Los cultivos, como las personas, padecen estrés; pero lo bueno es que se lo puede enfrentar

Los bioestimulantes han aparecido ya hace varios años en el mercado de productos agrícolas del mundo y actualmente varios de ellos han desembarcado en la Argentina. Aunque esta tecnología de producto parece ser relativamente nueva, hemos bioestimulado las plantas desde que las domesticamos. Las aplicaciones de estiércol, restos vegetales de todo tipo, subproductos de procesados y otros han mejorado el crecimiento de nuestros cultivos y aumentado sus rendimientos.

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El mundo está intentando clasificar y categorizar este tipo de productos. Por lo pronto podemos decir que los bioestimulantes pertenecen a los que se denomina como productos biológicos, y su principal función es la de mitigar el estrés abiótico que afecta a nuestros cultivos y nos hace perder rentabilidad todos los años. El conocimiento y los avances tecnológicos nos han permitido entender con mayor profundidad a estos productos y saber qué activo es el que sirve y para qué problemática podemos usarlo. Dependiendo de su origen, pueden ser naturales o sintéticos y es así entonces, que los primeros son además herramientas sostenibles. En muchos casos están llamados a ser reemplazos de agroquímicos tradicionales y en ese camino es que muchas empresas e investigadores están trabajando arduamente para que eso sea una realidad.

En nuestro país hemos llamado a muchos bioestimulantes como productos foliares que lejos de definirlos aluden a la forma de aplicación. En relación a esto, pueden aplicarse en tratamientos de semilla, al suelo o pulverizase sobre las plantas. Siempre que me refiero a este tipo de productos, me parece de relevancia destacar que cada uno de ellos es una solución a un conjunto de problemas diferentes, que en la realidad del productor argentino todavía no han sido reveladas, pero afectan negativamente en su economía desde hace muchas campañas; el impacto en rendimiento que tiene el estrés abiótico.

En relación a esto, sabemos bien que el estrés no es propio únicamente de los humanos, lo mismo ocurre nuestros cultivos. Lo vemos claro cuando estamos en presencia de una fitotoxicidad causada por herbicidas o cuando el granizo afecta un porcentaje elevado de plantas en nuestro lote. Asimismo, acostumbramos a hablar de estrés hídrico cuando se dan faltas de lluvias en determinados períodos.

El potencial productivo de nuestros cultivos se construye con una base del 24% que es la producción promedio a la que podemos sumar (o restar) un 11% de producción que está en manos del estrés biótico.

Sabemos bien que el productor argentino es uno de los mejores del mundo. Y lo somos, porque sabemos defender bien ese 35% del potencial productivo de los cultivos que producimos. Y no es casual la aparición en la oración anterior de la palabra defender porque es precisamente lo que hacemos cuando hablamos de estrés biótico: nos defendemos de ataques de plagas, malezas y enfermedades. En este caso el estrés es claro en los cultivos, porque lo sabemos identificar y tenemos muy en claro las tecnologías que disponemos para acabar con él.

No es tan así para la pérdida de potencial productivo que causa el estrés abiótico y que es del 65% ¿Leyeron bien? ¡65%! En este caso y salvo algunas excepciones no sabemos identificarlo y no sabemos cuál es la estrategia a utilizar para atenuarlo y ganar así mayor rentabilidad.

Nuestros cultivos están sometidos a estrés abióticos permanentemente porque siempre hay algunos de estos factores que los está afectando. Tenemos muchísimo por hacer en este sentido para aumentar los rendimientos atenuando los efectos del estrés abiótico. Y las tecnologías de producto (bioestimulantes) están en el mercado y a nuestra disposición.

Además, todos aquellos que somos técnicos, productores o estamos relacionados a la producción agropecuaria tenemos marcado a fuego las sequías y altas temperaturas que hemos sufrido en Pampa Húmeda en las últimas cuatro campañas. Es así que el manejo del estrés abiótico toma una relevancia importantísima en el manejo general del cultivo. Los bioestimulantes están llamados a ser los productos que nos permitirán sumar a nuestra rentabilidad algo de ese 65% que pocas veces hemos capturado y reducir el impacto ambiental de nuestra agricultura.

El autor es asesor en nutrición de cultivos de Agroestrategias Consultores

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