Robots de cocina a dólar crocante: todo lo que la corrida se llevó

La advertencia de Gloria, coordinadora del chat de vendedoras de Thermomix -el robot alemán de cocina que es furor entre los aficionados a la gastronomía-, llegó con signos de exclamación y emojis de alerta a las 10.26 del martes, no bien abría el mercado de cambios. “Chicas!!! El miércoles sube la máquina”, dijo, y dio el precio nuevo: 830.000 pesos al contado. “¿Mañana?”, preguntó Sofía, integrante del grupo. “Sí -confirmó Gloria-. Me hace acordar a la pandemia: subían de un día para otro”. La noticia sorprendía porque venían de otro aumento cuatro días antes, el sábado. Es el tercero en un mes.

Las corridas tienen siempre sobre lo importado un efecto inmediato. Sofía contestó con stickers: tres caritas de una chica tapándose la cara. Pero Virginia, otra miembro del chat, acababa de vender con gran esfuerzo un robot. En plena turbulencia, pero antes del reajuste: lo necesario para no espantar al cliente. “¡Ahora me toca a mí”, dijo, y celebró con un GIF de Juana Viale bailando. “Grande, Vir: la estaba esperando”, felicitó la coordinadora. El problema vendría dos horas después, a las 12.40, cuando, con la cotización ya en su máximo del martes, Gloria reapareció con otro emoticón de alerta: “Chicas, dólar a 500: cerramos la venta”. ¿Y ahora? En adelante, agregó, sólo se entregaría producto a cambio de moneda fuerte: “Cliente que quiere comprar, puede pagar US$ 1850″. Mercedes, también vendedora, agregó otra hilera de emoticones: ojos de hartazgo, cara de sonrisa y tres manitos en señal de rezo.

El chat baila desde el martes como Juana Viale, pero al ritmo de los movimientos de la City. Las operaciones no se reactivaron, y sólo siguen en pie para quienes paguen como propone el plan económico de Javier Milei: en dólares. Será, por un tiempo, el único modo de despejar la incertidumbre y la falta de precio, una condición que esta semana afectó de un modo u otro a todos los sectores, incluidos aquellos que se manejan con productos fabricados en el país. Las cadenas de supermercados, por ejemplo, que esta semana exhibían góndolas semi vacías como consecuencia de faltantes que, hasta ahora, orillan en promedio entre un 20 y 25 por ciento.

“Lo primero que tiene que cuidar el Gobierno ahora es que no haya desabastecimiento”, advirtió Guillermo Moreno en Radio con Vos, pero no desde su condición de exsecretario de Comercio o economista, sino de dueño de una ferretería mayorista, negocio en el que está desde hace cuatro décadas. Es el problema que desde la semana pasada intenta resolver quien ahora ocupa aquel cargo, Matías Tombolini, vigía del programa Precios Justos. Si estuviera, Moreno lo haría seguramente con su estilo, mediante llamados de teléfono a las empresas, pero es probable que esa herramienta esté perdiendo efectividad. Los empresarios dicen que no hay nada con los que se los pueda amenazar en estas condiciones porque pierden plata vendiendo, y que tampoco podría ofrecerles nada a cambio de abastecer, como dólares oficiales para importar, porque ya casi no se autorizan operaciones.

Derivados de commodities como las galletitas, el aceite, los fideos o productos de electrónica son los rubros en los que se detecta el mayor faltante en góndolas. Es muy posible que, dadas las circunstancias, en los próximos días haya que agregar a esa lista a las frutas importadas. La banana que viene de Ecuador, por ejemplo, volverá a ser sometida a las leyes de la economía: o sube de precio o será difícil encontrarla. Aunque por ahora eso no haya empezado a percibirse. “Acá tenemos: se vende a 750 pesos los dos kilos”, dijo ayer a este diario Silvia, dueña de una verdulería de Villa Urquiza.

Son amenazas que no discriminan por rama de actividad. “En llamas los aumentos”, alertó a este diario Julio Vázquez, dueño de dos perfumerías en Ituzaingó y presidente de la cámara del sector, y detalló las magnitudes de las alzas: hasta 17% para los productos de cosmética para el pelo y 25% las fragancias importadas. “Ayer me habían llegado 24 listas de precios, y hoy, 16 más. Me llamaron diez perfumerías que no saben qué hacer: de Ciudadela, Junín, Catamarca, La Rioja. El problema son los mayoristas. Se está dando un cuadro muy loco: aumentos de precios, de sueldos, de alquileres, de servicios, de gastos fijos…, ¡con baja venta! Mucho no querés vender, pero tenés que mantener las obligaciones. Es lo mismo que les pasa a los sojeros: la soja la tienen en los silos, pero cuando les vienen a cobrar el insecticida tienen que vender la soja para pagar”.

En una importadora de rulemanes de Avellaneda admitieron tener la venta completamente suspendida. “En septiembre importábamos el dólar oficial, el octubre al blue, ahora no te autorizan nada. Falta mercadería”, describieron. Nada nuevo. Será así por un tiempo. Hasta que vuelva cierta estabilidad o, lo más probable, el próximo sobresalto.

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