GUAYAQUIL.- “No conozco a nadie razonable que quiera dar marcha atrás con la dolarización en Ecuador; somos la inmensa mayoría los que pensamos así. Mucho mejor es estar con una moneda fuerte, que tiene peso en el mundo, que volver a una latina, pese a que al principio se perdió mucho dinero. Si lo comparamos con países que no la tienen, como Argentina, los precios suben y suben y también el costo de la vida”, asegura sin contemplaciones Claudio Robinson, estudiante de Derecho guayaquileño que se gana la vida con pequeños trabajos en el sector veterinario.
La contundencia de este joven de 23 años, los mismos que lleva la dolarización en Ecuador, confirma su enorme popularidad en el país, lo que ha provocado incluso la marcha atrás de las voces discrepantes. Una de ellas, la de Andrés Arauz, candidato a vicepresidente por la Revolución Ciudadana del expresidente Rafael Correa, a quien le tocó rectificar tras abogar por una especie de “ecuadolarización” a través de medios electrónicos. Más tarde reconoció que la salida del dólar como moneda principal en su país sería “traumática”.
“Para los correístas, la crítica principal de la dolarización es la pérdida de autonomía en su política monetaria. O sea, es un tema de nacionalismo”, resume para este periódico el politólogo John Polga-Hecimovich cuando en Argentina se debate sobre las ventajas y los inconvenientes de la medida propuesta por Javier Milei.
Dudas que no existen en Ecuador, donde siete de los ocho candidatos que participaron en la primera vuelta se pronunciaron claramente a favor del billete verde americano, que en la última encuesta obtuvo un porcentaje de aprobación cercano al 89%. Al frente de todos ellos, el moderado Daniel Noboa, que disputará el ballottage contra la revolucionaria Luisa González. El outsider ya ha presentado un plan de cuatro puntos para proteger la dolarización, que pasa por fortalecer la disciplina fiscal, aumentar las reservas internacionales, promover la inversión interna y externa y controlar la inflación.
“El balance de la dolarización es favorable: a pesar de los riesgos, ha brindado una estabilidad. Tuvo efectos inmediatos muy positivos: estabilizó las condiciones monetarias y fiscales, acabó con la depreciación de la tasa de cambio oficial y también acabó con presiones de la inflación, un problema recurrente en los años 80 y 90″, explica Polga-Hecimovich.
Objeto de deseo
En el Ecuador inédito, bajo el fuego del narcotráfico, el dólar también se ha convertido en objeto de deseo de las mafias, incluso expertos consideran que la dolarización de la economía ecuatoriana ha facilitado la llegada de los carteles al país sudamericano.
“A los ricos les gusta el dólar, también a los pobres. A los narcos les interesa que esté dolarizado, a los trabajadores les interesa que esté dolarizado, a los empresarios también… A todo el mundo. ¿Por qué? Porque la dolarización es buena, genera estabilidad económica y sin ella no se puede pensar a mediano o largo plazo. Cuando hay inflación o hiperinflación escasamente se puede pensar qué va a ocurrir en los próximos meses, ni hablar en años. Por eso la dolarización es buena para todos”, asegura a LA NACION el economista Yose Cordeiro, uno de los padres del proceso de dolarización, encabezado a finales de siglo pasado por el presidente Jamil Mahuad.
“Una de las cosas más importantes es evidentemente la drástica reducción de la inflación, también la caída de las tasas de interés. Y esto tiene repercusiones muy buenas, como la reaparición de las hipotecas. Cuando había hiperinflación no existían, ahora sí las hay. Ahora se puede comprar una casa haciendo pagos, hay hipotecas a mediano y largo plazo que no existían. Lo mismo para los importadores, que pueden saber más o menos cuál va a ser el costo de sus insumos en los próximos meses. Incluso también para los exportadores, para pensar a mediano y largo plazo”, se explaya Cordeiro. El expresidente Mahuad dejó para la posteridad el libro “Así dolarizamos al Ecuador: Memorias de un acierto histórico en América latina”.
Cordeiro recuerda las dantescas cifras económicas del Ecuador antes de someterse a la dolarización, con la inflación disparada por encima del 100% y con salarios que nada valían. “El último salario antes de la dolarización era de un millón de sucres al mes, el salario mínimo vital. Todo el mundo decía que eran millonarios de millones que no valían nada. La tasa de cambio que se utilizó fue de 25.000 sucres, un millón dividido da 40 dólares. Eso se ha multiplicado por más de mil, ahora ganan como 425 dólares por mes. El avance económico es impresionante. Esto es lo mejor que le ha podido ocurrir económicamente a Ecuador a pesar de sus malos políticos”, concluye Cordeiro, quien tiene claro que la dolarización no elimina todos los problemas, “tampoco el narcotráfico, que necesita otro tipo de políticas públicas, sobre salud, seguridad”.
Costos reales
En el sector privado tampoco hay dudas. “Nos permite invertir sabiendo cuáles son sus reales costos, y lo que tiene que pagar, por la estabilidad de las empresas. También favorece que el empresario genere planes a futuros con costos fijos estables. Y además educa al gobierno en los gastos”, describe Patricia Illingworth, propietaria de un café de éxito cercano al Malecón de Guayaquil. “En la vida privada igualmente la familia sabe que sus ingresos no están al vaivén de una devaluación y pueden prever sus gastos, ahorro e incluso viajes”, añade la emprendedora.
La popularidad del dólar no esconde tampoco los retos que tiene por delante. “Creo que algunos de los beneficios de la dolarización completa comenzaron a disminuir con un cambio en las condiciones internacionales. Con la dolarización, el Banco Central ya no emite dinero, obviamente, o puede servir como un prestador de última instancia. Entonces, restringe el comportamiento de los bancos y requiere que ellos tengan mayor liquidez. En Ecuador hay un Fondo de Liquidez que se creó en 2009 para mitigar este problema”, certifica Polga-Hecimovich.
“En la Universidad todavía no hemos llegado a estudiar la dolarización, eso es en el quinto semestre, pero yo no tengo ninguna duda: ¡Que se quede el dólar! El sucre aportaba muy poco al país”, sentencia Maikel Méndez, estudiante de Economía y camarero en sus ratos libres para ganarse la vida.