En una ceremonia de tal magnitud como la que se celebró este sábado 6 de mayo en Gran Bretaña, el simbolismo, la historia y las intrigas se filtran en cada detalle. A continuación, las claves de la coronación de Carlos III y Camilla y qué revelan sobre cómo será su reinado.
1. Contrastes: la alegría de Camilla vs. los nervios de Carlos
La diferencia entre el lenguaje corporal de los reyes recién coronados no podría ser más evidente. Al decir su juramento y al ser coronado por el arzobispo de Canterbury, Carlos se mostró nervioso y con el ceño fruncido, hasta cansado, como si tantos años de espera le pasaran factura. Incluso se quebró cuando Guillermo se acercó para prestarle su juramento.
Redimida después de décadas de ser la mujer en las sombras, la ahora reina Camilla fue todo lo contrario, jovial y alegre recibió su corona y la llevó con seguridad. Esas caras y gestos se repitieron en el balcón, donde la reina fue la más sonriente de la Casa Real. Carlos III, en cambio, se vio cansado, saludó a regañadientas y apenas sonrió. El contraste ¿será acaso una señal de las diferencias de peso que la corona representa para cada uno?
2. La cara de la juventud: Guillermo y Kate
Históricamente opacados por la reina Isabel o por los escándalos, Carlos y Camilla buscaron ser los protagonistas excluyentes durante toda la ceremonia, desde Westminster hasta el balcón. Pero la imagen del futuro y la potencia del reino fueron Guillermo y Kate. Con sus entorchados, colores y seguridad, fueron el ícono del poder suave en el que se convirtió la monarquía para Gran Bretaña. ¿Eclipsarán ellos a Carlos y Camilla en este ansiado reinado del nuevo monarca?
3. El mapa del poder en Westminster y en el balcón
No hubo sorpresas en Westminster ni en el balcón del Palacio de Buckingham. El núcleo duro de leales –los príncipes de Gales y sus hijos y dos de los hermanos menores de Carlos III junto a sus familias– llenó las primeras filas como prueba fehaciente del lugar preponderante que ocupan y ocuparán durante el reinado del sucesor de Isabel II. En cambio, los rebeldes a la corona y los caídos en desgracia, como Harry y Andrés, tuvieron un papel muy secundario en el evento histórico e incluso estuvieron ausentes en el cierre de la cita.
4. La geopolítica de Carlos III
Tratándose de una ceremonia oficial, fue Downing Street la que estuvo a cargo de las invitaciones de los jefes de Estado y gobierno a la coronación de Carlos III, cuidando la lista de prioridades geopolíticas del Reino Unido. Con una arrolladora presencia de los vecinos europeos, Emmanuel Macron de Francia, Frank-Walter Steinmeier de Alemania, Sergio Mattarella de Italia, fueron algunos de los asistentes destacados.
Mientras tanto, dos primeras damas sobresalieron en la celebración: Jill Biden, de Estados Unidos, quien asistió en representación de su país y de su marido, que se atuvo a la tradición –ningún mandatario estadounidense en ejercicio de sus funciones asistió jamás a la coronación de un monarca británico–; y Olena Zelenska, esposa del presidente ucraniano, quien ha tomando una relevancia global en el último año como resultado directo de la guerra con Rusia.
5. La soledad de Harry
Luego de idas y vueltas, el menor de los hijos de Carlos III finalmente se apersonó sin compañía en el servicio de coronación de su padre y de su madrastra. Pero no se quedó ni un minuto más, un acto que reafirmó la distancia y la incomodidad de Harry con la familia real británica –su familia–, con la que rompió relaciones después de la publicación de sus explosivas memorias, en las que expuso escabrosos detalles de su círculo íntimo.
Terminada la ceremonia, solo y con prisa, Harry se dirigió al aeropuerto para refugiarse nuevamente en California, en donde lo espera su esposa, la actriz norteamericana Meghan Markle, para festejar el cumpleaños de su hijo Archie, y en donde está a un océano de distancia de la institución que tanto desprecia.
6. ¿El próximo Harry? Luis se salió de protocolo y fue la estrella
Pero Harry no es el único rebelde de la familia. El pequeño Louis, el hijo menor de los príncipes de Gales, volvió a hacer de las suyas durante el histórico evento. El niño de cinco años, que es conocido por sus gestos divertidos y su traviesa actitud, incluso dándole dolores de cabeza a su madre de vez en cuando, bostezó toda la ceremonia de coronación de su abuelo mientras que jugó con las manos e hizo muecas desde el tradicional momento del saludo desde el balcón.