Hay un lugar en el mundo en que, después de recorrer varios kilómetros durante tres años y medio, un auto vale prácticamente lo mismo que al momento de salir de la concesionaria: la Argentina. No pasa casi en ningún lado. En general, un 0Km se deprecia entre 20% y 30% no bien da la primera vuelta a la manzana. Pero hemos inventado una vez más la cuadratura del círculo: la inflación y el proteccionismo hicieron que, por ejemplo, un Chevrolet Onix LS nuevo que costaba en marzo de 2020, antes de la cuarentena, 984.900 pesos, valga ahora $ 6.543.000. Es el mismo auto, pero un 564,3% más caro en pesos y con tres años y medio de uso. Casi un empate con la inflación, que fue desde entonces 569 por ciento.
Los datos pertenecen a la lista oficial de la Cámara del Comercio Automotor. En estos tres años y medio, el dueño del Onix sólo perdió frente a lo que en la Argentina parece imbatible, el dólar blue: a la cotización del momento en que lo compró ($ 78,5 por dólar el 2 de marzo de 2020), ese 0 Km valía 12.546 dólares y hoy, aun con los kilómetros recorridos, US$8902. Un 29% menos.
Como para desoír lo que el ministro de Economía, Sergio Massa, pidió la semana pasada: “Compren un autito, no vayan a comprar dólares”. De todos modos, es probable que el valor en dólares vuelva a equipararse en diez días si el blue no se dispara, porque los concesionarios tienen ya previsto subir 35% todos los precios como consecuencia de la devaluación. El Ónix de tres años y medio costará entonces $ 8.833.000. Es decir, US$12.017 si el blue siguiera como esta semana. Lo que anhela cualquier ahorrista: mantener el valor en moneda dura.
La Argentina está en el podio de la inflación mundial, detrás de Venezuela y Líbano. Un vehículo se volvió acá una reserva de valor. Como en otros países, las commodities. “La gente se cubre con activos fijos; ahorra consumiendo bienes durables”, dice el economista Fausto Spotorno, de Orlando J. Ferreres & Asociados. La rareza es todavía mayor si la comparación se hace solo entre autos de segunda mano, sin incluir a los 0Km. Quien, por ejemplo, compró en marzo de 2020 un Hyundai Grand I modelo 2018 y lo usó desde entonces, podría venderlo ahora, aun con una antigüedad de cinco años, un 935,10% más caro en pesos. Es decir, podrá ganarle a la inflación, que desde entonces fue de 569% según el Indec, pero también al dólar blue, que subió 836%. El mismo modelo de Volkswagen Gol Trend 1,6 tuvo resultados similares: subió 803,04% en pesos, bastante más que la inflación y casi igual que el blue. En promedio, el precio de los siete principales modelos 2018 supera por bastante al Indec: se valorizaron en esos tres años y medio un 790,73% en pesos.
Cecilia Lucca, jefa de Asuntos Públicos de Kavak Argentina, empresa unicornio que se convirtió en la mayor plataforma de venta de autos del país, coincide con el diagnóstico de Spotorno: “Hay un consumo orientado a capitalizarse: el auto usado tiende a conservar el valor en dólares. Se deprecia, pero muy poco comparado con un 0km, que pierde mucho valor el primer año -dice-. Entonces, si uno puede comprar en pesos y, más, financiado en pesos, la inflación diluye la deuda y se termina pagando muy barato en pesos. Es un bien que está dolarizado. Hoy es un muy buen negocio, y por eso vemos que las ventas no decayeron después de la devaluación: al contrario, se produjo una distorsión que abrió una ventana de oportunidad para comprar barato hasta que los precios se reacomoden”.
Hasta agosto se habían vendido en la Argentina 1.114.700 usados, un 3% más que en el mismo lapso del año pasado. Pero ese mercado está, naturalmente, condicionado a lo que pase con el de los nuevos. “La gran fábrica del usado es el 0 Km”, dicen el sector. Sin oferta en las terminales, algo en lo que incide principalmente la falta de dólares para importar y fabricar, se restringe también la disponibilidad de vehículos de segunda mano y, como consecuencia, suben más los precios de ambos mercados. “No hay nada hasta mayo del año próximo; sólo pick-ups”, contestaron días atrás en un concesionario Toyota de Barrio Norte, cuando LA NACION preguntó por el Corolla Cross. “Los más complicados son los autos que se hacen en Brasil”, agregó Alejandro Lamas, presidente de la Cámara del Comercio Automotor.
Es la razón por la que el público busca usados jóvenes. De cada diez autos que se venden en la Argentina, ocho son de segunda mano. “Esto es definitivamente por falta de stock de ceros, pero también porque en usados hay más variedad de modelos, certeza de plazos de entrega, precios, menores costos de mantenimiento, menos impuestos”, dicen en el sector.
La escasez de oferta provoca, además, situaciones que exceden la voluntad de los fabricantes. Por ejemplo, sobreprecios para los vehículos más escasos. Los valores de lista que sugieren las terminales no son en muchos casos los verdaderos. Precios ficticios: el programa que falta.