Nudos para desatar y tablas salvadoras que no llegan

El escenario de sequía todavía no se despejó del todo, lo que abre un abanico de incertidumbre para el futuro. Cuando faltan pocas semanas para la siembra de trigo, en la región central del país las lluvias todavía no son suficientes para recargar los perfiles, según indican los relevamientos de los especialistas. Hace unas semanas, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires proyectó un incremento en la intención de siembra del cereal de 6,7 millones de hectáreas, lo que representaría una extensión del área sembrada en 600.000 hectáreas respecto de la campaña pasada y un aumento de 4,7% en la superficie por encima del promedio de los últimos cinco ciclos.

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Las incógnitas que se abren para llegar a ese número no sólo abarcan lo climático sino también a lo económico y político. Con cierto hermetismo, en el Gobierno comenzaron a discutir algunas medidas para alentar la siembra del cereal de la campaña 2023/24. Los ritmos políticos que maneja el ministro de Economía, Sergio Massa, llevaron a que el trigo ingresara en su agenda de anuncios de la semana. Esto no se concretó todavía. Sin embargo, el jefe del palacio de hacienda, que viajó a Brasil para pedir apoyo económico, tuvo esta semana la oportunidad de observar cómo se pueden perder mercados cuando los competidores salen a la cancha.

El país vecino proyecta incrementar la superficie sembrada con trigo en un 6,1% para llegar a una cosecha récord de 11,3 millones de toneladas. De a poco, va acercándose a su objetivo de autoabastecimiento. Sin trabas internas y con el apoyo del Embrapa para desarrollar variedades en el norte del país, Brasil va a dejar de depender del trigo argentino. Es un proceso similar al que vivió con la carne vacuna, que lo llevó a ser el primer exportador del mundo. Mientras tanto, aquí, la industria frigorífica local tiene que lidiar con un gobierno que ni siquiera le permite ingresar en los programas de incentivo como el dólar agro. Y, además, paga impuestos a la exportación.

Esta incertidumbre con las políticas del Gobierno también tienen impacto en la producción. Lo expresó esta semana la Sociedad Rural de Rosario (SRR), que advirtió sobre los efectos negativos de la resolución del Banco Central (BCRA) que impide acceder a créditos subsidiados a aquellos productores que mantengan en stock más del 5% de soja o que hayan participado en el soja I y II. La entidad sostuvo que se traba así “una herramienta de financiación para toda la banca argentina para hacer frente a la cadena de pagos que se está cortando”.

La SRR, además, recordó: “venimos de años de desfinanciamiento provocados por la confiscación impositiva que hoy se acrecientan, observando que el estado nacional participa del 79,10% de la renta agrícola, y del 94,1% de la renta de la soja, inadmisible. Se han perdido los precios de referencia del mercado para nuestros productos, insumos y repuestos, con una inflación creciente que asfixia todavía más la vida de todos los argentinos”.

Así, como un perro que se muerde la cola, el Gobierno reclama los dólares del agro para evitar que las reservas del BCRA sigan siendo un colador mientras mantiene el cepo a las importaciones. Aunque la industria de agroquímicos y fertilizantes elija un bajo perfil para dejar en claro el problema, las trabas para comprar insumos del exterior son crecientes. El contexto de una cadena de pagos más que oxidada por la sequía ni siquiera parece hacer reaccionar a las autoridades económicas. Los precandidatos a Presidente para las elecciones de este año podrían tomar nota que el agropecuario es otro nudo complejo por desatar que le dejará esta administración. Si creen que mágicamente fluirán los dólares del agro deberían tener en cuenta, quizás, que varias de las malas decisiones que se toman en la actualidad tendrán influencia sobre el 2024.

Aun con una eventual perspectiva de evento Niño para la próxima campaña de granos gruesos, que traería lluvias similares o por encima del promedio, si no hay una rápida recomposición del tipo de cambio unificado y una baja de la presión impositiva, los dólares no llegarán fácilmente. Además, el escenario bajista de los precios de los granos no debe descartarse en el futuro inmediato en el caso de que, por ejemplo, Estados Unidos incremente sus stocks de soja y maíz, como indican los analistas, y Brasil continúe en su senda de crecimiento de la producción. Las tablas salvadoras no siempre llegan a tiempo.

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