A las puertas del inicio de la campaña, la discusión en torno del rol del Estado parece estar cada vez más presente en el debate público. Los distintos candidatos que buscan llegar a la Casa Rosada reaccionan al malestar que, intuyen, genera en la sociedad el desempeño de la administración pública. Sin embargo, un estudio al que tuvo acceso LA NACION permite transformar esa percepción en dato estadístico: más del 85% de la población piensa que la burocracia se desempeña de manera ineficiente y que es incapaz de resolver sus problemas.
Así lo revela un informe elaborado por la consultora Espacios Políticos, a partir de una encuesta que contó con 1133 casos a nivel nacional y que analizó las percepciones sociales acerca del funcionamiento del Estado. “La población en general está percibiendo que el Estado cobra muchos impuestos, pero que la prestación es muy baja, lo que genera una sensación de frustración muy grande”, indicó, en diálogo con este diario, Maximiliano Campos Ríos, director de la consultora y especialista en administración y políticas públicas.
Otra de las conclusiones a las que arribó el estudio es que el 62,6% de la población no considera atractivo trabajar en el sector público. Ante condiciones similares, el 61,7% prefiere trabajar en el sector privado. Además, el 81,9% cree que se ingresa a trabajar en el sector público por afinidad política o partidaria y por amistades y parentesco, y el 85,8% entiende que la gente que trabaja en el sector público “no está capacitada” para resolver los problemas de la sociedad.. Más de la mitad asimila la palabra burocracia con conceptos negativos como “enojo”, “desastre”, “favores”, “corrupción”, entre otros.
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“El Estado es un gigante anabolizado, sin fuerza, que no tiene capacidad de resolución”, insistió el especialista, para quien, a diferencia de lo que ocurre en otros países, donde la presión fiscal no difiere demasiado de la de la Argentina, “acá el Estado te cobra cada vez más y maneja cada vez más recursos, pero te da cada vez menos servicios y de menor calidad”.
En ese sentido, Campos Ríos se encargó de dejar en claro de que no se trata de una impugnación a la herramienta toda, sino a su funcionamiento. “Se percibe que gran parte del problema no tiene tanto que ver con la política macro, sino con el instrumental. A diferencia de los 90, cuando la discusión era si el Estado era grande o era chico, ahora el debate es si el Estado funciona”, precisó.
Así y todo, el consultor se mostró optimista respecto de la posibilidad de un cambio. “Uno nota que, cuando se abre el juego a procesos consursales o a cuestiones más vinculadas con la capacidad, hay una revalorización de lo público y eso va generando algún tipo de expectativa en la gente que te permite llevar adelante reformas”, apuntó, en línea con el dato de que el 66,9% de los consultados señaló que se necesita “más capacitación”.
“La frustración de la gente tiene que ver con que la política profesional no estructura ideas”, advirtió Campos Ríos. Y señaló que le llama mucho la atención que, aunque la palabra Estado se encuentre presente en el discurso de los políticos, “no existe una narrativa pública para su mejora”.
“Hay gente que defiende el Estado y lo público de manera religiosa y gente que también de manera religiosa lo ataca y piensa que es todo lo peor. Necesitamos un tratamiento adecuado de la problemática que permita una burocracia que se modernice, que mejore, con empleo público de calidad”, finalizó el especialista.