Elecciones 2023: las opciones que le quedan al Frente de Todos después de que Cristina clausuró el operativo clamor

El “operativo clamor” terminó. La última carta de Cristina Kirchner fue un balde de agua fría para los oficialistas que mantenían, contra todo pronóstico, la bandera de la candidatura presidencial de la jefa del Frente de Todos. Ya había dicho “no” en plena emoción violenta en el discurso que dio después de la condena en el caso Vialidad y volvió a negarlo de modo más informal durante un acto en La Plata a finales de abril. Pero ahora lo puso por escrito y con palabras terminantes.

Despejada esa incógnita se aceleran los tiempos en el peronismo. Se terminó la especulación de la sorpresa de último momento y ahora toda la atención se posa en la decisión que no adelantó la vicepresidenta: cuál es la estrategia electoral con la que pretende retener el gobierno. Solo anticipó que aspira a diseñar y presentar “un programa de gobierno que vuelva a enamorar a los argentinos y las argentinas”. La danza de nombres se agitó de inmediato, como también así el tironeo por la estrategia electoral. Principalmente, si el oficialismo debe encontrar un candidato de consenso o tiene que resignarse a la competencia en primarias que reclamaba el presidente Alberto Fernández.

Los siguientes son los principales escenarios presidenciales en discusión, que tienen un plazo límite en el 24 de junio (día de inscripción de las candidaturas), pero que debería resolverse algunos días antes para construir el resto de la oferta electoral.

La opción Massa

El ministro de Economía, Sergio Massa, es el único de los tres accionistas principales del Frente de Todos que queda en la carrera por la Presidencia, después de que se bajó Fernández y que Cristina ratificó su decisión de no ser candidata. La semana que pasó dio un paso al frente al decir que el Gobierno tiene que tener un candidato único y terminar con las peleas internas. “No nos cabe un quilombo más”, advirtió. Pareció un pliego de condiciones: aunque no lo dijo, se posicionó como posible candidato y avisó que solo lo hará si es el único representante del oficialismo. No quiere PASO, una disidencia mayor con el Presidente.

La gran intriga es qué apoyos le quedan cuando la economía no da señales de recuperación y la inflación galopa hacia los dos dígitos mensuales. El índice de abril, que dio 8,4%, fue un golpe a las ilusiones del massismo. Su alianza con La Cámpora sigue en pie. La CGT también lo apoyo. Pero hay sectores del peronismo que le niegan la condición de “síntesis” del Frente de Todos.

Lanzarse a la competencia puede ser una jugada de alto riesgo en medio del tembladeral financiero. Obligaría a cambiar el ministro de Economía y él quedaría de todos modos atado a la gestión durante lo que dure la campaña.

El salto de Kicillof

Máximo Kirchner presionó semanas atrás para considerar la opción de Axel Kicillof como candidato a presidente. Las encuestas marcan que es el dirigente que mejor retiene el voto duro de Cristina. El problema es que para dar el salto cambia el problema: obliga a buscar otro candidato a gobernador en el distrito que el kirchnerismo considera la sede central de su poder. Kicillof se resiste y avanza con la campaña bonaerense, pero la renuncia definitiva de Cristina vuelve a ponerlo en la lista de potenciales reemplazos a la boleta estelar. ¿Le exigirán ese sacrificio? Hoy parece una opción lejana, que la vicepresidenta preferiría evitar. De todos modos, aclaran fuentes del oficialismo, de ser el elegido sería el candidato de consenso, sin lugar para unas PASO.

Unas PASO kirchnerismo vs albertismo

En los alrededores de Cristina Kirchner reniegan de la idea de definir la candidatura presidencial en unas primarias. Creen que daría un postulante débil y desataría una competencia feroz, en medio de la crisis económica que carcome el apoyo social del Gobierno.

Daniel Scioli viene reclamando de viva voz su “derecho” a competir en las PASO, en representación de la Casa Rosada. Fernández también alienta al jefe de Gabinete, Agustín Rossi, y llegó a mencionar a su ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis. En las huestes kirchneristas quien se sube al ring en esta hipótesis es el camporista Wado de Pedro, ministro del Interior, que lleva meses recorriendo el país con la ilusión de que se “abra una ventanita” para él.

En el kirchnerismo explican: “Si Cristina valida las PASO será una señal de debilidad. O una admisión de que ganar la Presidencia dejó de ser su prioridad”.

En el caso de que el camino fueran las primarias podría concretarse la anunciada candidatura de Juan Grabois desde el extremo izquierdo del kirchnerismo, una propuesta que nació con lógica testimonial.

Apostar por un gobernador

La Liga de los Gobernadores peronistas amagó con reclamar un lugar en la pelea grande, pero su ambición se fue amoldando a la realidad. Jorge Capitanich llegó a ensayar un discurso y algún eslogan nacional, pero parece encaminarse definitivamente a disputar la reelección en el Chaco. Juan Manzur soñaba con el apodo Juan XXIII, pero primero su decepcionante gestión como jefe de Gabinete y después el fallo de la Corte que le impidió ser candidato en Tucumán parecieron sacarlo de competencia. El santiagueño Gerardo Zamora dice que no va a presentarse, aunque hay kirchneristas que lo alientan.

La opción del desdoblamiento bonaerense

Una medida clave que puede desprenderse del renunciamiento de Cristina es el desdoblamiento de las elecciones para la gobernación de Buenos Aires. Esto solo ocurriría si no hay un candidato de consenso en el Frente de Todos con opciones de dar pelea por el triunfo. Kicillof fijó la fecha de las PASO para el 13 de agosto (lo obliga la ley), pero se reservó la potestad de fijar más adelante el día de la votación general.

Si el kirchnerismo no tiene un candidato fuerte a la Presidencia, Kicillof teme ser arrastrado hacia abajo por la boleta principal. Además, teme por el efecto de Javier Milei en los votantes jóvenes del conurbano, que está carcomiendo la base electoral del oficialismo. Por eso, cree que podría mejorar sus opciones adelantando una o dos semanas las elecciones bonaerenses. Esto implicaría que todo el aparato del peronismo provincial (intendentes, legisladores, punteros varios) se jueguen las fichas en esa contienda, con el gobernador en la boleta principal.

A Juntos por el Cambio podría perjudicarlo, al duplicarle el esfuerzo de fiscalización en la provincia (un domingo para la gobernación y otro para la presidencial).

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