CÓRDOBA.- Gabriela Benac pasó su vida entre un tambo y una fábrica de quesos. Hija de un hombre dedicado al sector, es la responsable de haber levantado a Luz Azul, una láctea bonaerense que hace una década atravesaba serios problemas y ahora cuenta con 70 locales en todo el país, procesa unos 80.000 litros diarios de leche y suma premios a sus productos.
Guillermo Benac, papá de la empresaria, a sus 17 años puso el primer tambo mecánico de doble ordeñe en Olavarría; después instaló una fábrica. “Somos tres hermanos y siempre trabajamos en familia; tuvimos una historia muy particular, de chicos de campo. Papá nos enseñó a emprender, a gestionar gente. Tenemos sangre empresaria”, cuenta ella a LA NACION.
En 2012, un año después del fallecimiento de su padre, Gabriela Benac decidió apartarse de la empresa familiar. Le propusieron gerenciar Luz Azul -está en Azul, 45 kilómetros de Olavarría- y ella les hizo una “contrapropuesta”: la de alquilar con opción a compra.
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“A los tres años la compramos e iniciamos este camino que yo llamo de ‘locura’, de expansión de producción y comercial”, sostiene. La empresa fue fundada en 1971 por la Cooperativa de Luz de Azul; nació como “la lechería”.
Benac explica que era más una “acción solidaria para llevar una leche barata, que una firma comercial. Muchos años gestionada así con poca visión; nunca fue próspera y rentable”.
Benac tiene 52 años y cuatro hijos; las dos mujeres trabajan con ella en la empresa. Señala que cuando se hizo cargo de la compañía la producción era “baja”. Ampliaron la línea de quesos -fabrican distintas variedades de blandos, duros y semiduros-, hacen manteca, dulce de leche, ricota y leche. Tienen unos 50 productos; compran leche a tamberos de la zona.
“Tenemos 70 locales en todo el país -describe-. Soy una convencida de que el valor agregado está en la comercialización; ahí está la diferencia, llegar cerca del consumidor. Los primeros fueron los propios y después la franquicia que nos permite crecer”.
Tienen presencia en CABA, provincia de Buenos Aires, La Rioja, San Luis, San Juan, Rio Negro, Chubut, La Pampa, Chaco, Mendoza, Neuquén, Tucumán y Córdoba.
Destaca que son la única franquicia del rubro que se origina desde una fábrica y no de un distribuidor. “Eso implica eliminar intermediarios en la mayor parte del mix de productos a comercializar y así se pueden mejorar los márgenes y ofrecer mejores condiciones de competitividad”, dice.
También destaca que en los locales están asociado con otras pymes lácteas y de otros rubros –”siempre Pymes”, enfatiza- que les entregan para que Luz Azul comercialice. Por ejemplo, son tapas de empanadas, fiambres, encurtidos. El 97% de lo que elaboran en la planta lo venden en la cadena propia. “Es el sueño del pibe”, afirma.
Emplean a 120 personas en la empresa y hay otros 350 puestos indirectos por la cadena. Benac subraya que “todos los recursos que se generan vuelven a la empresa; no tenemos otras unidades de negocio. En una época es más, en otras menos, a veces perdemos, pero siempre se reinvierte”, indica.
Están en conversaciones con países vecinos, para exportar -por ahora- el modelo de negocios y asesorar. Más adelante podrían pensar en la venta al exterior de productos. Ahora, el objetivo está puesto en “profesionalizar cada vez más” todas las áreas, seguir abriendo franquicias y “buscar que la marca crezca, que el consumidor sepa que le compra a una pyme, a menor precio y con alta calidad”.
Este año, la marca ganó en la Expo Suipacha el premio Gran Campeón con su queso pategrás, además del oro en la categoría pasta semiduro con ojos tipo pategrás, en la de fontina gruyerito y en la de pasta dura 4 tipo provolone.