LONDRES.- Según la dirigencia del París Saint-Germain (PSG), Lionel Messi debía entrenarse el lunes junto a sus compañeros. En cambio, se encontraba en Arabia Saudita, sosteniendo un halcón blanco en su brazo, presenciando una demostración de tejido de palmeras y visitando el Museo del Caballo Árabe, todo como parte del contrato de promoción turística que firmó con esa nación de Medio Oriente.
La sanción de dos semanas que le aplicaron podría marcar el final de una turbulenta etapa de dos temporadas en un club acostumbrado a los culebrones dentro y fuera de la cancha, incluido el melodrama de esta semana, donde acusan a Messi de ausentarse de un entrenamiento que en realidad fue convocado a última hora, y cuando el argentino, que tenía el viaje acordado, ya estaba fuera del país.
Los medios de Francia y España sugieren que la drástica medida del PSG se debió a que el rosarino decidió no renovar contrato con el club al finalizar la temporada. Y también señalan que puede tener vinculación con que el club es propiedad de qataríes y la campaña por la que viajó Messi es para ser presentado como imagen de Arabia Saudita, la otra gran potencia del Golfo Pérsico.
El escándalo pone así en evidencia las tensiones entre los dos países de esta región rica en petróleo, dos vecinos que recientemente rompieron relaciones diplomáticas, y que forman un conflictivo triángulo que incluye también a Emiratos Árabes Unidos.
Desde lejos, los tres países pueden parecer un trío de autócratas afines del Golfo Pérsico. Sin embargo, su rivalidad es intensa. Esa rivalidad estalló en 2017 en un enfrentamiento que remodelaría la dinámica regional.
Hasta entonces, como miembros del Consejo de Coordinación del Golfo, habían estado trabajando para construir un mercado y una moneda comunes en la región, no tan diferentes de la Unión Europea. Pero las diferentes respuestas a la “primavera árabe” deterioraron las relaciones hasta el punto de ruptura.
La cadena qatarí de noticias Al-Jazeera dio una plataforma a los Hermanos Musulmanes, el partido islamista que llegó con una ola de disturbios al poder en Egipto y desafió a los gobiernos de todo el mundo árabe. Y Qatar no se limitó a ofrecer un megáfono, sino que le dio a los Hermanos Musulmanes apoyo financiero directo. Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, por su parte, lo consideran un grupo terrorista.
Junto con Barhéin, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos rompieron lazos diplomáticos con Qatar en junio de 2017, prohibiendo el acceso de ese país al espacio aéreo y a las rutas marítimas. Arabia Saudita cerró además su frontera, bloqueando el único paso terrestre de Qatar.
Entre las exigencias estaba cerrar Al-Jazeera, poner fin a la coordinación militar con Turquía y alejarse de Irán. Qatar se negó, a pesar de que era el momento decisivo para la construcción de infraestructuras de cara a la Copa Mundial de 2022 y de que el 40% de los suministros de alimentos de Qatar pasaban por Arabia Saudita.
Pisando fuerte
Esta rivalidad a nivel geopolítico se trasladó asimismo al multimillonario negocio del fútbol internacional, donde tanto Arabia Saudita como Qatar están pisando fuerte.
Como ejemplo, tras unas elecciones en febrero pasado, los presidentes de las federaciones de Arabia Saudita y Qatar -Yasser Almisehal y Hamad Al Thani, respectivamente- pasaron a formar parte del Consejo de la FIFA.
Y van por más. Ambos países protagonizan por lo pronto una batalla por ser el epicentro del fútbol en Asia. La presidencia de la Confederación Asiática de fútbol quedará vacante en 2027, y las dos federaciones rivales tendrán candidatos. también pelearon por la sede de la Copa Asiática de 2027 hasta que se encontró una solución satisfactoria para las dos partes.
Qatar se ofreció como sede cuando China renunció a organizar la edición de 2023 debido a la pandemia de Covid-19, y el torneo arrancará en Doha en enero próximo. La Confederación Asiática le otorgó a Arabia Saudita la sede para 2027, lo que podría servirle para mostrarse como sede de una futura Copa del Mundo, posiblemente en 2034.
La batalla no se limita sólo al fútbol. Qatar recibirá los Juegos Asiáticos en 2030 y se da por hecho que lanzará otra campaña para albergar los Juegos Olímpicos en 2036. Los Juegos Asiáticos de 2034 serán en Arabia Saudita, que obtuvo también la sede para los Juegos Asiáticos de invierno de 2029, en un futurístico complejo montañoso.
En ese cóctel explosivo se encuentra el culebrón de Messi. De momento, su vínculo con el PSG está por cortarse. Su contrato finalizará al término de esta temporada y la incertidumbre rodea su próximo destino. Entre las distintas versiones está la de mudarse al fútbol saudita, posiblemente con el club Al-Hilal.
Jugar con Al-Hilal lo pondría otra vez frente a frente con su némesis Cristiano Ronaldo, que debutó con el club saudita Al-Nassr a comienzos de año. Otra rivalidad, aunque muy distinta a la de las dos potencias del Golfo Pérsico.
Agencias AP, AFP y ANSA