A sus 44 años, Mariana Vieira da Silva, ministra de la Presidencia y brazo derecho del primer ministro, el socialista António Costa, es considerada una de las líderes con mayor proyección en el escenario político de Portugal, aunque reconoce que “las críticas son mucho más severas cuando se trata de mujeres en la política”.
De visita en Buenos Aires con el objetivo de fortalecer los lazos con la Argentina, Vieira da Silva se reunió con funcionarios, legisladores y representantes de la numerosa colectividad portuguesa local -más de 200.000 luso-descendientes- en ocasión este sábado del Día de Portugal, la fecha del fallecimiento de Luís de Camões en 1580 (el “Cervantes” de la lengua portuguesa).
En diálogo con LA NACION en la residencia de la embajada en Palermo, Vieira da Silva profundizó en la particular experiencia de su país en medio de la guerra entre Rusia y Ucrania. Mientras la Eurozona entró en recesión técnica luego de dos trimestres seguidos de contracción económica, del -0,1 % en ambos casos, Portugal creció un 1,6% en el primer trimestre de este año.
“El principal motivo de este crecimiento es la opción por energías limpias que hizo nuestro país. Ya el 60% de nuestra energía proviene de fuentes renovables. Por eso no nos vemos impactados tan fuertemente por el alza ni la escasez de los combustibles”, explicó Vieira da Silva.
-¿Qué es lo que más le preocupa de la guerra en Ucrania, en pleno territorio europeo?
-Es una guerra que no tiene final a la vista, y eso es preocupante. Para nosotros la guerra terminará cuando Ucrania pueda recuperar todo su territorio. Aquí hay claramente un invasor y un país invadido. Pero parece difícil un final rápido. Por eso tenemos que estar preparados, y Portugal continuará aportando equipamiento miliar y ayuda humanitaria a Ucrania. Además, ya llegaron unos 60.000 refugiados ucranianos a nuestro país.
-¿Qué puede aprender el mundo de este conflicto?
-Nosotros teníamos la idea de que ya no volveríamos a ver una guerra en suelo europeo. Por eso la importancia de fortalecer las estructuras de diálogo y acercamiento multilateral como la Unión Europea para combatir esta tentación del hegemonismo.
-¿La Unión Europea no supo advertir a tiempo quién era Vladimir Putin como para impedir esta confrontación?
-Sí. De alguna forma fuimos sorprendidos. Sé que ustedes también hablan de la expresión de “con el diario del lunes” todo es diferente. Y eso es lo que sucedió en Europa.
-Portugal es de los países europeos menos afectados económicamente por el conflicto ¿Cuál fue su fórmula?
-El mayor impacto lo tuvimos en la inflación interanual del 5,7% que, aunque se ubica por debajo del promedio de la Eurozona, es un número alto, especialmente por el aumento de los precios de los alimentos y las viviendas. Pero es claro que el impacto no fue tan grande en la cuestión de la energía gracias a la opción que hizo Portugal por las energías renovables. Por eso la guerra no nos afectó tanto como al resto de Europa. Portugal además está creciendo por nuestra fuerte apuesta a las exportaciones con valor agregado, y también al turismo, que ya es una fuente de ingresos durante todo el año, no solo en verano.
-¿Cómo avanzó Portugal hacia las energías renovables y cuáles son hoy sus objetivos?
-Antes importábamos combustible y energía especialmente de los países árabes y muy poco, alrededor del 5%, de Rusia. Pero en 2005 hubo una opción por el cambio. Hoy casi el 60% de nuestra energía es renovable, eólica, hídrica y solar, cuando el promedio europeo está por debajo del 50%. Y para 2026 prevemos tener un 80% de energías renovables. Por un lado, en medio de la guerra, se ha comprobado que esto es una ventaja competitiva de nuestra economía que no depende ni del gas ni del petróleo de Rusia. Pero además, desde el punto de vista ecológico, Portugal es el país de la Unión Europea que más fácilmente va a cumplir los objetivos climáticos del Acuerdo de París.
-Cuando se formó la Unión Europea en 1992, Portugal integraba el grupo de “países pobres”, junto a Grecia, España e Irlanda. Hoy ya no es un país pobre. ¿Qué se puede aprender de la experiencia portuguesa?
-Nosotros aplicamos una estrategia de identificar lo que estaba mal y hacer un plan de largo plazo para cambiarlo. En aquellos años Portugal estaba por ejemplo muy retrasado en el área de Educación, era uno de los países con nivel educativo más bajo de la región. Y en las últimas décadas comenzamos a revertir esta situación. Hoy tenemos un índice de graduados universitarios por encima del promedio europeo y, por ejemplo, somos el segundo país con más graduados en ingeniería, fabricación y construcción. Todo eso dio un fuerte impulso a la economía y la posibilidad de sumar valor agregado a nuestra producción.
-¿Cómo vive, siendo mujer, su inserción en el mundo de la política? Las líderes de varios países, desde Sanna Marin, en Finlandia, hasta Jacinda Ardern, en Nueva Zelanda, dijeron cuando renunciaron que les faltaba “energía” para seguir adelante. ¿A las mujeres se les pide más que a los hombres?
-Sí. Si bien la política se ha convertido en un ámbito difícil, más agresivo para todos, lo es mucho más para las mujeres. Las críticas que se nos hacen son mucho más personalizadas. Igual hemos avanzado bastante. Algunos años atrás hubiera sido imposible contar con tantas mujeres líderes. De todas maneras, creo que en la política es importante contar con las dos perspectivas: la masculina y la femenina.
-En relación a su visita a Buenos Aires ¿En qué se pueden complementar la economía de Portugal y la argentina?
-Tenemos desafíos comunes como la agenda climática. Los dos países tenemos también grandes reservas de litio. Nosotros contamos con una experiencia grande en el tema de energía que deseamos compartir con la Argentina. Y nos interesa mucho trabajar en el acuerdo con el Mercosur. Eso podría elevar las relaciones entre nuestros países a un nivel que nunca hemos tenido hasta ahora.