Revelan tensiones y reproches internos en la delegación que viajó con el Presidente a Brasil

El viaje a Brasil, en el que el gobierno cifraba parte de sus expectativas financieras y políticas esta semana, terminó con Alberto Fernández volviendo “sin dinero”, como dijo su par de ese país, Luiz Inácio Lula da Silva, y con un escándalo luego de que se filtraran cruces, enojos y supuestos gritos en las menos de 24 horas que duró el periplo. En el centro de la escena quedó la portavoz Gabriela Cerruti, desde cuya oficina descartaron, ante una consulta de LA NACION, una repuesta al artículo del diario Perfil que habló sobre lo sucedido.

Scioli desmintió que Alberto Fernández haya viajado a Brasil “a pedir plata”

Para el viaje, que primero fue anunciado por Brasil a sus medios y recién luego a los argentinos, el albertismo buscó dar una imagen de respaldo al mandatario, rodeado de varios de sus leales y junto al ministro de Economía, Sergio Massa, con quien hay diferencias y se perfila como uno de los candidatos a las próximas elecciones. Incluso para el vuelo se buscó coordinar la comunicación previa entre las diferentes vocerías. Sin embargo, y pese a los esfuerzos, se dieron los hechos que hoy terminaron sumiendo al Gobierno en una nueva polémica, lejos de los problemas que azotan a la gestión con un dólar arriba de los 470 pesos y con una inflación de abril que se avecina peor que la de marzo.

A las filtraciones de las últimas horas que causaron revuelo y molestia en el Gobierno se sumaron las declaraciones de Antonio Aracre, exjefe de asesores presidenciales, quien en las últimas horas también le apuntó a Cerrutti al contar que la bloqueó en Whatsapp. “Yo la bloqueé porque en general bloqueo a las personas tóxicas“, aseguró el exfuncionario, quien agregó: “Cuando veo que una persona todo lo que dice y hace no me suma, resta o miente, la bloqueo” y “era imposible una comunicación madura con ella”.

Cerruti lleva tiempo cuestionada internamente por el oficialismo en general, pero por el albertismo en particular, desde donde admiten que la sostiene fundamentalmente el mandatario. Las desconfianzas hacia ella en la comunicación son de larga data, pero se exacerbaron en el último tiempo, en especial tras el paso que dio al costado el presidente Fernández respecto de la posibilidad de competir por la reelección.

En las filas de Fernández más de un colaborador cree que Cerruti pone todas sus esfuerzos en la posible candidatura de Massa. La figura del tigrense, que despierta suspicacias en el albertistmo, fue uno de los elementos que puso en jaque un esquema de comunicación en el viaje a Brasilia que buscó en la práctica que el titular de Hacienda no se llevara el rédito de lo que podría salir del encuentro con Lula. Con varios voceros en la comitiva acompañando a los funcionarios que viajaron se buscó que todo pasara por Cerruti y no por el aceitado esquema de Massa.

Sin embargo, pese a la preparación previa, no hubo nada que anunciar. Solo las declaraciones de rigor entre Fernández y Lula, en la que repartieron elogios, promesas, pero que como dijo el brasileño, no incluyeron ni un peso para Argentina. En la previa, post y en paralelo sucedieron cruces entre Cerruti y Tolosa Paz por la exclusión de la ministra en la foto que buscó mostrar unidad entre Fernández, Massa, el embajador Daniel Scioli; el canciller Santiago Cafiero y el secretario general de Presidencia, Julio Vitobello.

Tolosa Paz retuiteó hoy el tweet de la secretaria de Legal y Técnica que repudió el tono de la entrevista, sin mayores comentarios que los ya hechos por Ibarra. Fue casi una devolución de favores luego de que la semana pasada Cerruti se solidarizara con ella por los dichos del periodista Horacio Verbitsky.

La nota de Roberto García en Perfil es pura misoginia y constituye violencia política y mediática. Es necesario repudiar este machismo violento más allá de las posiciones políticas. No es periodismo. No es crítica. No es opinión. Es pura violencia. #BastadeViolenciaPolítica https://t.co/eeE9oA6Xz8

— Vilma Ibarra (@VilmaIbarraL) May 4, 2023

“Esto pasa porque el albertismo está acabado”, resumió un funcionario kirchnerista que consideró que la filtración de datos del tono de peleas, cruces y reproches dentro del espacio de las filas del albertismo “es un síntoma” del estado de esa terminal de la coalición, cuya caída describen “aún más abrupta” desde que Fernández dio un paso al costado de la carrera por la reelección.

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