Patricia Bullrich optó por rebajar la escalada verbal en Juntos por el Cambio y encapsular el conflicto con Horacio Rodríguez Larreta. Horas después de que saliera a cruzar públicamente a su rival en la interna del principal espacio opositor, por las críticas que le propinó el jefe porteño al modelo de confrontación del ala dura de Pro -habló de un “fracaso” de Macri-, la precandidata a presidenta del frente “La Fuerza del Cambio” intentó exhibir musculatura política y despliegue territorial para la disputa con Larreta en las PASO. En el inicio de la campaña presentó en la localidad de Pilar a sus nuevos aliados de la UCR y dirigentes leales que integrarán sus listas electorales en todo el país. Su lema es “orden” y “coraje”.
Tras la polémica con Larreta, a quien tildó de “oportunista” y “ventajero”, Bullrich dijo que quiere “mirar para adelante” y enfocar su mensaje en las preocupaciones de la ciudadanía. Eso sí: no llamó a su contrincante ni se retractó. “Nuestra concentración, mensaje y abrazo es para todos los argentinos. No hablamos más de los que critican. Que digan lo que quieran”, afirmó la exministra de Seguridad durante una conferencia de prensa que brindó en el salón Pilar Palace, escoltada por su tropa de candidatos en la provincia y el interior. En su equipo de colaboradores más estrechos celebraron que haya apostado por reducir el nivel de belicosidad con Larreta. Es que, rebosantes de optimismo, aventuran que se impondrán en la competencia interna y piensan en el escenario post-PASO. Saben que, en caso de ganar, a partir del 14 de agosto, afrontarán el desafío de retener los votos que coseche el jefe porteño.
“No tengo ninguna escalada verbal con Larreta. Tenemos una evaluación y sentimos que es importante que JxC defienda con mucha fuerza lo que es su historia, que se ha hecho de muchos momentos y que viene de muchas fuentes. Vamos a defender nuestra historia”, completó e intentó dar por cerrado el tema. Desde Santa Fe, Macri también buscó desdramatizar el enfrentamiento entre sus herederos en Pro. Dijo que se medirán dos estilos diferentes en un debate “profundo” sobre cómo transformar el país, aunque remarcó: “Sobre lo que mi gobierno hizo bien hay cada vez más claridad”.
Bullrich suele relativizar el impacto de la disputa interna en la capacidad electoral de JxC. Considera que desde el retorno de la democracia solo hubo dos internas competitivas: la batalla peronista entre Carlos Menem y Antonio Cafiero en 1988 y la contienda que protagonizaron Fernando de la Rúa y Graciela Fernández Meijide en 1998.
“Nosotros no vamos a arrastrar votos, sino que estamos convencidos de que los ciudadanos van a elegir una propuesta de cambio. Todos los que voten a la otra lista de JxC se van a sumar a este equipo que tiene coherencia y convicción”, remarcó Bullrich, quien aventura que el país se encamina a un cambio de régimen. Y pronostica “el fin de la narrativa del kirchnerismo”.
Según Bullrich, la elección de Sergio Massa como candidato a presidente marcó un giro pragmático de Cristina Kirchner ante la debilidad política de su sector. “Decían que venía a generar un cambio profundo en la Argentina y finalmente nos demostraron que no les importa nada, pasaron de ‘la generación diezmada’ a la solución Massa. Ahí se demuestra claramente que el único objetivo es el poder por el poder”, enfatizó.
Frente a sus candidatos en todo el país, Bullrich dijo que no se dejará “correr” y no dará ni un “paso atrás” con aquellos que quieran “meter presa” a la gobernabilidad. Confía en que una porción mayoritaria de la población acompañará sus reformas. A diferencia de Larreta, ella apuesta al crédito social más que a tender acuerdos “corporativos”. “Los acuerdos son siempre en base al cambio. No vamos a negociar el cambio”, dijo ante la consulta de LA NACION sobre si, en caso de que fuera la vencedora en las urnas, contemplaría moderar sus propuestas y apelar al pragmatismo para evitar un “estallido social” a la hora de hacer reformas para bajar el déficit fiscal y controlar la inflación.
“No hay un problema de paz social, sino una minoría organizada que nos amenaza. Y todos quieren cambiar, es mayoritario. Hay una paz social que se va a conseguir con los cambios. A esas minorías que nos amenazan las vamos a combatir, no a la sociedad que viene sufriendo”, subrayó la exministra, quien estuvo acompañada por su flamante compañero de fórmula el radical Luis Petri.
Tras el cierre de listas, Bullrich hizo una demostración de fuerza en Pilar. Allí llegaron las principales figuras de su espacio que encabezarán las boletas en los distritos más influyentes, como Néstor Grindetti, Maximiliano Abad (UCR), que tuvo su debut en una cumbre de los “halcones”, o Cristian Ritondo, entre otros.
En el comando de campaña de la exministra quedaron conformes con los acuerdos que sellaron con miras a las PASO. Visualizan que Larreta apostó por una sumatoria muy diversa y que ella preservó la identidad. A su vez, se jactan de haber equilibrado la pelea por el armado en Buenos Aires, donde Bullrich tenía pocos socios hasta hace unos meses. Por Pilar desfilaron los radicales bonaerenses Abad, Miguel Fernández, que acompaña a Grindetti en la lista, y Karina Banfi, escolta de Ritondo en la nómina de diputados nacionales. Pero también aparecieron Luis Naidenoff y exsocios de Gerardo Morales y Martín Lousteau, como Ricardo Buryaile (Formosa), Flavio Fama (Catamarca) o Miguel Nanni (Salta), quienes saltaron a último momento al campamento de Bullrich. En los cierres de listas se imponen las efectividades conducentes.
Antes de que Bullrich se subiera al escenario para ensayar una arenga ante sus candidatos nacionales, Grindetti, Abad y Petri llamaron a militar un “cambio profundo” en materia de seguridad, educación y trabajo. Durante la jornada también expusieron Juan Pablo Arenaza, jefe de campaña de Bullrich, Sebastián García de Luca, el discípulo de Emilio Monzó que se ocupó de tejer los acuerdos de la exministra en Buenos Aires, y Damián Arabia, armador del bullrichismo en el interior y candidato a diputado nacional.
El radical Petri sintonizó rápido con los “halcones”. Su discurso, por caso, generó elogios en la platea bullrichista. El resto de los radicales, en tanto, comenzaron a amoldarse con el nuevo ecosistema. “El que no se anime al cambio, quedará en un costado”, avisó Bullrich desde el atril.