Quién es Genoveva Ferrero, la elegida por Larreta en Seguridad vinculada a los operadores de la política y la Justicia

Hace unos meses, Genoveva Ferrero no se imaginaba que recalaría en una de las sillas más calientes del Ministerio de Justicia y Seguridad porteño. Es que mientras Horacio Rodríguez Larreta, su jefe político e íntimo amigo, exprimía las horas para fortificar sus chances de doblegar a Patricia Bullrich en la pelea por el liderazgo opositor, Ferrero, una funcionaria judicial con perfil técnico y poca exposición pública, pero que conoce al dedillo los laberintos del poder en el bastión de Pro, ansiaba que un triunfo en las urnas del alcalde porteño la dejara a las puertas del puesto que siempre anheló: una butaca en el Consejo de la Magistratura de la Nación, el organismo encargado de seleccionar y remover a los jueces.

Sin embargo, la consagración de Bullrich en las PASO sepultó las aspiraciones presidenciales de Larreta y la alejó temporalmente del objetivo que se proponía. Tras el affaire Eugenio Burzaco, que fue eyectado del cargo de ministro de Seguridad porteño por su aparición en un partido del US Open durante un viaje oficial a Nueva York, en medio de la crisis política que desató en la Ciudad el atroz crimen de Mariano Barbieri, la vida de Ferrero dio un giro brusco. Larreta se comunicó con ella, que hasta hace poco controlaba la suculenta caja del poder judicial de la Ciudad, para ofrecerle la Secretaría de Seguridad. Más que una propuesta, fue un pedido de ayuda frente a un escenario político extremadamente difícil tras el revés electoral de las primarias. “Ella va a dar una mano en un momento complicado, pero tiene claro que se queda hasta el 10 de diciembre”, asegura uno de los interlocutores habituales de Ferrero, quien en los últimos tiempos ganó terreno en el rompecabezas político de Larreta. Por caso, fue una suerte de veedora del alcalde cuando auditó el uso de fondos del presupuesto de la Justicia.

Abogada y especialista en contrataciones públicas, Ferrero logró acumular poder tras bambalinas y de forma progresiva desde que el Pro gobierna el terruño porteño. Es conocida por todos los personajes centrales de la política y la Justicia de la ciudad. Tiene línea directa con Daniel “el Tano” Angelici, el radical que mueve los hilos de la Justicia porteña desde hace años gracias a su estrecha relación con Macri, su antiguo camarada en Boca Juniors, y su heredero: Larreta. Ferrero también tiene llegada al peronista Juan Manuel Olmos, otro de los grandes titiriteros de la estructura judicial de la Capital. Pero es sabido que Angelici y Olmos no son sus únicos interlocutores con el Poder Judicial. Y desde hace tiempo está en pareja con el juez federal Ariel Lijo, uno de los magistrados más influyentes de Comodoro Py. Lijo, que procesó a Amado Boudou en el caso Ciccone, fue blanco de acusaciones y es uno de los apuntados por Elisa Carrió, quien lo vincula con el exministro Julio De Vido.

Las razones de Larreta

El jefe porteño decidió convocar a Ferrero tras activar una ronda de consultas con sus colaboradores más fieles. Diego Santilli promovió a Gustavo Coria, que contó con el visto bueno de Jorge Macri, aspirante a jefe porteño, para suceder a Burzaco. Urgido de mostrar reacción para minimizar el costo político por las esquirlas del caso y rencauzar su gestión hasta del final del mandato, Larreta buscó una persona de su extrema confianza para secundar a Coria.

El perfil de Ferrero, quien trabajó en el engorroso proceso del traspaso de la policía a la órbita de la Ciudad -intervino en el control de la parte administrativa de la negociación-, cumplía con los requisitos. En la sede de Uspallata confían en que sus lazos con altos mandos e intermedios de la policía porteña sirvan para “ordenar” la cartera de Seguridad y capear la crisis que provocó el homicidio de Barbieri en Palermo. Ferrero está acostumbrada a articular con las autoridades policiales, ya que fue directora general de suministros de la Policía Metropolitana y secretaria de administración de las Fuerzas de Seguridad. En esos cargos se ocupó de controlar las compras y contrataciones de la fuerza, como las pistolas Taser o los botones antipánico, de mover recursos para la renovación de las comisarias.

En ese trayecto, afirman cerca de Larreta, se ganó el respeto de los uniformados. “Yo me siento parte de la familia policial”, suele decir Ferrero, una de las personas que consulta Larreta cuando requiere referencias del mundillo judicial. Por caso: la llamó en abril de 2021, en plena pelea en los tribunales con el gobierno de Alberto Fernández por la presencialidad escolar.

