El Programa de Incentivo Exportador (PIE), comúnmente conocido como dólar soja, lanzado y relanzado ya otras dos veces por el Gobierno para “devaluar sin devaluar” y tratar de dotar de reservas al Banco Central (BCRA), ya le infligió a esa entidad en su tercera versión una pérdida estimada entre los $138.665 millones y los $165.000 millones. De esta manera se buscaba apuntalar, en este tramo del año, a una entidad que no logró retener para su tenencia ninguno de los US$34.200 millones que la balanza comercial le aportó al país en los últimos tres años y medio (antes de volverse deficitaria).
Esa diferencia en el perjuicio patrimonial causado surge de si se considera que el ente monetario finalmente venderá todos los dólares recomprados por el PIE, es decir, también los apenas US$278 millones hasta aquí retenidos de los US$2029 millones que aportaron los exportadores beneficiarios del plan en esta tercera versión; o si se computan sólo los US$1751 millones ingresados por la “CAM 9″ del MAE que ya se le escaparon.
Básicamente el elevado quebranto, para un patrimonio que ya se encuentra muy dañado, se produce porque el programa lo obliga a comprar “caro” (en este caso a $300 por dólar) lo que momentos después tiene que vender a importadores “barato” (a $226,25, por caso el viernes).
La cuestión es que la actual versión del programa, ampliada en plazos y en el alcance (sumó una cantidad de productos regionales a la soja, además de cupos para embarques de sorgo, cebada y girasol) hizo que en varias jornadas tuviera que comprar en promedio “muy caro” los dólares y, a la vez, venderlos “muy barato”.
Le sucedió por caso el miércoles pasado, cuando vendió dólares de sus reservas a un valor promedio de $166 (26,3% más barato) dado que en esa rueda pudo recomprar unos US$99 millones a exportadores alcanzados por el tipo de cambio más alto, pero a la vez debió vender unos US$224 millones para atender los pedidos de compra autorizados.
Y, en sentido contrario, el ultimo viernes, cuando pudo comprar unos US$2 millones a un precio promedio prorrateado récord de $4331,9 por dólar (algo más de 19 veces superior al que paga por comprar divisas por el Siospel o 14,46 veces más caro que los $300 que desembolsa por las que ingresan por la “CAM9″ del MAE). El número surge considerando que en esa rueda pudo comprarles US$11 millones a los beneficiados por el PIE y debió vender US$109 millones a quienes demandaban billetes básicamente para cancelar pagos por importaciones.
Eso tensiona más las cosas y levanta nuevos cuestionamientos sobre los supuestos aportes que realiza el programa, muy minimizados incluso ahora que el BCRA sólo logró retener el 13,5% de las divisas pagadas caras, algo que lo obligó a usar cada vez más reservas prestadas (yuanes reconvertidos a dólares, gracias a la porción por el equivalente a US$5000 millones del swap suscripto con China habilitado a tal efecto) y enfrentar nuevos costos por ello (es un préstamo que le costaría unos US$400 millones al año mantener, considerando la tasa superior al 7% que el gigante asiático cobra por habilitar ese intercambio).
“Es lógico, estamos en el segundo esquema más ‘perdedor’ pero -sin embargo- en el peor en términos de acumulación de divisas”, apunta el economista y especialista en agronegocios Salvador Vitelli, de Romano Group.
Para la economista Diana Mondino, sin duda la manipulación del precio de los dólares para exportadores es “ruinosa” para el BCRA. “No sólo le genera pérdidas, sino que le suma endeudamiento dado que la emisión neta que debe realizar, para evitar mayor inflación, la absorbe con Leliqs que actualmente están a una tasa superior al 100%”, explicó días atrás en una columna en LA NACION.
De este modo, dado que considera que pese a su denominación el programa aporta poco para sumar exportaciones, transcurrido el tiempo “seguiremos sin el dólar y ya habrá el doble de pasivos en el BCRA”.
Para Jesús María Silveyra, exsubsecretario de Mercados Agropecuarios, de mínima el programa supone un mal uso de los fondos del erario público. “Depende la definición que tomemos, pero puede encuadrar en malversación de fondos porque malversar es también invertir o gastar indebidamente fondos ajenos”, sostiene.
En este caso juzga que una investigación al respecto sería atinente ya que las autoridades a esta altura son conscientes (por la experiencias del dólar soja I y II) de los dos perjuicios provocados: “Ellos son la pérdida a la que se somete al BCRA por la diferencia de precio entre compra y venta y la mayor emisión que provoca con el impacto que ya vimos en la inercia inflacionaria actual”, sostiene.
Por lo pronto el PIE era un programa basal del denominado Plan Llegar diseñado por el ministro de Economía, Sergio Massa, para tratar de que no estalle una crisis sistémica e intentar que la economía esté en condiciones de surfear olas hasta la asunción del próximo gobierno. Pero los tropiezos que enfrenta su versión III, dada la mella que sus anteriores versiones hicieron en el grano acopiado y los recortes a la oferta que generó la sequía sobre la cosecha nueva, hicieron que ese supuesto cimiento también se resquebraje.
“Evidentemente esta edición no está cumpliendo con las expectativas en cuanto a la acumulación de reservas: a lo sumo ha ayudado a morigerar algo su caída, pero con una tasa de actividad que se comienza a desplomar. Lo que los números muestran es que la realidad les pasó por encima a los diseñadores de política que se quedaron encandilados en sus planillas y demoraron en notar lo que en el mercado ya le señalábamos”, sostiene Vitelli.
En el Gobierno y en la entidad que preside Miguel Pesce abrigan la expectativa de que el momento más crítico del programa ya haya quedado atrás. Se ilusionan con una oferta de divisas algo más estable y sostenida y una demanda un poco acotada que les permita alternar saldos de intervenciones sobre el mercado positivos con ventas en todo caso puntuales y menores a las vistas en los últimos días, al menos hasta fin de mes.
Ese escenario contempla que comience a comercializarse parte de la demorada y muy magra cosecha de soja, en especial si se prolonga por algunas semanas una relativa estabilidad de los dólares libres y comienzan a mostrar alguna perspectiva de mejora los precios futuros de este grano, que vienen a la baja por los muy buenos rindes que habría logrado la campaña en Brasil.
Habrá que ver si esas expectativas se cumplen porque, de lo contrario, el PIE III luce camino a convertirse en la versión más ruinosa y menos redituable en términos de reservas de estos programas.