Qué pasó con el dólar después de las últimas nueve elecciones presidenciales

En la previa de las elecciones presidenciales, el futuro del dólar es un elemento de preocupación en los mercados. Desde el retorno a la democracia, los siete presidentes electos que llegaron a la Casa Rosada a través de las urnas -entre ellos hay dos reelecciones- debieron implementar estrategias para mantener la variable alineada a sus planes económicos. Hubo quienes optaron por controles fuertes, quienes dejaron fluctuar a la divisa y quienes apostaron por un tipo de cambio fijo. De 1983 a hoy, qué ocurrió con el dólar después de las elecciones.

Ricardo Alfonsín: el regreso de la democracia en 1983

Cuando Alfonsín llegó a la Casa Rosada luego de siete años de dictadura militar, la situación económica era desafiante. La deuda externa superaba los dos tercios del PBI (era de más de US$45.000 millones), el Banco Central no tenía reservas, la desocupación estaba por encima de los dos dígitos y la pobreza había alcanzado el 21%.

Al momento de asumir, el 10 de diciembre de 1983, el dólar equivalía a $20,74 pesos argentinos, según registros del Banco Central. Sin embargo, la dinámica inflacionaria (en 1984 llegó al 625%) erosionó su poder adquisitivo y llevó al Gobierno a un cambio de rumbo.

En junio de 1985, lanzó el Plan Austral, un programa de shock para contener la inflación que introdujo al austral como moneda. Al momento de su puesta en marcha, valía 0,88 centavos de dólar. Dicho de otra manera, un dólar costaba 1,13 australes.

El austral comenzó con buen pie. Pese a que logró su misión en una primera instancia, la inflación volvió a acelerarse en los años siguientes (en agosto de 1987 era del 27%) hasta llegar a la híper de 1989. De forma adelantada, debió entregar la presidencia al peronista Carlos Menem.

Menem: atarse al dólar para lograr la estabilidad

En el primer día hábil del riojano como presidente, un dólar equivalía a 65 australes. Con una dinámica inflacionaria incontenible en sus primeros años de mandato, la moneda continuaría perdiendo su valor. Desde el primer día del plan austral hasta el inicio de su gestión el salto del tipo de cambio superó el 57.000%.

Orlando Ferreres fue el primer viceministro de Economía de Menem y tuvo un rol importante en el Palacio de Hacienda tras el fallecimiento del ministro Miguel Ángel Roig, a los cinco días de asumir. “Enfrentamos la hiperinflación que tuvo lugar después de la salida de Alfonsín, que fue de 295% en un mes y equivaldría a 45.500.000% si se anualizara. Fue la inflación más alta en toda la historia Argentina”, recuerda Ferreres en diálogo con LA NACION.

En aquellos años, asegura, el déficit fiscal llegó al 23% del PBI. “Fue una época de gran emisión y expansión monetaria sin relación con la producción”, plantea Ferreres. En aquel momento, junto a su equipo diagramaron un modelo matemático para definir el rumbo de variables como el tipo de cambio, los salarios y los precios. “En una sola noche, se definió que el precio de la nafta pasó de 2 a 25 australes”, ilustra sobre la dinámica hiperinflacionaria.

La suba de precios siguió siendo un problema durante algún tiempo más para ese gobierno, que tuvo como ministros sucesivos a Néstor Rapanelli y Erman González. En ese escenario, el presidente nombró en 1991 como ministro de Economía a Domingo Cavallo, quien dio forma a la Ley de Convertibilidad. Con este esquema, se introdujo una nueva moneda, el peso convertible, que ató su valor al dólar. Para reemplazar a la moneda circulante hasta entonces, se tomó una equivalencia de 10.000 australes por peso.

La paridad peso-dólar permitió una rápida baja de la inflación y estabilización inicial de algunas variables económicas, aunque en el mediano plazo la Argentina entraría en una dinámica recesiva, con caída del nivel de actividad y crecimiento del desempleo. Con tipo de cambio fijo, privatizaciones de empresas públicas y desregulaciones, Menem logró su reelección en 1995.

La Alianza: el final de un modelo

Como prometió en campaña, el radical Fernando De la Rúa mantuvo el uno a uno en su gestión, pero el esquema resultó cada vez más difícil de sostener en un contexto de caída en el nivel de actividad, déficit fiscal y aumento de la deuda.

En marzo de 2001, el presidente radical convocó nuevamente a Cavallo para conducir el Palacio de Hacienda. El corralito bancario impuesto el 1° de diciembre, que implicó restricciones al retiro de depósitos bancarios y la prohibición de envío de dinero al exterior, precipitó la caída del Gobierno y la renuncia del presidente el 20 de diciembre de 2001. En la práctica, el uno a uno había quedado en el olvido, y el peso comenzaba una paulatina devaluación.