Su ascenso en Pro y nexos

Ferrero, de 39 años, es una histórica dirigente de Pro en la Capital. Sus orígenes se remontan al primer mandato de Mauricio Macri como jefe porteño. Desde que puso en pie en el ecosistema de Pro, supo combinar eficientemente su capacidad de gestión -un aspecto que destacan tanto sus aliados como sus detractores internos- con su destreza para tejer una amplia red de vínculos personales.

Si bien responde al jefe porteño, su primer padrino político en el universo del macrismo fue Edgardo Cenzón, un operador todoterreno de Pro -desde armador hasta nexo con el círculo rojo y recaudador de campaña de Macri y Larreta-. Es hija de Fernanda Ferrero, exdiputada nacional y exlegisladora porteña que comenzó su carrera política en la Ucedé, creció bajo el ala de Domingo Cavallo y fue aliada de Ricardo López Murphy antes de pasarse al macrismo.

La flamante secretaria de Seguridad de la Ciudad hizo su primer pasantía en Cippec, cuando el think tank era liderado por Nicolás Ducoté, quien también desembarcaría tiempo después en el campamento de Pro.

Tras una breve experiencia en el Congreso -trabajó junto a Hugo Martini y comenzó a codearse con sus futuros compañeros en Pro-, desembarcó en la Legislatura de la ciudad. Allí se convirtió en asesora de Silvia Majdalani, exnúmero dos de la AFI durante la gestión de Cambiemos. Fue su desempeño en la Comisión de Consumidores y Usuarios lo que le permitió ascender en la estructura de Pro y dar el salto al Ejecutivo. Cuando amanecía la gestión de Macri en la Ciudad, fue coordinadora jurídica de la Dirección General de Defensa de Consumidores y Usuarios; y directora general de Compras y Contrataciones. Al poco tiempo, se ganó la confianza de Cenzón, su primer jefe político, quien le delegó el control de la Policía Metropolitana. En ese momento trabajaba codo a codo con Ignacio Grecco, otro alfil de Cenzón. “Es una administradora eficiente. Y los policías la respetan”, dice un exintegrante del gabinete porteño.

En 2015, cuando Larreta venció a Martín Lousteau en el ballottage, Ferrero fue electa legisladora porteña. Ocupaba el puesto número quince en la lista de Pro e ingresó por pocos votos. Pero duró apenas dos meses en su banca. Es que el radical Martín Ocampo, el discípulo de Angelici que designó Larreta al frente del Ministerio de Seguridad, la convocó para hacerse cargo de la Secretaría de Administración de las Fuerzas de Seguridad del Gobierno de la Ciudad. Desde ese puesto monitoreó el traspaso de la policía que motorizó Macri, sobre todo intervino en la negociación por los recursos y se ocupó de auditar los fondos destinados a la fuerza. “La Policía Federal no estaba acostumbrada a que un civil controle los recursos. Prefieren auto-administrarse. Y si no tenés personalidad, te pasan por arriba”, señala uno de los articuladores del traspaso en 2016.

Tras la salida de Ocampo -apuntado tras los graves incidentes en la previa de la final de la Copa Libertadores entre River Plate y Boca Juniors- y el desembarco de Santilli en el área de Seguridad, Ferrero se alejó de la gestión ejecutiva y apuntó a la Justicia. No obstante, ya se había convertido en una de las funcionarias más ponderadas por Larreta. A lo largo de su recorrido en Pro también logró forjar vínculos con referentes de la Coalición Cívica, como Paula Oliveto, pese a las diferencias de Elisa Carrió con Angelici, los popes radicales o dirigentes del entorno de Bullrich, como Juan Pablo Arenaza.

En paralelo a la edificación de su carrera política, Ferrero se recibió de abogada en la Universidad Católica Argentina (UCA) y es docente en la UBA. Hizo un master en gestión de crisis, emergencia y seguridad en la Universidad Rey Juan Carlos, de España. Y en 2022 hizo una maestría en la George Washington University.

En mayo de 2020, mientras surfeaba la crisis por la pandemia, Larreta volvió a promoverla. La propuso como secretaria de Administración General y Presupuesto del Poder Judicial, un cargo estratégico desde el cual Ferrero controló durante tres años la caja del Consejo de la Magistratura, la Fiscalía General, la Defensoría General y la Asesoría Tutelar. Su designación fue aprobada por la Legislatura porteña.

Desde ese puesto, Ferrero jugó en tándem con Larreta, pero también con Angelici, quien dio el visto bueno a su nombramiento. A fines del año pasado fue electa como consejera de la Magistratura porteña en representación de los abogados. Con el apoyo del eje Larreta-Angelici y del resto de las vertientes de JxC, superó en los comicios a la lista encabezada por Jorge Rizzo. Ocupó esa silla hasta que recibió el llamado de Larreta la semana pasada y aceptó volver al Ejecutivo. Quienes la frecuentan aseguran que Ferrero no se imagina en el cargo más allá del umbral del 10 de diciembre, cuando asumirá el sucesor de Larreta. Es más: deslizan que ya planea su regreso al mundo judicial.

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