Sólo con el cambio de registro, el rotario logró descomprimir el espeso ambiente que llegaba de la calle. La coyuntura se había abordado, como suele pasar entre empresarios, con cuidado, de costado, para no ofender a nadie.
Entonces, el humor hizo presente –sin tapujos– a la corrida cambiaria de las últimas horas. Al dar los saludos a todos los socios del Rotary Club Buenos Aires que cumplían años en abril, el anfitrión describió el desliz en el diagnóstico sobre la crisis. “El problema no es el dólar; es el peso”, comenzó. Luego apuntó contra la dolarización, “algo que nunca existió” acá. “Hay que cambiar el enfoque”, afirmó, mientras se dirigía al público que se había juntado a almorzar en el subsuelo del Libertador Hotel.
Finalmente, para “evitar la obsesión” de los cumpleañeros por el dólar, enumeró los regalos para hacer llegar a los socios: dinares, rupias, dongs, florines de Aruba, tenges de Kazajistán o, incluso, unos 100 Pa’anga de Tonga. Nada de dólares. Menos aún, de pesos.
El cimbronazo cambiario se filtró entre los empresarios que al mediodía se reunieron en su sesión ordinaria a escuchar al invitado principal y presidente de la poderosa Asociación Empresaria Argentina (AEA), Jaime Campos. Con una sutileza construida en las entrañas de las principales empresas argentinas, Campos pidió por una “moneda doméstica respetada”. No lo dijo explícitamente, pero podría traducirse como una crítica velada a la permanente devaluación del peso producto de los desequilibrios fiscales recurrentes del país y, al mismo tiempo, a las ideas de dolarización que se popularizan en la campaña de la mano –principalmente– de Javier Milei.
Como es habitual, Campos pidió respetar a la Justicia independiente, principalmente a la Corte; reglas estables para los actores económicos; que el Gobierno deje de intervenir en áreas que le corresponden a las empresas, como los precios; y bajar la presión tributaria al sector formal. Además, rescató la necesidad de partidos políticos fuertes, lo que fue interpretado como otro guiño al sistema frente a las crecientes propuestas antisistema camino a las elecciones presidenciales.
La preocupación por la situación cambiaria estuvo entre los presentes, pero –sobre todo– se mencionaron lo que los empresarios creen que son las causas. “No hay gestión”, cuestionó un consultor sobre el vacío de poder que observa en el Gobierno y las internas, pese a que rescató la figura del Ministro de Economía, Sergio Massa, entre el elenco actual del gabinete.
En ese contexto político, al que se suma la falta de divisas en el Banco Central (BCRA) y la caída de demanda de dinero en medio de una aceleración de la inflación, los empresarios alertaron que podría necesitarse un acuerdo de transición entre fuerzas para soportar el tembladeral que podría acarrear el cronograma electoral. Campos, por caso, rescató la necesidad de acrecentar el “diálogo”.
Sobre 2024, pese al pesimismo de hoy, hubo en algunos una mirada esperanzadora basada en algunos puntos que, creen los hombres y mujeres de negocios, también está viendo el Fondo Monetario Internacional (FMI), sugirieron. Mencionaron una potencial buena cosecha ese año, la menor necesidad de divisas por el nuevo gasoducto Néstor Kirchner y el oleoducto trasandino, que permitirá exportar petróleo a Chile. Todos se traduce en más dólares. Los mismos que hoy no están.
“La confianza es central”, dijo Campos al inicio de su presentación y la relacionó a las expectativas de los otros, la palabra y el diálogo para la convivencia, como la política. Dio el caso de Uruguay.
Luego mencionó a la fortaleza institucional. “La cúspide de la Justicia [la Corte] debe ser respetada, como ocurre en los países serios”, dijo el presidente de AEA, sin hacer alusión a los embates del cristinismo a la Justicia. Pidió además por el periodismo independiente. “Es esencial”, agregó. “La importancia de los partidos políticos es central”, afirmó luego.
Para poder movilizar al sector privado, afirmó que se requiere previsibilidad en las reglas de juego, no “garantías”, y luego estimó como un factor clave el “equilibrio de las cuentas públicas”, sobre todo para poder recrear un mercado de capitales y reducir gradualmente –dijo– la presión tributaria. Habló sobre todo de los impuestos distorsivos, que el sistema político había decidido reducir en el gobierno de Mauricio Macri y el actual Gobierno revirtió. “Esa fue una muy mala señal”, criticó.
“La Argentina tiene que tener una moneda doméstica respetada”, afirmó Campos, que indicó que esa divisa tiene que tener valor para el público y las empresas. En AEA creen, como afirman varios economistas del establishment, que el ajuste fiscal previo que requiere una dolarización hace innecesaria la dolarización per se.
Por último, el presidente de AEA afirmó que el Gobierno debe “respetar al máximo el ámbito privado”. Particularmente, como ya había hecho la entidad en comunicaciones previas, cuestionó los controles de precios en momentos en que la inflación acelera.
La mirada de los comensales
Campos cerró su intervención y se sentó a comer el pollo a la naranja con papas y batatas que habían servido como primer plato. Mientras, en otras mesas se degustaba ya café con bocaditos de praliné blanco y leche. “Se está liquidando poco y con el ritmo de devaluación que hay en poco tiempo ya vamos a estar en los $300″, alertó un empresario del sector cerealero, pese a que celebró que el Gobierno haya incluido al sorgo y la cebada en el dólar agro.
“Estoy preocupado. ¿Cuántas reservas tienen?”, se preguntó Miguel Blanco, coordinador del Foro de Convergencia Empresarial. “La pregunta hoy es si llegan o no llegan. Para el peronismo, es un lío no llegar. Se necesita un acuerdo grande”, agregó y cuestionó las agresiones de Alberto Fernández a la oposición en las últimas horas.
“No hay gestión. Están todos operándose. El único que hace algo es Massa y por eso se destaca”, dijo un consultor. “Están en otra cosa, por eso todo el mundo se cubre. De inversiones, no habla nadie”, cerró.