierras fiscales o su último tuit del jueves lo muestran otorgándole la personería jurídica a las iglesias evangélicas, un aliado electoral en la provincia. Se ocupó mas del cierre nacional de la fórmula presidencial del peronismo que de la elección local.

Lo demás en campaña son los carteles con su cara tamaño gigantografía en sus faraónicas obras públicas, que van desde su pileta olímpica climatizada, u otra pileta, pero con olas, o jardines de infantes y colegios que ocupan mas de una manzana. El último, aún en obra, está en un barrio marginal de la ciudad, donde no hay asfalto, y en lotes minúsculos, se alzaron centenares de “módulos”. Son un cuarto, con cocina y aparte, fuera de la casa, el baño. En esos lotes llamados 110 y 111, solo hay carteles de Gildo en las calles de tierra, y otros escritos a manos donde se anuncia que se vende nafta por litro, en botellas de Fernet o de Cerveza Corona.

Una combinación de Estado omnipresente, financiamiento infinito y reglas electorales que inclinan la cancha para el PJ explican la permanencia eterna de Insfrán en el poder. La ley de lemas, que permite que cada partido de la alianza tenga una boleta con el mismo candidato a gobernador y cada 5000 afiliados se sume una boleta más, hace que en el cuarto oscuro haya 64 boletas con la cara de Insfrán. El slogan de campaña repetido es vote lista Azul, total, cualquiera sea la lista, mientras sea de ese color, lleva a Insfrán para gobernador. Por debajo hay intendentes y concejales diferentes.

La ley de lemas es de 1985 de otro peronista, Vicente Bienvenido Joga. Cuando Insfrán ganó y quiso reelegir en 1999, la Constitución no se lo permitía. Fue a la Justicia. Como el presidente del Superior Tribunal Superior de Justicia, Carlos Gerardo González, no fallaba, lo denunció y lo hizo meter preso. Fue el juez de instrucción Arturo Ceferino Arroquigaray, quien ordenó detener al presidente de la Corte formoseña. Así logró un fallo favorable a la reelección con un subrogante.

En 2003 ya no hizo falta porque Insfrán reformó la Constitución que permite “la reelección”, sin otro condicionamiento.

Insfrán está tan seguro de ganar que votará en Laguna Blanca, a 140 kilómetros, en su pueblo, se recluirá luego en la Casa de Gobierno y ya convocó a la militancia a un acto para festejar mañana a las 21 en el hotel del Casino Howard Johnson, donde habrá una inédita conferencia de prensa. Nunca visto.

En 2015, Insfrán obtuvo 73,25%, en 2011, 75,21% y en 2007, 76,02%. La oposición, en general con sello UCR, alguna vez superó los 29 puntos, como ocurrió en 2021.

Los radicales y Pro junto a otros partidos del Frente Amplio hacen fuerza en una campaña desigual, que además estuvo bastante más deslucida en estas elecciones. Su candidato es Fernando Carbajal, un emergente de la pandemia, ya que, como juez federal de subrogante, fue quien otorgó los amparos para que se abrieran las fronteras de la provincia y pudieran circular las personas, que quedaban varas en centros de aislamiento, a la vera de la ruta, como campos si fueran campos de detención. Carbajal dejó la magistratura en julio de 2022 y consolidó su campaña alienado con Horacio Rodríguez Larreta y Gerardo Morales.

Los radicales se quejan de que es difícil hacer campaña en esta provincia donde hay temor y billetera. Carbajal contó que convencieron a un comerciante del centro-oeste para que sea candidato de Juntos por el Cambio, pero que se bajó porque desde el gobierno provincial le compraron 6 millones de pesos en vales de mercadería para repartir entre los votantes. “No se pude hacer campaña así”, recuerda Carbajal.

Ante las reglas desiguales, los radicales estaban ilusionados en que la Corte Suprema de Justicia iba a solucionar este problema declarando inconstitucional la reelección indefinida de Insfrán. Pero la Corte no se pronunció y la oposición local está en llamas con cortesanos. Alientan teorías conspirativas, desde apoyos peronistas hasta intereses espurios presionando. “Nos dejaron solos, no se jugaron. La Corte no nos apoyó en la lucha contra la tiranía. La historia nos dirá por qué. Sentíamos que nos iban a respaldar, pero en algún momento van a tener que Fallar”, dijo Carbajal. Y dijo que “ahora es responsabilidad de los formoseños cambiar”.

El fuerte del Frente Amplio opositor es la disputa por la ciudad de Formosa, donde planean darle batalla al candidato a intendente de Insfrán, que es el diputado nacional Ramiro Fernández Patri. De todos modos, quien tiene chance de ir por una tercera relección es el actual intendente Jorge Jofre. La candidata fuerte de la alianza opositora es otra emergente de la pandemia la concejal Gabriela Neme, disidente del peronismo, que fue quien desafió la orden de Insfrán de cerrar la provincia por el Covid y peleó en la frontera con el Chaco para que se abrieran la rutas. Apuestan a su candidatura, a la del “Mono” Montoya o a la de Quique Ramírez. Neme es la puntea y la ley de lemas prevé que los votos de los otros suman para ella en caso de que sea la más votada. En la última elección legislativa de 2021, la oposición le ganó al gildismo en la capital. El Frente de Todos consiguió 63.611 votos y Juntos por Formosa Libre 75.640 votos. Esos números los alientan a querer repetir y conseguir colocar a un intendente opositor. Sería histórico.

Pero la novedad esta elección es el tercer candidato, Francisco Paoltroni. De 42 años, vino de General Las Heras en Buenos Aires, donde tenía una chacra, y hace 15 años es consignatario de hacienda y productor agropecuario en Formosa. Construyó un motor home y recorrió la provincia de oeste a este, desde donde están las comunidades aborígenes hasta la capital. Donde hay menos votos, donde no llegan los radicales, donde llega Insfrán nomás. Se quedó una semana en cada pueblo, armó asambleas vecinales, construyó una red y consiguió un referente en cada comunidad. Son además sus clientes, los que le dan el ganando para la venta y con los que negocia la compra y venta de tierras.

Su razonamiento es que Formosa está en el momento justo para cambiar: el gildismo viene de un desgaste de 28 años, la gente quedó sentida con la pandemia y el encierro que propuso la provincia, hay un recambio generacional con 30.000 nuevos votantes y hay más acceso a la tecnología para enterarse más de lo que sucede. “Este es el momento. Lo nuevo le gana a lo viejo”, se ilusiona. Gastó millones de pesos en su campaña. Solo en fiscalización cerca de 20 millones, para enfrentar el aparato de Insfrán.

Fracasaron las conversaciones para ir con Juntos por el Cambio en un solo frente opositor. Paoltroni entregaba todos los cargos nacionales y locales, hasta el de vice, pero no la gobernación. Y los radicales no estaba dispuestos a ceder ni a entregar la estructura partidaria para impulsar a alguien ajeno como gobernador. No llegaron a nada.

Así las cosas, con la oposición partida en dos, Insfrán se asoma a una nueva reelección, octava, sin que nada parece que se le interponga en su camino.

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