El resultado de las elecciones primarias del domingo pasado llevó a los agentes del mercado a recalibrar sus expectativas económicas. Guiados por los pronósticos que mostraban las encuestas, descontaban que Juntos por el Cambio y Unión por la Patria eran los claros favoritos en la contienda electoral. Incluso se esperaba cierta ventaja de los primeros en el conteo final. Ni siquiera el más optimista de los liberales anticipaba una victoria de Javier Milei; ciertamente, no el promedio de los inversores, que tuvieron que recalcular sus expectativas el lunes por la mañana. Las propuestas de Milei, desconocidas o difíciles de practicar en la opinión de algunos, incrementaron la incertidumbre respecto a lo que pueda ocurrir en los próximos meses, en el contexto de una endeble situación económica.
La respuesta a la voz de las urnas
Ante un escenario más incierto, los activos argentinos corrigieron a la baja sus valores el día posterior a las PASO. Los bonos finalizaron la primera jornada de la semana marcando una caída en las cotizaciones en torno del 8%. La contracción observada en los primeros días prácticamente borró las ganancias obtenidas en julio y lo que iba de agosto, retornando a niveles similares a los de mediados de junio. La reacción del Merval, si bien también fue negativa, resultó más moderada: el índice se redujo un 4% en dólares tras conocerse la noticia. La caída fue heterogénea. Los bancos se llevaron la peor parte, mientras que las empresas petroleras resistieron mejor las cotizaciones, sostenidas en el optimismo sobre el crecimiento futuro del sector.
Los dólares financieros aceleraron sus incrementos
Los tipos de cambios financieros se depreciaron ante el mayor nerviosismo. Tanto la cotización del dólar bolsa como el contado con liquidación se incrementaron un 16% y 10%, respectivamente con respecto al día previo a las PASO. La reacción más marcada del dólar bolsa responde a una menor intervención del Banco Central en el mercado de bonos. En este sentido, el Central se mantuvo bastante activo en las semanas previas a las primarias para contener la presión sobre los tipos de cambios financieros. La demanda por el billete estadounidense podría provenir de los desarmes de depósitos a plazo fijo observados al comienzo de la semana, que derivó fondos a instrumentos ajustables por CER, algo lógico si se tienen en cuenta las proyecciones de inflación para los próximos meses.
Una devaluación que trajo mayor ritmo a la suba de los precios
El Banco Central sorprendió el lunes a la mañana con una devaluación del tipo de cambio oficial del 22% y un alza de 21 puntos porcentuales de la tasa que pagan las Leliq, pasando de 97% a 118% TNA. Además, anunció que la nueva cotización del oficial de $350 por dólar se mantendrá hasta el día de las elecciones generales. La medida busca recomponer las reservas internacionales, incentivando la liquidación de divisas por parte de los exportadores, y alentar a los ahorristas a mantenerse en pesos. Esto le permitió al Central acumular reservas durante los primeros días posteriores al anuncio. Sin embargo, el costo de la devaluación es una aceleración de la inflación para los próximos meses; algunos relevamientos ya estiman índices mensuales de dos dígitos.
A la espera del desembolso del FMI (y de precisiones)
Las medidas concretadas en la semana fueron consensuadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Así lo confirmó el ministro de Economía, Sergio Massa, a mitad de semana. El Fondo, de hecho, saludó positivamente las políticas el lunes. La devaluación parece ser parte del “paquete secuencial de medidas” mencionadas en el Staff Level Agreement. Todo indicaría que el directorio del FMI aprobaría el desembolso de U$S7500 millones la semana próxima. Dado el aumento de la incertidumbre respecto del rumbo económico después de diciembre, el acuerdo con el organismo parece ser lo único que podría traer cierta calma de corto plazo. No pueden descartarse anuncios tras la reunión del board del Fondo del miércoles o, al menos, podemos esperar tener más detalles sobre lo ya acordado.