Con experiencia pastoral como cura villero, a partir de sus años como sacerdote en la villa La Cava, y un trabajo sostenido en contextos de fuertes crisis sociales, el nuevo arzobispo de Buenos Aires, Jorge Ignacio García Cuerva, se identifica con el pensamiento de “una Iglesia pobre para los pobres”, la línea que marcó Francisco a los pocos días de iniciar su pontificado.
Abogado y formado en la diócesis de San Isidro, de la mano del obispo Jorge Casaretto, se ha mostrado siempre crítico de los excesos del poder. En agosto de 2021, luego de que el gobierno de Alberto Fernández perdiera las PASO, atribuyó el categórico pronunciamiento de las urnas al malestar que había generado el manejo de la pandemia. “Cuando no podíamos reunirnos, ni vacunar a nuestros abuelos, ellos estaban vacunados y se encontraban”, declaró el actual obispo de Río Gallegos, una diócesis acostumbrada a convivir con las crisis sociales, como el prolongado conflicto docente.
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La designación como sucesor del cardenal Mario Poli es el cuarto nombramiento que recibe de Francisco. En noviembre de 2017 lo designó obispo auxiliar de Lomas de Zamora, una diócesis con marcadas postergaciones sociales, como las que conoció en los barrios de emergencia que había transitado durante casi 15 años en la parroquia Nuestra Señora de la Cava, en Béccar. En enero de 2019 pasó a ser obispo de Río Gallegos. Y en julio de 2021, Francisco lo incorporó al Dicasterio para los Obispos, para acentuar la mirada de la experiencia pastoral en el organismo del Vaticano que interviene en la selección de los nombramientos episcopales.
Antes de su primera designación episcopal, García Cuerva había sido párroco de la iglesia Santa Clara de Asís en la de El Talar, partido de Tigre, en los barrios populares San Pablo y Almirante Brown. Cuando tomó posesión de la diócesis de Río Gallegos viajaron a la asunción Sergio Massa y Malena Galmarini, a quienes había tratado en Tigre. En ese momento, Massa lo definió como “un obispo comprometido y caminante”
Al describir lo que significó la pandemia de Covid-19, García Cuerva declaró en una entrevista con Infobae que existió otra pandemia de emociones, ligadas al miedo, la incertidumbre y la angustia. “Muchos políticos y dirigentes no vivieron esta segunda pandemia porque cuando nosotros teníamos muchas ganas de ver seres queridos y no podíamos, ellos viajaban. Cuando nosotros no podíamos vacunar a nuestros abuelos, ellos ya estaban vacunados. Cuando nosotros no podíamos encontrarnos, ellos se encontraban. Incluso, ya no solamente inventando el concepto de personal esencial sino también el de estratégico, con lo cual siempre quedaban cubiertos. Por no haber vivido esta segunda pandemia, no entendieron lo que le pasaba a la gente”.
Hace diez días, en Río Gallegos, llamó a “vencer todas las grietas” y animó a transitar caminos de encuentro y de consensos. “Nos falta unirnos por los grandes problemas del país”, en sintonía con el reciente mensaje del cardenal Poli en el Tedeum del 25 de Mayo, en el que hizo una fuerte convocatoria a la unidad y a la revalorización de la democracia.
“¿Podremos entender, de una vez por todas, que tienen que haber cuatro o cinco temas que a los argentinos nos unan, que podamos vencer todas las grietas y, dando razones de por qué pensamos como pensamos, sentarnos a una mesa?”, se preguntó.
También advirtió recientemente sobre la gravedad de “una situación social extremadamente compleja”. Afirmó que “la inflación es un impuesto a los pobres” y dijo que “no podemos quedarnos en silencio”.
Soldado de Francisco
García Cuerva asumirá en julio como arzobispo de la arquidiócesis primada. Tiene 55 años, por lo que se espera un ministerio pastoral prolongado en la arquidiócesis, con segura influencia en la vida de la Iglesia argentina, teniendo en cuenta que los obispos desarrollan su ministerio pastoral hasta los 75, la edad que cumplió el cardenal Poli e noviembre pasado. Tradicionalmente, los obispos que asumen la sede de Buenos Aires alcanzan la distinción cardenalicia.
Soldado fiel de Francisco, se alejó siempre de las especulaciones acerca de la relación del Papa con la Argentina. “Poner al Papa en una interna es no entender lo que es a nivel mundial. Tiene todo un mundo del que ocuparse”, declaró en una ocasión, al tratar de interpretar por qué no se concretaba una visita al país. Muy probablemente ahora, como arzobispo de Buenos Aires, lo reciba en 2024, de concretarse los deseos expresados por el pontífice para realizar el postergado viaje.
Nacido en Río Gallegos en 1968, el nuevo arzobispo es hijo de un odontólogo y militar retirado de la Fuerza Aérea (Jorge Antonio García Cuerva) y de una maestra (Graciela García Cuerva). Es el mayor de cinco hermanos de una familia porteña de clase media, que se desplazó por unos años a la capital de la provincia de Santa Cruz. Un primo hermano de su padre, Gustavo Argentino García Cuerva, era piloto y murió en la Guerra de Malvinas.
En 1986 ingresó a la carrera de Derecho en la Universidad de Buenos Aires, mientras misionaba en los barrios populares de El Palito y El Garrote, del Tigre. Interrumpió sus estudios para ingresar al seminario y, una vez ordenado sacerdote por monseñor Casaretto, los retomó, hasta graduarse en la Universidad Católica de Salta, en 2009.
Realizó un posgrado en teología, con especialización en historia de la Iglesia, con una tesis sobre la Iglesia en Buenos Aires durante la epidemia de fiebre amarilla de 1871. Esa experiencia recobró vigencia durante la pandemia de Covid-19 y sistematizó las investigaciones sobre prácticas comunitarias en articulación con distintas instancias del Estado.
En su ministerio pastoral abordó la problemática de las adicciones y la drogadependencia e integró la comisión nacional constituida en el Episcopado. Trabajó, también, muchos años en la pastoral carcelaria, por lo que conoce muy de cerca los problemas y desafíos en materia de seguridad.
A partir del magisterio social del pontificado de Francisco, monseñor García Cuerva desarrolló estudios y misiones pastorales sobre la inequidad y la pobreza, la realidad carcelaria, la justicia restaurativa, y el compromiso social y los centros barriales como respuesta a la problemática de los jóvenes vulnerables.
El flamante arzobispo participó en varios congresos internacionales, como el Encuentro del Foro Económico Mundial celebrado en Roma, en 2014, y otras reuniones organizadas por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Washington, en 2016, además de encuentros sobre justicia restaurativa, en Puerto Rico, en 2020; pastoral carcelaria, como el realizado por el Dicasterio de Desarrollo humano Integral en el Vaticano, en 2019, y varias convocatorias del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam).