“Mi hija nació en Ascensión y hasta que volvimos a Inglaterra cuando ella tenía 16 años nunca había vivido en ningún otro lugar. Por eso extraña terriblemente la isla, su clima fantástico, sus playas paradisíacas, y especialmente su gente”, contó a LA NACION la exconcejal isleña y Especialista en Comportamiento Animal, Caroline Yon. El Reino Unido define a Ascensión -ubicada entre Brasil y África, apenas por debajo de la línea del ecuador- como una “isla de trabajo”, e impone una estricta regla conocida como “no right to abode” (sin derecho a residencia). A las personas mayores de 18 años que no tienen un contrato laboral, aunque sean nativos del lugar, se les niega el permiso de residencia. Yon y otros líderes hicieron campaña para modificar la norma. Pero no tuvieron éxito.
Ascensión, de apenas 88 km2, con unos 800 habitantes, es un lugar único en el mundo en muchos sentidos: un ejemplo de cómo transformar un paisaje lunar “totalmente desprovisto de árboles” donde “la gente vivía sobre cenizas volcánicas” -según contó Charles Darwin en 1836- en un paraíso tropical, con plantas llevadas, entre otros lugares, desde la Argentina. Además, la isla es hoy un centro tecnológico vital para el mundo. Allí se encuentra una de las cinco antenas de GPS por la cual todo el planeta puede guiarse en sus recorridos, y también desde la isla se rastrean los satélites de la Agencia Espacial Europea.
Además, para los argentinos, Ascensión tiene una connotación especial porque fue un punto de reabastecimiento vital en el largo viaje de aviones y barcos británicos durante la Guerra de Malvinas. Es más, hace ahora 41 años, en pleno conflicto, el gobierno de Leopoldo Galtieri ordenó al ya fallecido capitán de marina mercante Carlos Benchetrit una misión casi suicida de espionaje a la flota inglesa concentrada en la isla. “No podíamos creer que pudiese existir una concentración de buques de guerra como la que veíamos ante nuestros ojos en Ascensión”, reveló Benchetrit por primera vez hace algunos años a LA NACION.
¿Cómo fue que este desierto volcánico se convirtió en un paraíso y un lugar clave para Gran Bretaña y el mundo, y por qué el reino niega el derecho de residencia?
Un desierto convertido en paraíso
Ascensión es una isla relativamente joven para la historia del planeta, formada hace un millón de años luego de una erupción volcánica, y donde todavía hay decenas de cráteres “durmientes”. Por eso su superficie natural es solo lava y ceniza. “El procedimiento aplicado desde el viaje de Darwin en el siglo XIX es sorprendentemente similar al que se podría utilizar para crear condiciones de vida amigables en el planeta Marte, llamado ‘terraformación’”, explicó a LA NACION el ecologista David Wilkinson, de la University of Lincoln, Inglaterra, que hizo trabajos de campo en la isla.
El plan lanzado en el siglo XIX consistió en plantar árboles traídos de diferentes lugares del mundo en la parte más alta del terreno para crear lo que se llamaron un “bosque nuboso” incrementando la captación de nubes y caída de agua. “Entre otros sitios, en 1845 se trajeron a Ascensión plantas de la Argentina. No hay registro de si eran árboles nativos. Pero lo cierto es que viajaron desde Buenos Aires”, comentó Wilkinson.
Tal fue el éxito de este esquema que el sector más alto de la isla pasó a llamarse Green Mountain (Montaña verde). Apenas 70 años después de iniciada la forestación el biólogo marino inglés Alistair Hardy describió la vegetación de Green Mountain como “buena y abundante”.
“Grandes eucaliptos bordean el camino a la montaña, hay arbustos en flor, coníferas y palmeras de muchos tipos, y las ovejas pastan en las laderas entre parches de densa selva”, añadió.
Durante las guerras mundiales, la estratégica ubicación de la isla comenzó a tener interés militar como centro de Comunicaciones para Gran Bretaña y también para Estados Unidos. Y en 1982 jugó un rol clave por su posición a poco más de 6000 kilómetros de viaje desde Londres y otro tanto del archipiélago argentino de Malvinas.
En 1999 el capitán Benchetrit, del mercante de ELMA Río de la Plata, reveló por primera vez a LA NACION la insólita labor de espionaje que le encargó el gobierno militar el 19 de abril de 1982 mientras realizaba un viaje comercial entre Finlandia y Bilbao. Benchetrit apostó su barco a 12 millas náuticas (22 km) de Ascensión. “Como los barcos ingleses tenían un alcance bastante largo en sus comunicaciones, entramos con el VHF abierto y empezamos a escuchar las conversaciones de barco a barco. En base a ello pudimos saber qué buques zarpaban, qué es lo que hacían, qué intenciones tenían. Todo lo hablaban para nosotros con una libertad absoluta. Claro, ninguno en la escuadra inglesa se imaginaba que alguien pudiera estar escuchándolos”, recordó Benchetrit.
La operación británica para recapturar las islas argentinas hubiera sido imposible sin la base de Ascensión.
“Básicamente estamos a mitad de camino, por lo que todos los viajes hacían base en la isla antes de ir a las Malvinas: los aviones y los barcos llegaban aquí”, dijo Jacqui Ellick, exconcejal de Ascensión que vive en la isla desde 1995.
Junto con su importancia estratégica militar (el aeropuerto es operado en forma conjunta por la Royal Air Force y la United States Space Force) Ascensión es una meca para los conservacionistas. “Con la isla más cercana, Santa Helena, a 1200 kilómetros de distancia, Ascensión es un santuario para aves marinas y otros animales, como las tortugas verdes que tienen allí uno de los sitios más importantes de desove en el Atlántico”, comentó Yon.
Pero los residentes de la isla, aunque hayan nacido allí y jamás hayan vivido en otro lugar, como la hija de Caroline Yon, se ven forzados a abandonar su tierra a partir de los 18 años si no tienen un contrato laboral. “Yo puedo entender los argumentos de que la isla no tiene suficientes recursos naturales como para alojar a todos los que deseen vivir allí. Pero el gobierno británico inició un proceso de consultas, luego lo suspendió y finalmente no hay un plan alternativo”, explicó Yon.
Efectivamente en Ascensión, con un diámetro de poco más de diez kilómetros en la parte más ancha, viven 800 personas. Toda el agua potable surge de una planta desalinizadora, hay electrogeneradores y casi la totalidad de los alimentos que se consumen son importados. “La administración de la isla no tiene recursos para mantener a gente desempleada o jubilada. Y gran parte de los recursos locales provienen de donaciones de organizaciones ecologistas que financian proyectos determinados y no permiten su aplicación con otros fines”, agregó Yon.
Pero la excepcional política de “no right to abode” de Ascensión es única en el Reino Unido y contraría el derecho de un ciudadano británico a residir en el lugar donde nació y se crió. “Mi hija, que nació y creció en la isla, se siente muy extraña en Inglaterra. Y hay mucha gente en su posición. Pero hoy no hay solución a la vista”, concluyó Yon.