Como pasa en el amor, después de tantos desencantos la Argentina va a votar, dentro de siete días, sin ilusión. A diferencia de 2015, cuando había esperanza, la marca de esta elección es el desencanto, el desinterés, la desconexión o esta idea de ir a votar al candidato menos malo para que se vayan los de siempre. Votamos desenamorados y sin convicción.
El ausentismo, el voto en blanco o nulo devino en un nuevo partido político que, en algunas provincias y municipios, se convirtió en la opción ganadora. Es lógico.
El ministro-candidato llevó el dólar blue de 298, cuando asumió en 2022, a 574: el valor con el que cerró este viernes el dólar paralelo. Una inflación interanual que pasó, como él mismo reconoció, del 71% al 116 por ciento (aunque algunas mediciones privadas hablan de un 120%)
La actividad económica pasó de crecer 5,5% interanual a caer, en mayo, al 5%.
Una investigación de nuestro colega Francisco Jueguen reveló que, no solo hay más pobres que hace un año, sino que la cantidad de chicos con hambre crece, más allá del negacionismo de la increíble vocera presidencial, Gabriela Cerruti.
Cien mil chicos cayeron en la indigencia en un año. ¿Massa quiere ganar o busca ser el líder de la oposición para denunciar el “brutal ajuste”?
Un importante banquero me contó esta semana que, en una reunión en Washington, Massa dijo: “yo no espero ser presidente ahora, sino en el 2027″. Una posibilidad es que busque hacer la mejor elección posible para convertirse en el jefe del peronismo, legitimarse y desplazar a Cristina Kirchner de ese lugar.
Al peronismo le gusta la idea de vender al ministro candidato como un Súper Massa. ¿Quién puede ganar y por qué? ¿Qué escenario nos espera el 14 de agosto?
¿Uno de crisis o uno de paz? Depende. ¿De qué? Depende del resultado
En el mercado (digamos, los agentes financieros) aseguran que, si Massa saca más del 30%, con menos de cinco puntos de ventaja sobre el candidato más votado de Juntos por el Cambio (JxC), el escenario es de crisis. ¿Por qué? Porque el mercado leería que el kirchnerismo puede ganar.
A una semana de las primarais, ¿la sociedad argentina le está preparando una sorpresa mayúscula al Gobierno, tal como pasó en 2019 cuando nadie imaginaba que Alberto Fernández sacaría una diferencia irremontable sobre Mauricio Macri?
Las encuestas se convirtieron en una brújula que funciona mal, pero algo dicen. ¿Y qué dicen? Que la marca Juntos por el Cambio tiene una ventaja sobre Unión por la Patria; que Sergio Massa podría ser el candidato individualmente más votado (pero que difícilmente pueda superar un balotaje); que Patricia Bullrich tiene una ventaja con respecto a Horacio Rodríguez Larreta pero que esa ventaja podría acortarse con la baja del nivel de indecisos.
Los sondeos también coinciden en que Javier Milei se muestra como un candidato competitivo. Vital. Patricia y Horacio están convencidos de que ganan la interna. Patricia porque las encuestas que tiene así se lo muestran. Larreta porque, si bien en sus propias encuestas la favorecen a ella, cree que, a la hora de votar, la gente se moderará y optará por él.
Nadie podría decirte hoy que puede pasar el 13, pero sí te podemos decir lo que pasó y, en lo que pasó, hay pistas sobre lo que podría pasar. Patricia es la candidata más atacada por el peronismo. La gente quiere un cambio. Hay olor a fin de ciclo, que se expresa con datos.
Un rápido paneo por el mapa electoral 2023 y sus proyecciones indica tres puntos clave: que el no peronismo va a gobernar Jujuy, San Luis, Corrientes, San Juan, Chubut. Que muy probablemente ganará en Mendoza, Ciudad de Buenos Aires y Santa Fe. Y que podría sumar Chaco, Entre Ríos y Buenos Aires (la última es la más difícil, pero no imposible).
El politólogo Lucas Romero explica que, sumadas las tres últimas provincias, una misma fuerza política no peronista podría acceder al control de 11 provincias. Un dato inédito desde 1983. Otra certeza: el aparato de poder del peronismo retrocede.
En la Matanza, invicta de alternancia, la pérdida de votos del aparato de Fernando Espinoza es brutal: en 2019 sacó 530 mil votos; en 2021, 330 mil. En el medio perdió 200 mil.
El peronismo siente y sabe que ese aparato de poder que tiene atrapada a la Argentina desde hace 77 años y que enriqueció a casi toda su dirigencia y empobreció a la Argentina es un modelo fatigado.
Jorge Liotti, en su libro “La última encrucijada”, afirma que a la Argentina no le queda mucho tiempo para cambiar de rumbo. ¿Qué significa? Que podemos convertirnos en un país más parecido a otros de Latinoamericana, donde se nace pobre y se muere pobre, y no a esa sociedad homogénea de los años 60 o 70 donde, si la clase media trabajaba un año, se compraba un auto. Y la casa propia era un sueño que nuestros abuelos concretaron.
Estamos ante una nueva oportunidad, la última encrucijada. ¿Podremos aprovecharla?