Las señales de previsibilidad siguen siendo escasas

Las señales de previsibilidad siguen siendo tan escasas como las lluvias de los últimos días en la zona núcleo. En la nueva etapa de la campaña electoral, la necesidad de encontrar precisiones sobre el rumbo que tomarán las decisiones políticas y económicas a partir del 10 de diciembre próximo va en aumento. Quienes ya sembraron trigo y lo cosecharán a partir de noviembre quieren saber si tendrán que enfrentar un cepo a las exportaciones, si tendrán brecha cambiaria o si los derechos de exportación, hoy en 12%, seguirán teniendo vigencia.

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Quienes tienen que tomar decisiones sobre la siembra de maíz y soja le suman a esas dudas, la incertidumbre de conseguir insumos en tiempo y forma. En ganadería, hay que añadir el factor riesgo de una mayor intervención del Gobierno.

Tras las PASO, las dos terceras partes electorado se volcaron sobre opciones que tienen concepciones favorables hacia el libre mercado. La otra parte, el oficialismo, se inclina por el comercio administrado y el control de la microeconomía.

Pero aún en las dos fuerzas que tendrían una mayor inclinación por políticas que respalden al agro, todavía hay imprecisiones e interrogantes que no contribuyen a tomar decisiones guiadas por el entusiasmo del resultado de las urnas. Esto se refleja en las posiciones de Javier Milei, el candidato más votado de las PASO, y Patricia Bullrich, ganadora de la interna de JxC, sobre los derechos de exportación. Ambos hablan de eliminar las retenciones, pero con un mecanismo que puede ser más engorroso que práctico.El líder de La Libertad Avanza, propuso el “pago a cuenta de ganancias”, mientras que la candidata de JxC dijo en el Congreso de Coninagro celebrado esta semana que se podría instrumentar un “bono” también a cuenta de retenciones.

El interrogante que se abre es qué podría ocurrir con el área sembrada de maíz o soja para la campaña 2023/24 si cualquiera de los dos candidatos presidenciales se pronunciaran por un porcentaje concreto de reducción de los derechos de exportación en vez de mecanismos que no conjugan con las prácticas habituales del mercado de granos. Acaso, una definición de ese tipo podría tener un efecto sobre el ingreso de divisas por exportaciones a partir del segundo trimestre del año próximo. Sin embargo, las decisiones que se están tomando hasta ahora, según los especialistas, tienen como referencia un escenario similar al actual.

Hace poco más de una semana, un estudio de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) proyectó las exportaciones del agro para 2024 en poco más de US$32.000 millones, unos US$9000 millones menos que en 2022, un año récord por los buenos precios internacionales. Es una primera aproximación, pero los analistas coinciden en que la mayor producción de Brasil y los EE.UU. más una baja de la demanda china van configurando un escenario bajista de las cotizaciones. También es prematuro asegurar que esto ocurrirá porque el factor climático es clave. Y esto no está despejado en la región pampeana. El evento Niño, con lluvias iguales o mayores al promedio, todavía no se ha expresado como se pronosticó.

En ese contexto, la incertidumbre predomina entre los consultores de empresas agropecuarias. “Los precios de lo que se vende (granos, carne, leche, etc) aparecen volátiles y poco previsibles. Los costos de producción (muchos de ellos dolarizados) crecen a gran velocidad, pero además bajo la amenaza de no poder contar con los insumos a tiempo”, dice un informe de Zorraquín+Meneses.

En el caso de los insumos, las entidades por cadenas de producción (Asagir, Maizar, Acsoja y Argentrigo) advirtieron en los últimos días por las dificultades que hay en todos los rubros. “Las autorizaciones de Siras (Sistema de Importaciones de la República Argentina), que están prácticamente detenidas, impiden importar materias primas fundamentales. Y sin insumos no hay producción”, expresaron en un comunicado.

En la restricción de divisas, el Gobierno quiere aplicar la alquimia de lograr acuerdos de precios para el mercado interno con pautas que quedaron atrasadas respecto de la devaluación y la inflación, vinculándolo con una mayor presión sobre las exportaciones. Para agregar más dosis a la falta de previsión en el mercado de granos crecen los rumores sobre un probable nuevo dólar soja frente a la necesidad del Gobierno de hacerse de dólares para que la actividad económica no se paralice por completo. Se necesita una brújula.

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