La divulgación del dato de inflación de abril (8,4%), número que volvió a superar todas las proyecciones públicas y privadas, al punto de ser la más alta desde el mismo mes de 2002, aceleró las reuniones de trabajo entre el ministro de Economía, Sergio Massa, y su equipo para definir un paquete de medidas de emergencia con foco en contener la disparada de los precios y el dramático drenaje de reservas del Banco Central, que en sus niveles netos ya se encuentran en terreno negativo por alrededor de US$1000 millones.
Ambas variables constituyen el principal desvelo del Gobierno y derivaron en las nuevas medidas difundidas este domingo. Si bien se prevén más anuncios durante la semana, por ahora sobresalen la fuerte suba en las tasas de interés (97%), acompañada de una mayor intervención del Banco Central (BCRA) para administrar el crawling peg (devaluaciones diarias), y la aceleración de las discusiones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), China y el grupo de países llamados Brics para tratar de acelerar el ingreso de divisas al país.
Otras de las medidas anunciadas por el equipo económico, relacionada con el mercado interno, consiste en la decisión oficial de que el Mercado Central quede habilitado para importar alimentos exentos de aranceles, con el objetivo de reducir el precio efectivo de venta al público de productos frescos (frutas, verduras, hortalizas, carnes) y productos secos no perecederos.
Según la visión de los economistas consultados por la LA NACION, la eficacia de las medidas anunciadas hasta ahora se presenta dudosa, incluso la “agresiva” suba en la tasa de interés, que si bien resulta “lógica” dada la coyuntura, deja entrever otra política reactiva tipo “parche”, que vendría acompañada de mayor emisión monetaria y un consecuente aumento del déficit fiscal.
Camilo Tiscornia, de C&T Asesores Económicos, afirmó: “Me parecen medidas insuficientes. Quizá lo más efectivo sea subir la tasa de interés. Es un movimiento lógico para decir que con tasas de interés más elevadas es más atractivo quedarse en pesos, con lo cual disuadir la compra de dólares y contener los tipos de cambio”. Pero matizó: “Eso implica mayor emisión, entonces tal vez no necesariamente redunde en más dinero en el mercado instantáneamente, porque en realidad el BCRA sigue absorbiendo cada vez con más Leliq lo que va fabricando él mismo y, así, va generando nuevas expectativas de inflación”. Y agregó: “No queda muy claro que en este contexto subir la tasa de interés pueda contener la situación. Además, el 97% sigue sin parecer una tasa extremadamente atractiva”.
Nadin Argañaraz, titular del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), expresó: “El Gobierno considera prioritario dar una señal concreta de que quiere evitar una aceleración de precios y por eso la decisión de subir la tasa del 91% al 97%. Eso significa una tasa de interés esperada anual efectiva del 152%. Dada la situación, cree que es una tasa real positiva, que supera la inflación esperada y que debería tener efectos en línea con evitar la aceleración inflacionaria”. No obstante, el economista aclaró que si bien “no es una medida que vaya en el sentido de un plan de estabilización” porque “es de corto plazo”, en el actual contexto resulta “clave para evitar una aceleración de precios que destruye el poder adquisitivo de los salarios y las jubilaciones”.
En cuanto al impacto de esta medida, Argañaraz aseguró que “en la medida en que se traslade a las Leliq, eso va a generar un aumento del stock de esos títulos, de pases [préstamos de dinero con garantía, cuyo título se intercambia] y del pasivo monetario del BCRA”. Y aventuró: “El Gobierno seguramente esté pensando en una duración establecida, un plazo limitado de este nivel alto de tasa de interés”.
Por su parte, Andrés Borenstein señaló que a pesar de que a priori resulta positiva una suba agresiva de la tasa de interés “hay que tener en cuenta que la emisión de dinero es endógena” y que “el BCRA tiene una deuda de $13 billones, mientras que todo el sector privado tiene una deuda de entre $8 billones y $9 billones, lo que hace que [el Banco Central] sea el más endeudado y renegocie más rápido”.
“Si yo como sector privado estoy endeudado y tengo un préstamo que vence en un año, la tasa hasta dentro de ese plazo no la renegocio”, ejemplificó el economista. En cambio, “el Banco Central tiene pases, que se renegocian todos los días, y Leliq, que se renegocian cada 28 días”, dijo. Así, se desprende que el gran perjudicado por la suba de tasas es el propio BCRA, lo que implicaría mayor emisión por intereses o más Leliq. Y concluyó: “La tasa juega un efecto ambiguo en este escenario. Quizá ya no tienen instrumentos, pero tampoco pueden no decir nada. Les está explotando la inflación y el BCRA no puede ser el ‘siga-siga’”.
Contradicciones
Gabriel Caamaño, de la consultora Ledesma, afirmó que el paquete de medidas es “contradictorio”. Según el economista, “la suba de tasas en soledad no tiene mucho sentido; de hecho, ha venido recurrentemente corriendo detrás de la inflación, ahora con expectativas que ya deben rondar el 150% interanual o más”.
Sobre los intereses de las Leliq, afirmó: “Hoy por hoy no se devengan, no es emisión que sale a la calle. Es emisión que queda en el balance del BCRA. La emisión que se realiza es la que está financiando directa o indirectamente al Tesoro, vía incremento de encajes, de su integración con títulos públicos, intervención del BCRA en el mercado secundario, comprando los títulos a los bancos para que suscriban en las licitaciones primarias del Tesoro. Esa es la emisión fuerte, que es la emisión exógena, muy superior a la de las Leliq”.
Respecto de las medidas, el economista insistió: “No es un paquete consistente. Ni el anuncio ni la implementación de hecho parecerían ser un plan para usar el tipo de cambio como ancla y dar impulso al consumo, entre comillas, en un año electoral. No hay nada nuevo en esto con lo que ha sido el tránsito hacia otros procesos electorales de parte del kirchnerismo”.