Sebastián Ludmer: “Hay una incertidumbre estratégica de largo plazo para el país, más allá de quién gobierne”

Estudió Economía en la UBA y realizó un doctorado en Princeton University, donde fue asistente de investigación de John Nash; dictó clases en la Universidad de Chicago y fue director de la Maestría en Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella; es representante del Deutsche Bank para la Argentina y Colombia

Sebastián Ludmer es representante de Deutsche Bank para la Argentina y Colombia, con responsabilidad de cobertura de clientes para el país, Chile, Paraguay y Uruguay. Trabaja en bancos y finanzas desde hace casi 30 años.

–¿Cómo ve la situación económica argentina? ¿Qué es lo que ve más preocupante?

–La Argentina necesita poder hilvanar una visión de futuro, de largo plazo. Más que los temas de coyuntura, que me parece que van y vienen, lo que percibo es una cierta incertidumbre estratégica de largo plazo para el país, que va más allá también de quién gobierna. Necesitamos tener una agenda de desarrollo de largo plazo. Mi preocupación es ver cómo la sociedad logra articular una agenda de desarrollo de largo plazo. Para mí, eso debería ser el núcleo ordenador que ayude también de alguna forma lidiar con la coyuntura.

– ¿Hace cuánto cree que el país no tiene un programa de desarrollo de largo plazo?

–No soy un historiador económico, pero desde que tengo memoria el país ha oscilado entre distintas visiones que no lograron terminar de armonizar y de generar una agenda de consenso, que permita lograr esa visión de desarrollo de largo plazo. Igual, soy optimista, porque creo que el país tiene las condiciones, los recursos naturales, los recursos humanos y conocimiento de industria. La coyuntura macroeconómica difícilmente se solucione con soluciones de coyuntura macroeconómica. En la medida que no se logre hilvanar un horizonte de largo plazo, una visión estratégica de dónde queremos que esté el país, siempre las soluciones de coyuntura solamente van a estar atacando el próximo problema de coyuntura. A mí eso es lo que más me preocupa.

–Decía que los recursos naturales y humanos están hace años en la Argentina y, sin embargo, el país no creció en el último tiempo. ¿Por qué cree que eso podría cambiar?

–Yo soy optimista porque creo que hay ciclos. La Argentina siempre tuvo recursos. En algún momento, los recursos de la Argentina fueron críticos y a eso lo supo aprovechar para generar un salto de desarrollo importantísimo, como a finales del siglo XIX y principios del XX. Ahora se da una coyuntura similar. Si bien la Argentina siempre ha tenido recursos naturales en abundancia, creo que ahora la configuración global se ha movido en una forma muy favorable. Obviamente, está la cuestión de los yacimientos de hidrocarburos no convencionales de Vaca Muerta y el tremendo salto de productividad que se ha experimentado en los últimos años; eso es una novedad de primera magnitud. Están también los minerales necesarios para la reconversión de la sostenibilidad a nivel global. Y creo que la Argentina llega muy bien posicionada a las nuevas perspectivas globales, con mucho capital humano, con muchos recursos humanos muy bien preparados, muy bien capacitados. Estamos partiendo de un sistema educativo que ha sido muy efectivo en generar, en explotar quizás lo mejor de nuestros recursos y en formar gente de primerísima línea, y por eso se ven los unicornios [las empresas que crecieron mucho en poco tiempo] de tecnología. Con la combinación de todas esas cosas, nuevamente, la Argentina tiene una oportunidad de una vez por siglo de no solo tener una abundancia de recursos naturales, sino, aparte, de tener los recursos críticos para una coyuntura global que, de golpe, ha cambiado.

–Pese a ese optimismo, eso no se ve reflejado en inversiones en el país, ni en bonos ni en acciones argentinas… ¿Qué es lo que más miedo les da a los inversores que quieren venir a la Argentina?

–Creo que la Argentina debe poder darse a sí misma esa visión estratégica, esa agenda de largo plazo, que un poco está, no es que no está, pero me parece que todavía necesita cobrar una voz más fuerte. Se necesitan muchísimas inversiones en infraestructura, para aprovechar esta coyuntura, y eso tiene que ser un trabajo conjunto entre el sector privado y el público a nivel local y a nivel internacional. Me parece que se necesita una colaboración para poder financiar todas esas obras de infraestructura, para desarrollar el cobre, el litio, los hidrocarburos de Vaca Muerta. Son montos que no tienen tanto que ver con la llegada de capitales para comprar bonos o acciones en el corto plazo, que es otro orden de magnitud. Me parece que los movimientos especulativos tienen que ver más con cuestiones especulativas, pero de lo que estoy hablando es de que la Argentina tiene una oportunidad de dar un salto cualitativo muy importante, pero para eso necesita hilvanar políticas de Estado y una agenda de largo plazo que le permita aprovechar esa oportunidad.

–¿Cómo ve en este marco las elecciones presidenciales? ¿Puede darse ahí la oportunidad de que en la Argentina emerja un líder que proponga un proyecto de largo plazo con políticas de Estado?

–No voy a opinar sobre candidatos o candidaturas o de las elecciones. Cumplimos 40 años de democracia, tenemos que estar orgullosos de que la democracia está firmemente consolidada en la Argentina y confío en el buen criterio de mis conciudadanos para tomar decisiones. Una agenda de largo plazo no debería estar influenciada por quien gane la próxima elección, debería ser algo mucho más transversal y que surja del diálogo.

