LONDRES.- Cuando Harry y su esposa, Meghan, levantaron campamento de Gran Bretaña y se instalaron en Estados Unidos, en 2020, el príncipe dijo que era un acto de supervivencia frente a la implacable intromisión de la prensa. El martes, tras otro caótico cruce con los fotógrafos en Nueva York, Harry descubrió que en su hogar adoptivo los flashes son igualmente enceguecedores.
Mientras se siguen filtrando los detalles de lo que ocurrió exactamente con Harry, Meghan y su madre, Doria Ragland, cuando los paparazzi los persiguieron por el centro de Manhattan, el episodio deja al descubierto una paradoja elemental en la vida de esta pareja de celebridades: ruegan tener privacidad pero también buscan publicidad, con un documental de Netflix, un libro de escandalosas memorias de Harry, y apariciones públicas que inevitablemente atraen a las cámaras.
El frenesí que se desató esa noche en Nueva York es un recordatorio del resentimiento que fue acumulando Harry durante décadas contra la prensa británica, que sigue siendo la principal compradora de las fotos que consiguen los fotógrafos en cualquier lugar que la pareja se presente. El 1997, la princesa Diana, madre de Harry, murió en un accidente automovilístico en París mientras escapaba de los fotógrafos. Harry siempre los culpó por la muerte de su madre y ha manifestado su temor de que la historia se repita con su esposa y sus hijos.
Pero el episodio también ilustra otro dilema para Harry: ni la participación del Departamento de Policía de Nueva York pudo evitar que su familia fuera rodeada por los paparazzi, quienes los siguieron acosando incluso después de que se refugiaron en una comisaría.
El desempeño de la policía de Nueva York en el incidente del martes no pasó inadvertido en Londres, donde Harry ha demandado judicialmente al Ministerio del Interior británico por haber rechazado su solicitud para que la policía le brinde protección a él y a su familia cuando están de visita en el país.
“De lo ocurrido en Nueva York se desprende que la protección policial que Harry pretende en Londres tampoco sería suficiente para protegerlo a él o a su familia”, dice Ed Owens, un historiador de la relación entre la monarquía y los medios. “Él parece no entender esa realidad”.
En California, donde viven actualmente, Harry y Meghan contratan guardias de seguridad privados con licencia de portación de armas. Pero no se les permite ingresar a Gran Bretaña con guardias armados, razón por la cual Harry ha pedido protección policial y se ha ofrecido a pagarla él mismo. Los abogados del Ministerio del Interior argumentaron ante el tribunal que los agentes de policía no deberían ser contratados por clientes particulares.
Harry ha manifestado que la pérdida de su equipo de seguridad es una de las consecuencias más preocupantes de su áspera separación de su familia y su renuncia a los deberes reales. En su libro de memorias, En la sombra, dice que desde su infancia nunca había viajado sin al menos tres guardaespaldas armados. También cuenta que durante las negociaciones con los funcionarios del Palacio de Buckingham sobre su nuevo estatus, les imploró que le dejaran los guardaespaldas por más que perdiera el resto de sus atribuciones y privilegios reales.
Seguridad
“Me ofrecí a pagar el costo de la seguridad de mi propio bolsillo”, escribe Harry. “Ni sabía si podría hacerlo, pero estaba decidido a encontrar la manera”. Según allegados a la pareja, fue el costo de tener que pagar seguridad personal las 24 horas lo que llevó a Harry y Meghan a aceptar los lucrativos contratos de publicación y televisación con Netflix y Penguin Random House.
En su comunicado del miércoles, el vocero de la pareja señala que en el incidente de Manhattan los fotógrafos representaron una amenaza tanto para Harry, Meghan y su madre, como para los peatones, los automovilistas y la propia policía de la ciudad. “Fue una persecución automovilística que casi termina en catástrofe, de parte de un grupo de paparazzi sumamente agresivos”, dice el comunicado.
Pero el relato de la policía de Nueva York y del taxista que recogió a la pareja y a Ragland es bastante menos dramático. El conductor, Sukhcharn Singh, no quiso caracterizarlo como una persecución y agregó que en ningún momento tuvo miedo, aunque aclaró que sus pasajeros evidentemente sí. El vocero policial reconoció que los fotógrafos eran un problema, pero dijo que los tres pasajeros llegaron a destino en el Upper East Side “sin haber chocado, sin heridos ni personas arrestadas”.
El Departamento de Policía de Nueva York prefirió no comentar sobre el despliegue de seguridad que se aplica para los visitantes de alto perfil que llegan a la ciudad. Pero un funcionario familiarizado con ese protocolo dijo que la policía hace su propia investigación y análisis independiente antes de desplegar efectivos adicionales.
La extravagante cobertura mediática del incidente en ambos lados del Atlántico resalta las discrepancias en el relato de los hechos. Pero en esta ocasión, los tabloides de Nueva York sacaron más provecho que sus colegas de Londres, que publicaron fotos de primera plana de la pareja, pero no titulares críticos.
Harry tiene juicios pendientes de resolución contra los editores de tres tabloides londinenses –The Daily Mail, The Daily Mirror y The Sun–, a los que acusa de invadir su privacidad a través del hackeo de su celular y otros métodos ilegales. Meghan le ganó un juicio al editor del The Daily Mail on Sunday por la publicación de una carta privada que le envió a su padre, Thomas Markle, del que estaba alejada, en el momento de su boda.
Mark Landler
Traducción de Jaime Arrambide