La Argentina ha sido históricamente un importante productor de arroz en América Latina. En general, la producción en el país ha estado en el rango de 1,2 a 1,5 millones de toneladas anuales.
La provincia de Entre Ríos es la principal región productora. Otras provincias que también contribuyen a la producción arrocera son Corrientes y Santa Fe. Esta zona es muy rica en un recurso vital para el cultivo: el agua.
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“Fue esto lo que motivó a mi abuelo a adquirir un terreno en la localidad de La Paz, en la provincia de Entre Ríos, junto al río Paraná, y luego construir un molino para agregar valor a la cosecha”, cuenta Laura Varese, gerente de Producción e Industrialización en el molino Santa María.
De los cinco hermanos, solo dos siguen actualmente con el negocio de la familia dedicada desde hace tres generaciones a producir y comercializar arroz tanto en el mercado interno como en el externo bajo el nombre Tacuarita, que es la primera marca premium de la empresa Duval Flores.
Entre las variedades que cultivan se encuentran el arroz largo fino, el Doble Carolina, el Fortuna, el Mochi e incluso el Yamaní.
“El objetivo de la empresa es llevar a cabo el proceso de producción completo desde la siembra hasta que el producto llega a la mesa del consumidor”, menciona.
La empresa entrerriana emplea a 90 personas en relación de dependencia y también genera varios empleos indirectos.
“Sentimos un fuerte sentido de pertenencia y arraigo hacia esta comunidad. Valoramos enormemente la mano de obra, ya que, sin ellos, la empresa no podría crecer. Por eso, a pesar de las dificultades coyunturales, la pandemia y los vaivenes económicos, seguimos apostando por el negocio”, agrega.
Situación difícil
“Estos cambios bruscos, ocasionados por los altos costos de la actividad y las políticas inconsistentes de los gobiernos en relación a estas economías regionales, han dificultado la situación económica de la actividad y han llevado a que los pequeños productores de Entre Ríos se vean expulsados. Hay mucho dinero en juego como para sufrir contratiempos: producir una hectárea de arroz implica una inversión de US$1000″, explica, aclarando que “el costo final depende de cómo se riegue el campo, aunque ese es el promedio en la región”.
“A estos gastos también se debe añadir la carga impositiva, que incluye retenciones del 5%, cuando la rentabilidad promedio del negocio arrocero deja un margen menor a ese porcentaje”, advierte.
La empresa actualmente produce 10.000 toneladas anuales, abasteciendo tanto al mercado interno como al externo.
En cuanto a las exportaciones, actualmente envían arroz de doble variedad Fortuna a Jordania y Turquía, mientras que los arroces largos finos se destinan principalmente a países de la región como Chile, Brasil y Bolivia, además de a Irán en el Medio Oriente, entre otros.
“Todo el arroz que procesamos en nuestra planta es sembrado y cosechado por nosotros en los campos de La Paz, provincia de Entre Ríos. Seguimos la trazabilidad desde la semilla hasta que el producto llega a las góndolas”, enfatiza.
En 2022, hubo un aumento del 30% en el precio internacional del arroz, que ahora se sitúa en un promedio de 450 dólares por tonelada de la variedad largo fino. Este incremento se debe a algunos cambios en el comercio mundial, como la decisión de Vietnam de limitar sus exportaciones durante la pandemia.
“En esta lucha entre los costos y los precios, los precios han logrado ganar terreno, pero la situación sigue siendo difícil”, comenta la productora de La Paz, quien destaca que en los últimos meses también se ha registrado un aumento en el consumo interno de arroz debido al interés de la población por asegurarse alimentos durante el inicio de la pandemia de Covid-19 y porque “la crisis económica vuelve a destacar la importancia de los carbohidratos en la dieta diaria”, concluye.
