WASHINGTON.- El Gobierno y el Fondo Monetario Internacional (FMI) continuarán las negociaciones a la distancia esta semana, prolongando las discusiones para reformular el programa económico e intentar encontrar una manera para alimentar a las reservas de dólares antes de la primarias presidenciales con el fin de obtener un atisbo de estabilidad, al menos en los próximos meses.
“Los equipos del FMI y del Ministerio de Economía continúan trabajando constructivamente para fortalecer el programa respaldado por el Fondo en el contexto de la sequía muy severa. Las discusiones están en curso de manera virtual y se espera que los equipos tengan varias reuniones esta semana para avanzar con el programa”, dijo un portavoz del Fondo.
El mensaje del Fondo llega cuando las negociaciones suman ya tres semanas desde mediados de abril, la última que el ministro de Economía, Sergio Massa, y su equipo económico pisaron Washington y acordaron con el staff del organismo volver a reformular todo el programa para acomodarlo a la realidad que dejó la peor sequía del último siglo, que provocó un agujero de 20.000 millones de dólares al país. Es la cuarta vez que el Gobierno y el Fondo se sientan a retocar el programa, denostado por economistas en Buenos Aires y en Washington, que lo consideraron demasiado laxo desde su génesis, sin anclas para controlar la inflación, que ya escaló bien por arriba del 100% anual.
Al inicio de esta nueva negociación, fuentes del Ministerio de Economía deslizaron que esperaban terminarla en un período de dos o tres semanas, pero ese plazo ya pasó y el trabajo “virtual” continúa, sin una misión de funcionarios a Washington a la vista por el momento.
El núcleo de la negociación es el intento del Gobierno por lograr que el Fondo acepte adelantar a junio los desembolsos por alrededor de 10.600 millones de dólares que restan hasta fin de año, una maniobra para intentar calmar el dólar antes de las elecciones presidenciales y evitar una devaluación brusca del dólar oficial que recaliente aún más la inflación. Es una misión muy difícil, coinciden en Washington y en Nueva York, aun con el eventual respaldo de la Casa Blanca.
En Estados Unidos creen que el Fondo probablemente despliegue una lista de condiciones a cambio de adelantar esos recursos, entre las que sobresalen tres: un mayor ajuste fiscal, un ordenamiento cambiario –léase, una devaluación del dólar oficial, ya sea frontal o encubierta, tal como ha venido haciendo el Gobierno bajo el esquema de crawling peg–, y también posiblemente un acuerdo o una señal política de la oposición, que incluya a Javier Milei.
De hecho, el Fondo ya dejó una clara advertencia sobre el deterioro político en la Argentina en su último informe sobre el país. Dada la exposición del Fondo a la Argentina, cualquier programa con el país cae dentro de la categoría “acceso excepcional”, una escala que exige un alto respaldo político y social al plan. El Fondo ya marcó, en ese informe, que ese respaldo flaquea, y que una recesión, una inflación más alta –un escenario que ya es realidad–, la sequía y la cercanía de las elecciones podían “debilitar” al programa. Y mencionó además el riesgo de “presiones de gasto preelectorales”, kriptonita para el orden fiscal. Ante ese panorama, el Fondo ya adelantó que las garantías políticas serían un “elemento esencial” para sostener el programa.
“Si bien aún es demasiado temprano en el proceso electoral para buscar garantías políticas, dichas garantías se convertirán en un elemento esencial en futuras revisiones”, dijo el informe del FMI a fines de marzo, al aprobar la última revisión, la cuarta.