Luego de una breve presidencia de Adolfo Rodríguez Saá, quien anunció el default de la deuda externa, Eduardo Duhalde desembarcó en la Casa Rosada y anunció un tipo de cambio de $1,40. Las deudas en dólares se pesificaron uno a uno, mientras que los depósitos en moneda extranjera se convirtieron a $1,40 por dólar. En la calle, mientras tanto, la cotización del dólar superaba los $1,95.

Durante la presidencia de Duhalde, el tipo de cambio siguió en alza y llegó a tocar los $4, aunque luego retrocedió. En las elecciones presidenciales del 23 de abril (Menem obtuvo el 24,45% de los votos, Néstor Kirchner, el 22,25%) el tipo de cambio oficial era de $2,86, valor que refleja un salto de casi el 200% en menos de dos años.

Néstor Kirchner: superávit y un dólar a $3

En mayo de 2003, cuando Carlos Menem ya había anunciado su decisión de bajarse de la segunda vuelta, el flamante presidente electo Néstor Kirchner daba sus primeras definiciones económicas. “El dólar a $3 está bien para la Argentina”, aseguraba.

Al momento en que el santacruceño llegó a la Casa Rosada, el 25 de mayo de 2003, el dólar valía $2,87. La estabilidad cambiaria marcó su gestión, caracterizada por superávit comercial –se combinaron mejoras en los precios internacionales de las commodities y la competitividad ganada tras la devaluación- y el fiscal. Al fin de su presidencia, el dólar estaba a $3,14.

“Al principio hubo un proceso recesivo tremendo, que empezó en el segundo semestre de 1998 y terminó en 2003. La crisis no fue por escasez de dólares, sino por la profundidad de la recesión y una mala programación de vencimientos de deuda que se amontonaron a partir de 2000 y fueron imposibles de pagar”, afirmó Miguel Ángel Pesce, vicepresidente del Banco Central entre septiembre de 2004 y diciembre de 2015.

“A partir de 2002, además, tuviste un contexto de default, donde no pagabas la deuda y juntabas reservas. Además, a partir de 2004 empiezan a subir las commodities y su precio escala hasta la crisis de 2008/2009, se toma un descanso y vuelve a trepar hasta 2011. Así, la Argentina llegó ese año a exportar US$84.000 millones”, añade el economista, quien hoy integra los equipos de Alberto Fernández.

Cristina Fernández de Kirchner: la instauración del cepo

Cuando Cristina Kirchner tomó de las manos de su marido y predecesor la banda presidencial, en diciembre de 2007, el dólar cotizaba a $3,10. El traspaso de mando de un Kirchner al otro no presentaba un salto de continuidad y, por tanto, los mercados se mantuvieron calmos los primeros días, pero rápidamente se inició un ciclo que, más allá del posicionamiento político de “cuidar la moneda nacional”, implicó una fuerte devaluación del peso, dinámica que marcó sus ocho años de gestión.

En el primer mandato de Cristina Kirchner, la inflación comenzó a acelerarse. Luego del 9,8% en 2006, el IPC nunca bajó de los dos dígitos, mientras el Gobierno intervino el Indec para manipular las estadísticas oficiales. Esa dinámica se trasladó al dólar, que comenzó a subir. En cuatro años, acumuló un salto del 38% y cerró ese mandato en $4,32.

Ya en 2011, días después de asumir su segundo mandato, la restricción externa y un creciente déficit fiscal condicionaban la estabilidad económica. En ese contexto, Cristina Kirchner impuso un cepo cambiario a partir de noviembre para evitar una mayor salida de divisas. Se trató de un control de compra de dólares que originalmente se presentó como una medida para transparentar el sistema, pero que, en concreto, limitaba el acceso a divisas a quienes quisieran comprarlo.

Eso generó el desarrollo de un fuerte mercado paralelo y múltiples tipos de cambio (blue, contado con liquidación, etc.), con brechas que llegaron al 60%. Además, se implementaron cargos del 35% a las compras de pasajes y otros consumos en el exterior. Fernández de Kirchner le entregó el mando a Mauricio Macri el 10 de diciembre de 2015 con un dólar oficial en $9,8. El blue, en cambio, pasaba los $14,50.

Mauricio Macri: del optimismo al FMI

Mauricio Macri asumió la presidencia el 10 de diciembre de 2015 y, antes de que pasara una semana, ya había cumplido con su promesa de eliminar el cepo cambiario vigente desde el segundo mandato de Cristina Kirchner. El entonces ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay, fue el encargado de comunicarlo y la divisa (que estaba por entonces en torno al $9,80) saltó a $13,90 el día posterior.

