¿Quién fue el mejor y quién fue el peor ministro de Economía?

En los 165 años que separan 1854 de 2019, es decir, desde el comienzo de la gestión de Justo José de Urquiza hasta la terminación de la de Mauricio Macri, la Argentina tuvo 52 presidentes de la Nación y 133 ministros de Economía. Eso implica una permanencia promedio de 3,17 años en el caso de la primera magistratura, y de 1,24 años en el de la titularidad de la cartera económica. En ambos casos, varias personas ocuparon los cargos en más de una oportunidad. Con tantos cambios, ¿cómo saber a quién debemos ovacionar y a quién bajarle el pulgar en su gestión al frente del Ministerio de Economía?

Al respecto me contacté con el indonesio Subroto (1923-2022), quien estudió en la Universidad de Indonesia, en la Mc Gill (Canadá), en el MIT y en Stanford. Como a comienzos de la década de 1950 no había muchos estudiantes asiáticos en Canadá, se convirtió en una especie de curiosidad. Lo consulté porque, debido a su experiencia ministerial, podría ayudarnos a responder el interrogante planteado.

–¿Cuándo se generaron las ideas referidas a un “nuevo camino”?

–Esas ideas, referidas al desarrollo económico de Indonesia, fueron planteadas en seminarios que tuvieron lugar en 1966, en el segundo de los cuales conocí al general Soeharto. Había una afinidad especial entre los economistas y los militares, porque ambos habíamos participado en la guerra por la independencia. Durante la presidencia de Soeharto fui su asesor personal en materia económica.

–En 1971 fue designado ministro de Transmigración y Cooperativas

–Así es. Durante el período colonial, la transmigración era vista como la relocalización de la población de la sobrepoblada Java a las regiones pobres del interior del país. El programa era parte del esquema de desarrollo agrícola e implicaba cultivos alimenticios y materias primas. La preparación de nuevas tierras para poblarlas se convirtió en un importante cuello de botella. Le asignamos dos hectáreas a cada colono. Aprendimos que las nuevas áreas debían estar conectadas con los centros, lo cual implicó invertir en caminos.

–Luego fue ministro de Minería y Energía.

–Entre 1978 y 1988, después de lo cual fui nombrado secretario general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Sheikh Zaki Yamani, ministro de Petróleo de Arabia Saudita, fue una persona de sobresalientes cualidades y carisma. Contra lo que se sostiene, no precipitó el primer shock petrolero, el de 1973, el cual resultó un subproducto de la guerra de Yom Kippur. El principal arquitecto de la estrategia contra la OPEP fue Henry Kissinger, lo cual es lógico, porque defendía los intereses de los países importadores de petróleo. Previendo la ulterior caída del precio del petróleo, que ocurrió en 1986, Indonesia dedicó buena parte de los mayores ingresos al desarrollo agrícola y rural.

–¿Cómo calificar de manera objetiva quiénes fueron buenos y malos ministros de Economía?

–No quiero eludir la respuesta, pero no hay nada más difícil que explicar causalmente algún hecho. Por lo que los econometristas denominan problema de identificación, que consiste en que varias causas generan los mismos efectos, y lo que usted pretende saber va de los efectos, que son los resultados, a las causas, es decir, las políticas que los generaron. Además de lo cual…

–¿Hay más, todavía?

–La poca permanencia promedio de los ministros de Economía dificulta todavía más la calificación, como usted dice, de manera objetiva. Particularmente en el caso de ministros que estuvieron muy poco tiempo en su cargo, solo por entretenimiento se puede fabricar un cuadro con sus apellidos y las tasas de inflación y pobreza que existieron durante sus mandatos. Pero alguna pista se puede dar.

–Lo escucho.

–Desde el punto de vista de su permanencia y del margen de maniobra con el que contaron, los exministros de Economía se pueden incluir en diferentes grupos. Contra lo que se cree, ninguno de ellos fue el “zar” de la economía, pero no se pueden medir con la misma vara los resultados obtenidos por Adalbert Krieger Vasena, José Ber Gelbard, José Alfredo Martínez de Hoz, Domingo Felipe Cavallo 1991-1996, con los conseguidos por Jorge Wehbe, Emilio Mondelli, Jesús Rodríguez o Jorge Roberto Hernán Lacunza.

–Explíquese.

–Yo soy duro cuando evalúo a los ministros incluidos en el primer grupo, y mucho más comprensivo con los del segundo grupo. No se trata de algo personal, sino del hecho de que es muy difícil hacer política económica cuando el poder político, del cual inevitablemente depende el ministro de Economía, está debilitado. Enfatizo este punto porque, con frecuencia, los aplausos van en la dirección contraria: demasiados al comienzo de las gestiones, lo cual confunde a los funcionarios al hacerles creer que son unos genios, y demasiado pocos al final, cuando se evalúa su gestión como si se tratara de un período normal.

–Con frecuencia, el primer ministro de Economía no es el mejor. ¿Por qué?

–Primero, ilustremos lo que acaba de decir. Miguel Miranda fue el primer presidente del Banco Central de Juan Domingo Perón; Jorge Néstor Salimei, el primer ministro de Juan Carlos Onganía; Bernardo Grinspun, el de Raúl Ricardo Alfonsín; Miguel Ángel Roig-Néstor Mario Rapanelli, los de Carlos Saúl Menem.

–¿A qué se debe esto?

–Thomas Gresham se inmortalizó cuando dijo que la moneda mala desplaza a la buena, principio que dedujo del hecho de que los seres humanos transan con la mala moneda, para sacársela de encima, y atesoran la buena, como reserva de valor. Con los candidatos a presidente de la Nación parece ocurrir algo parecido. Escuchan a dos economistas, uno de los cuales le dice que los objetivos de política económica requieren grandes esfuerzos, mientras que el otro sostiene que no es necesario. La tentación de arrancar la gestión presidencial asignándole al segundo la cartera de Economía es irresistible. ¿Qué hubiera pasado si el 25 de mayo de 1973 el gobierno presidido por Héctor José Cámpora le hubiera asignado la cartera económica a Antonio Cafiero?

–Lo que usted está diciendo tiene gran actualidad, con vistas al gobierno que asumirá el próximo 10 de diciembre.

–Considerando la actual situación económica de su país, pensando en el próximo gobierno, ningún economista pronostica una mejora de la situación sin esfuerzo. Es más: que en 2024 no se repita la sequía que asoló a la Argentina en 2023 y que se complete el gasoducto que viene del sur del país aliviará las cuentas externas. Pero le recomendaría al futuro presidente que sea exigente cuando converse con sus asesores económicos, no temiendo pedirles precisiones, para estar seguro de que entienden lo que le están diciendo.

–Estimado Subroto, muchas gracias.

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