Lo que hay fuera de la zona de cumplimiento

Dentro de las cosas que hacemos, los roles que ocupamos o el reconocimiento al que aspiramos, se suelen mezclar los deseos con los mandatos. No me resulta tan claro cuánto de lo que ocupa mi presente tiene que ver con una elección (si es que eso existe) y cuánto lo defino por lo que siento y creo que “debería estar haciendo” en este momento de mi vida y carrera profesional. Muchos añoramos, aunque sea por momentos, salir de los roles que nos tocan y patear el tablero lejos, pero también sentimos que nos pone en una posición incómoda, expuesta, de posible fracaso y hasta peligro. Se me ocurren muchos ejemplos míos y de personas cercanas donde las elecciones que hacemos tienen que ver con algo que a priori puede parecer la famosa “zona de confort”, sin embargo tiene más que ver con lo que se conoce como “zona de cumplimiento” de lo que creemos que se espera de nosotros. Lo que nos mantiene en un lugar no es el verdadero interés, sino la sensación del deber mantenerlo, influenciados por la cultura, la familia, la seguridad económica o estatus social.

¿Cómo saber cuándo la zona de confort es en realidad una zona de cumplimiento? Andy Molinsky, profesor de comportamiento de las organizaciones y autor de Destreza global, propone estas preguntas para testear si nos sometemos a este “modo obediente”.

Lo que hay fuera de la zona de cumplimiento

Primero, identificar nuestra área de foco específica para cuestionar si estamos satisfechos o si hay algo -pequeño o muy relevante- que se desea modificar. Segundo, hacer un inventario de nuestros valores y pasiones y explorar: ¿qué me encantaría hacer y qué me importaría hacer si nada se interpusiera en mi camino? ¿Puedo ver mis propios valores y pasiones en todas o en algunas de mis actividades actuales? Si se puede, probablemente no sea mandato, o al menos no del todo. Pero si tiene dificultades para encontrarse en cualquier lugar, es posible que se encuentre en la zona de cumplimiento y que sea el momento de reevaluar y considerar si es necesario un cambio. Por supuesto, hay ciertas tareas que simplemente tenemos que hacer en nuestros trabajos y vidas para llevar adelante nuestros roles y responsabilidades habituales, pero si todo se condensa ahí y el cumplimiento anula sistemáticamente la pasión personal, es cuando se hace fundamental examinar en un nivel más amplio si se está viviendo la vida que se desea llevar.

Molinsky explica que nuestros hábitos, elecciones y rutinas son difíciles de romper porque nos aportan previsibilidad a nuestras vidas, aún cuando esta sea de obediencia o “disconfort”. Requiere coraje preguntarnos qué hay por fuera de la zona del “deber ser”, pero habilita la posibilidad de cambiar de rumbos laborales, de intereses y hasta de modos de ser ante los demás. Y ¿saben qué? Muchas veces sale bien.

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