En los meses siguientes, el dólar aumentó lenta y progresivamente hasta llegar a un tope de $16, que encendió las alarmas del Banco Central a mediados de 2016. Entonces el Banco Central liderado por Federico Sturzenegger endureció su política monetaria y apostó por un esquema de altas tasas de interés para contener la inflación e incentivar el ahorro en pesos para evitar una mayor demanda de dólares.

En mayo de 2018 se registró una fuerte corrida cambiaria y la moneda argentina se depreció 22%, mientras que el dólar superó la barrera de los $25 por primera vez. En junio, el Gobierno acordó un programa de salvataje con el FMI porUS$ 50.000millones.

La última gran corrida ocurrió tras la derrota de Mauricio Macri en las elecciones primarias, cuando traspasó por momentos la barrera de los $60. En este escenario, el Gobierno de Macri impulsó restricciones cambiarias a las que se sumaron luego reglamentaciones específicas para desincentivar las maniobras para evadirlo, como el “rulo”.

Alberto Fernández: profundización del cepo

En 2019, el resultado de las PASO definió el futuro político de la Argentina, con el triunfo por 15 puntos de la fórmula opositora Fernández-Kirchner sobre el binomio Macri-Pichetto, y tuvo un impacto inmediato en el mercado cambiario.

Si bien faltaban más de dos meses para las elecciones presidenciales (el 27 de octubre), al día siguiente de las primarias el dólar oficial se encareció un 24%. Fue el lunes 12 de agosto, cuando el valor de la divisa estadounidense trepó más de $11, y pasó de $46,15 (el valor del cierre del viernes) a $57,30.

“Fue un KO en primer round. El día fue muy duro y difícil y los clientes estaban todos en shock”, describió entonces a LA NACION un operador financiero.

Las acciones y los bonos argentinos se desplomaron en la apertura de los mercados. Hubo acciones que se cayeron más del 50%, mientras que los títulos de deuda soberanos tuvieron pérdidas de hasta el 20%. En ese contexto, el Merval sufrió un desplome histórico de 38% y, como consecuencia de la caída de los bonos, el riesgo país subió un 68,2%, a 1467 puntos.

En un escenario de tensión cambiaria, la reacción del derrotado presidente Macri se pronunció en conferencia de prensa y mostró su enojo por el resultado. “El día lunes, ante el resultado adverso al gobierno y favorable al kirchnerismo, tuvimos un día muy malo. Hoy estamos más pobres que previo a las PASO, el dólar ha vuelto a subir, dijo el mandatario.

“Entendemos que los votos que no nos acompañaron representan una bronca acumulada de todo el proceso económico duro que hemos tenido que recorrer en estos tres años y medio, a partir de la herencia que recibimos. Estamos acá para seguir trabajando. Estamos convencidos de que tenemos muchas más cosas para mostrar, proponer, debatir. La elección en octubre va a ser una buena oportunidad para demostrar que el cambio continúa, que vamos a revertir la elección de ayer, que nos va a llevar a una segunda vuelta”, dijo.

Mientras tanto, la escalada del dólar y la consecuente incertidumbre económica generó la reacción del triunfador, Alberto Fernández, quien afirmó que el tipo de cambio a $60 “estaba bien”. “Ya no hay motivos para que siga aumentando. Cada vez que la moneda se devalúa hay miles de argentinos que se empobrecen”, dijo el candidato del Frente de Todos, quien afirmó también que habló con Macri y le pidió “preservar las reservas”.

Semanas después, en un contexto de salida de divisas y presión cambiaria, (el BCRA perdió US$13.000 millones de reservas desde las PASO hasta el cambio de mando) el Gobierno de Macri reintrodujo un cepo cambiario, con un límite de US$10.000 mensuales para la compra de divisas, desde el 1° de septiembre. A su vez, anunció un “reperfilamiento” de la deuda en moneda local.

Tras el resultado de las elecciones presidenciales, con el triunfo del Frente de Todos (48,1% a 40,4%) que depositó a Fernández en la Casa Rosada, debió reforzar ese cepo: recortó a US$200 el tope mensual en la compra de divisas para atesoramiento. En ese escenario, se estiró la brecha cambiaria, con el dólar blue que llegó a $73 (el oficial cotizaba en $63,50).

Al momento de la asunción de Fernández, el dólar oficial cotizaba a $63,04, según los números del Banco Central, mientras que el blue se vendía a $69,50. En los cuatro años de la gestión de Macri, el tipo de cambio oficial escaló 543% (el 10 de diciembre de 2015, con cepo vigente, cotizaba a $9,85).

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