–¿Por qué cree que en estos 40 años de democracia no se pudo implementar muchas políticas de Estado?

–No soy un historiador económico, tampoco soy un analista político. Pero me parece que hay cambios muy fuertes que están ocurriendo a nivel global. Está la cuestión del cambio climático, están las agendas de sostenibilidad, de reducción de emisiones de carbono, del cambio tecnológico, de la inteligencia artificial. Las razones por las cuales tengo optimismo con la Argentina es que todas esas cuestiones significan una coyuntura global que el país debería poder aprovechar y dar un salto cualitativo de desarrollo. Esas condiciones no estuvieron dadas en los últimos 40 años de democracia, hemos lidiado con situaciones difíciles y pocas veces como ahora está tan claro de alguna forma el panorama. En ese sentido, hay una diferencia cualitativa de hoy con respecto al pasado reciente y espero que la podamos aprovechar.

–Le vuelvo a preguntar por las consultas de los inversores. ¿Le preguntan sobre Javier Milei?

–No voy a opinar sobre un candidato específico, la gente mira todo, mira las encuestas, se preguntan por todo. Creo que hay mucha incertidumbre con respecto a las elecciones, pero me parece que las preocupaciones con la Argentina van más allá de los nombres. No es una cuestión de si gana tal o gana cuál, sino más bien de saber cómo este país puede salir de este círculo en el que se encuentra de alguna manera atascado, que es la volatilidad macroeconómica que lo lleva a tener como problemas de coyuntura permanentes. No lo veo tanto por un nombre sí o un nombre no. Obviamente que todo el mundo sigue con atención las elecciones, los inversores especializados siguen con atención todo lo que pasa, pero no creo que pase por ese tipo de preguntas.

–¿Cómo ve la falta de dólares en el Banco Central?

–Hay una cuestión de corto, mediano y largo plazo. Soy bastante optimista en que una agenda de largo plazo debería permitirle a la Argentina diversificar sus ingresos, ampliar un poco sus fuentes de exportaciones y darle más solidez y ayudar mucho a la solvencia fiscal, como para que estos no sean temas que aparecen todo el tiempo. Con respecto a la coyuntura, por ahí es más difícil para nosotros desde el banco dar una visión de corto plazo, hay que pensar más en cuál es la agenda de desarrollo que permita que esos temas no sean recurrentes.

–¿Cómo ve el banco a la región?

–Para el banco, América Latina es un área de foco bastante fuerte; de hecho, hemos estado haciendo inversiones. El año pasado relanzamos nuestra presencia local en México, con una inversión de US$100 millones y hace dos años invertimos también US$100 millones en Brasil. Nosotros nos vemos como líderes en todo lo que es sostenibilidad y transformación hacia cero emisiones netas. América Latina en general, y la Argentina en particular, tiene obviamente los recursos y la posibilidad de brindar al mundo las materias primas necesarias para alcanzar eso. En ese contexto, la estrategia global del banco de hacer foco en América Latina armoniza bastante bien con la estrategia global de ser líderes en esa agenda de sostenibilidad y de emisiones netas de carbono cero. Me parece que para la Argentina es importante lograr hilvanar eso y crear un marco que permita tomar ventaja de la oportunidad que se le ofrece. Me parece que es muy difícil ordenar la coyuntura macroeconómica sin tener una agenda de largo plazo, porque los desafíos son muy grandes y, por otro lado, la oportunidad también es muy grande. En cruzar las dos cosas está la gran oportunidad. Pienso que el Estado argentino tiene que tener una agenda así lo antes posible, no importa quién gane las próximas elecciones, no importa quién esté gobernando en este momento. La Argentina no debería perder tiempo en crear los marcos necesarios para poder explotar los minerales.

–¿Por qué todavía no se logró ese plan?

–Porque todo esto es muy reciente, cosas como la explosión del litio o de la productividad de Vaca Muerta son recientes. Cuando uno mira con perspectiva histórica, son sucesos de anteayer, ha pasado muy poco tiempo. ¿Cuánto hace que hablamos del litio? Cuatro o cinco años, como mucho. De Vaca Muerta hablamos hace 10 años, pero la explosión de productividad fue mucho más alta de lo esperado y eso no tiene 10 años. En la vorágine de la coyuntura, perdemos de vista que son sucesos muy recientes. De alguna forma, para la sociedad y para nuestra dirigencia es un proceso que tiene que decantar, no va a pasar de la noche a la mañana. No sería tan duro con nosotros mismos. Estos no dejan de ser sucesos muy novedosos y que requieren cierto tiempo de elaboración. No me parece que haya una falla nuestra. Sí, obviamente, va a empezar a haber una falla en la medida que no se pueda llegar ahí. Pero yo creo que se va a llegar, de hecho, la construcción del gasoducto Néstor Kirchner es un primer paso que claramente va en esa dirección y creo que hay mucho más para hacer y vamos a llegar a eso.

–¿No cree que la dureza hacia la Argentina se debe a la alta inflación y la larga crisis económica?

–Los argentinos somos cortoplacistas desde que tengo memoria, entonces también exigimos resultados rápidos. La oportunidad que se le ha abierto a la Argentina ahora no tiene tanto tiempo. Somos muy duros en decir cómo puede ser que no tenemos ya toda la infraestructura de Vaca Muerta armada, o cómo puede ser que no tengamos ya minas de cobre y de litio operando.

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