En la calle Sarmiento al 1300, hay una casona que alberga al Club del Progreso desde 1941 y que antes perteneció a la familia Duhau. Aquí funciona la Fundación Círculo Cultural, creada hace más de 30 años por Magdalena Ruiz Guiñazú, donde hay una biblioteca circulante con más de 18.000 ejemplares.
El club se fundó hace 171 años, el 1 de mayo de 1852. Ideado por Diego de Alvear, tenía el objetivo de terminar “con la división y la desconfianza recíproca” entre los llamados “urquicistas” y los porteños. Tuvo entre sus socios a 18 presidentes de la república, entre ellos, Justo José de Urquiza, Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento, Nicolás Avellaneda, Julio Argentino Roca, y, más cercanos a la actualidad, Fernando de la Rúa, Raúl Alfonsín (luego de su presidencia) y Mauricio Macri. Como objeto de interés histórico, se exhibe una mesa donde fue depositado el cuerpo sin vida de Leandro N. Alem, fundador de la Unión Cívica Radical.
En este espacio de reflexión se llevó a cabo la primera jornada del Seminario de Política Exterior, organizado por el club, con la idea de pensar de qué manera se puede desarrollar la Argentina para un “capitalismo serio”, y luego presentar propuestas a los legisladores.
En la medida en que hay más intercambio, la competitividad aumenta, porque es un incentivo (hacia la mejora) cuando se compite contra los mejores del mundo
El empresario Gustavo Grobocopatel habló de la competitividad y dejó definiciones importantes. “Más allá de las cuestiones urgentes, relacionadas con la situación económica de la Argentina, el país tiene un problema de exportación y de inserción internacional. Esto está vinculado con un tema de competitividad, que es compleja y va de la mano de la productividad”, dijo.
“En la medida en que hay más intercambio comercial, la competitividad aumenta, porque es un incentivo (hacia la mejora) cuando se compite contra los mejores del mundo”, agregó.
“La competitividad debe que tener un enfoque sistémico. Parece que todos hablamos de lo mismo, pero no pensamos lo mismo. Uno tiende a creer que lo que uno dice es parecido a lo que piensa, pero a veces las políticas públicas van en sentido contrario a lo que los funcionarios expresan. El Presidente habló sobre el agregado de valor y estamos todos de acuerdo, pero si no hay acuerdo con la Unión Europea, el agregado de valor es una utopía”, dijo, haciendo referencia al mercado europeo como fundamental para la exportación de productos argentinos industrializados o manufacturados. “Estamos en un momento de una gran esquizofrenia, decimos una cosa y hacemos otra”, remató.
“La competitividad aumenta cuando aumenta la actividad privada, porque es más productiva en general que la del Estado. Desde hace algunos años la competitividad también está vinculada con la agenda del medioambiente y se sostiene en el tiempo si socialmente incluye mayorías”, sostuvo.
Además, aseguró que “las sociedades que más crecen son las que mejor se adaptaron a la revolución tecnológica”, y completó: “En el campo es increíble lo que pasó en los últimos 20 años, pero más aún lo que va a pasar en los 10 años que vienen. Probablemente los robots no solo reemplacen a las personas, sino también a los tractores. Estamos frente a la ‘destractorización’. El fertilizante que vamos a usar es el nitrógeno que esta hoy en el aire y la biotecnología hará hasta materiales para la construcción, textiles, medicamentos y enzimas”.
“Hay una asociación entre políticos y empresarios que prefieren el pasado, es una reacción al progreso. Esas sociedades son las perdedoras, las que generan más pobreza y deterioro. No estamos condenados al éxito”, dijo el empresario.
El especialista en comercio internacional, Marcelo Elizondo, agregó que “hay buenos productos [en el país], pero las empresas no logran escalar hacia la internacionalización”. Y añadió: “Se necesita previsibllidad, orden macroeconómico y un entorno regulatorio que permita crecer. El 70% del comercio internacional se produce en países que reducen a cero sus aranceles”.
Infraestructura y “agrodiputados”
Nicolás Gallo, exfuncionario de los gobiernos de Alfónsín y De la Rúa, habló de la “imperiosa necesidad” de tener un plan de infraestructura que posibilite que la Argentina crezca ordenadamente y que evite la mayor concentración de la población en los pocos nodos que existen en este extenso país, el GBA entre ellos.
“El desarrollo es justicia social, ayudar a que todos tengan la misma oportunidad vivan donde vivan”, aseguró. Por otro lado, dijo que “en la Argentina hay un desapego a la infraestructura”. También hizo referencia a que “los productores de gas y petróleo están contentos porque el gasoducto lo hizo el Estado, cuando deberían haber invertido ellos”.
Por último, el dirigente ruralista Jorge Chemes contó que “desde la 125, las entidades del campo empezaron a tener un protagonismo diferente”. Y siguió: “A través de la 125 el campo se da cuenta de que la sociedad lo empieza a mirar, pero no nos dimos cuenta de que recién empezaba la relación. Había que aprender y capacitarse para armar una estrategia en la política. Hoy, de 15 agrodiputados quedan dos o tres”.
“El campo ha visto pasar el tren y nos quedamos en la estación. Hoy muchos productores medianos y chicos podrían estar compitiendo en mejores condiciones. La dirigencia tiene que tender a la unidad y dejar de lado los egos. Los gobiernos que transitamos son muy difíciles”, cerró.
El seminario continuará hoy, a partir de las 18, lo mismo que el miércoles y el jueves próximos y seguirá hasta el viernes por la mañana.